Darren Hanlon & Shelley Short: Bonita armonía

Ocurrió en un momento: “Ya te gustaría a ti tener este silencio cuando te subes ahí”, me espetó el técnico de sonido a los mandos de la mesa en el Ondarra. Y era cierto. Ni en los Picos de Europa se disfruta de esa ausencia sonora, amigos.

En una semana dónde se ha puesto X a esos temas en salas más grandes, quizás más preparadas para una conga de miles de personas (y poco más), estar en el habitualmente ruidoso Ondarra disfrutando de Hanlon y Short fue una delicia. ¿Razones? Se me ocurren varias. Que son guiris. Que su música es bonita. Que nos juntemos buena cuadrilla. Y, sobre todo, que has pagado una entrada para verles. Con eso solo no vale, pero sí que vale.

Risueño se presentó Darren Hanlon, el australiano, con una guitarra encogida. Y bebiendo un té, como Billy Bragg. No es lo único que le une al genial songwriter inglés. Sus canciones beben de sus entonaciones, y de Padre Guthrie que estas en los cielos. Marlon Brandy dijo que le había gustado mucho, que le había recordado a las canciones buenas de Wave Pictures. Como dudo que eso exista, no puedo unirme a su causa.

Fue curioso el juego que se montó con la pantalla de fondo, en la que echaban vídeoclips suyos sin volumen. Una apuesta peligrosa, tocar y que de fondo haya imágenes tuyas. Pero fue bien gestionada por Hanlon, que nos contó detalles graciosos sobre el clip, tocó el tema en cuestión y no paraba de mirar de reojo ante posibilidades de charleta futura.

Contó con la compañía de Shelley Short en algunas canciones, que sonaron como Cash&Señora. El posterior favor de vuelta tuvo una menor nota, alcanzando niveles casi catequistas.

Porque Shelley tiene una voz preciosa. De verdad, es una maravilla, con esos detalles altos. Pero a la hora de componer no alcanza los aciertos de su mochilero socio de viaje. Tocó nueve temas, mejorando en los tres últimos, ya sin compañía. Simpática y afable, nos despedimos de ella mientras dejamos diez machacantes en manos de Hanlon, a cambio de uno de sus CDS. En el partido de Donostia, él ganó de calle.