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Etiqueta: Ray Gelato

Jazzaldia 2017: Un vendaval de etiquetas y tornados

Ray Gelato y Houston Person llenaron de calidad las terrazas de Zurriola, con Niña Coyote eta Chico Tornado como rockero complemento.

Vivimos rodeados de etiquetas. Las que vienen adheridas a nuestras camisetas, por ejemplo, pueden dar para una amena lectura en un viaje en tren. Otras las usamos para afirmar que un colega es de un equipo concreto de fútbol o que otro es “concebollista” en lo relacionado con las tortillas de patatas. Hasta nosotros, los periodistas, las empleamos para intentar explicarles por dónde pueden ir los tiros de un grupo. Pero la reina de todas ellas, la más empleada y famosa estos días, son las etiquetas de internet. Las que se añaden a las fotos o mensajes que se suben a las redes sociales. Los hashtags, que se dice en el argot.

Darse un paseo por las dedicadas a este nuestro #Jazzaldia es un buen ejemplo del éxito del festival. Imaginen si la marca funciona que la palabra es empleada con fines promocionales por bares, comerciantes, tiendas, marcas, pastelerías, agencias de viajes, clínicas dentales y fontanerías.

Mucho jazzaldia en redes sociales

Como bien supondrán, The Pretenders y su oscura actuación (hablo de las ropas, porque las crónicas especializadas lo denominaron como sobresaliente y más allá) se llevaron la palma en la subcategoría de “gente como usted y yo colgando fotos”. También hubo mucho grupo de amigos sacándose autofotos. O archivos de otros escenarios, los de pago. Y atardeceres, demonios, que el del viernes pasado dio para un álbum completo. Conceptos que, con otros objetivos y distintos acompañantes, seguirán poblando las redes sociales estos días.

Pero uno no puede evitar ponerse “vintage” en sus recuerdos. Y rememorar cuando el término “etiqueta” se refería al porte y la distinción. Por eso, en estos días de tocar en shorts porque hace calor, es un gustazo asistir a conciertos en los que los músicos siguen calzándose una chaqueta y un pantalón de tela aunque ahí fuera, donde estamos nosotros, pueda hacer treinta grados o más. Casualmente, dichas perchas suelen interpretar sonidos igual de distinguidos y seductores.

Jazzaldia 2017: Un arranque con carisma

Las particularidades del calendario gregoriano, junto con las selección de días por la organización y las fechas libres de las giras internacionales de los nombres potentes, ha hecho que este Jazzaldia pinte fantástico hasta en cuestiones laborales. Con una fiesta inicial que arrancaba en viernes tarde, un puente el lunes – para algunos- y fiesta el martes, el equilibrismo fiestero pocas veces estuvo mejor dispuesto.

Mientras el Escenario Skoda daba sus últimos toques en Alderdi Eder para el tute que va a tener estos días, dirigimos nuestros pasos hacia el escenario Nauticool. El DJ Mute All, con 30 años de experiencia pinchando – ni los antiguos “practicantes” poniendo inyecciones, señores- ejercía labores de calentamiento del alma y las piernas. Una especie de rodillo previo a la gran etapa del tour sonoro que nos esperaba. A su vera un paseo despistado de gente, aún más atraída por las vistas que por los sonidos. Seguro que el partido fue mejorando con el paso de los minutos. La música que allí sonaba bien lo merecía.

Lejos de intentar adivinar temas con la aplicación Shazam del móvil, los sonidos “nu jazz” (estilo que mezcla elementos jazzísticos con funk, soul o música electrónica) invitaban a dejarse llevar. A quienes nos cuesta desconectar la cita se antojó fantástica. Y sin “pintxopotes” que pudieran minimizar el acto musical en sí.

La posterior entrada de un nuevo jugador en idéntico emplazamiento, el bilbaíno Parrucho, subió las revoluciones de la tarde. Puro “groove” (término empleado para describir el tipo de música que incita al baile) con buenos guiños a La Fania que nos preparó cual masajista para la fiesta que nos esperaba en la Playa de Zurriola. El conocido como “Jazz Band Ball”, foco principal del día.

La zona estaba que ni Primark el día que reponen las famosas tacitas. Un cuarto de hora antes de empezar ya no quedaba una silla libre en la zona del Escenario Frigo. Un ambiente familiar, desde niños a abuelos, expectantes todos ante el estreno del Jazzaldia. Hasta hubo una división de opiniones entre dos grupos de personas por un “quítame allá esas siete sillas que he ocupado para gente que va a venir en un rato”. Se mascó la tragedia, aunque al final no llegó la sangre al río.

Jazzaldia 2017: ampliando la fiesta gratuita.

El certamen inaugura nuevos escenarios en la capital y extiende su oferta a Orio y Villabona.

Que el Jazzaldia es una muestra “salsera” lo vemos cada año en su menú musical, un firme paseo entre lo asentado y lo rupturista. Una apuesta que también se refleja en unos eventos gratuitos que este año alcanzan una cantidad realmente reseñable: 65 conciertos y 12 sesiones de DJs. A repartirse entre emplazamientos conocidos y otros nuevos que irrumpen en la lista oficial.

La mayor apuesta novedosa de este Jazzaldia “de balde” se llevará a cabo en los jardines de Alderdi Eder, frente al Ayuntamiento de la ciudad. Sede habitual de cañonazos festivos y tamborradas infantiles, la explanada del Consistorio recupera su antiguo esplendor jazzero con ese Espacio Skoda colocado de espaldas al mar. Una localización que ya jugó un papel importante en la reactivación del festival allá por los años 90, con las actuaciones de los Blues Brothers y John Mayall.

La propuesta para esta edición es bien atractiva. A partir de mañana se podrá disfrutar del refrescante Ray Gelato, el clasicismo de Donny McCaslin, las festivas versiones de Lucky Chops y la pegada hip-hop de Sir The Baptist, autor que esta noche cerrará el escenario Heineken de la playa.

Para rematar el cartel la organización recluta a dos de las bandas donostiarras con mayor proyección (Luma, Grande Days), presentando además la única actuación nacional de la británica Anna Meredith. Su disco “Warmints” es un maravilloso compendio de música electrónica e instrumentos orquestales con gusto por la concreción pop. Los comentarios más efusivos de internet hablan de sus similitudes con The New Pornographers, con frases tipo “Young Marble Giants meets Nirvana”. Casi nada. Huele a delicatessen oculta del festival.

Pero no todo el ágape se desarrolla en los jardines de palacio. En la zona de Sagüés se instalará un nuevo espacio en el que actuarán los inquebrantables Sky Beats (hoy y mañana) y una suerte de “hall of fame” local (con JM Dorronsoro y Mikel Makala, entre otros) que homenajeará a Dizzy Gillespie el 24 de julio.
Este año el Jazzaldia se expande a Villabona (22 de julio) y Orio (23 de julio). Poblaciones que disfrutarán de la actuación “El Quinteto de Deborah Carter: 100 años del nacimiento de Ella Fitzgerald”, donde la excelente vocalista – y profesora de Musikene- recordará el repertorio de la que se conoce como Gran Dama de la Canción.

Nuestro paseo de primicias finaliza el 24 de julio en la terraza de La Perla, en la playa de La Concha. Allí el barítono Kevin Mahogany y la Hervé Sellin Quartet seguirán mostrándose como paladín para recién llegados -por algo repiten en Txikijazz, las actividades que el Jazzaldia ofrece para los más pequeños- y resto de amantes de las estructuras menos turbadoras.

Jazzaldia 2017: la fiesta del calzado cómodo

Tras un prólogo de película, el festival arranca con su tradicional fiesta Jazz Band Ball plena de atractivo y diversidad

Seremos altos o bajos. Modernos o de jersey al hombro. Rubios o morenos, de costa o interior. Jóvenes o con aspiraciones de entrar aún en una talla M. Pero a todos nos gusta una parranda más que comer con los dedos. Por eso en nuestra agenda anual aparece, con un círculo como los que dejan las bebidas al apoyarse en los posavasos, el guateque con el que el Jazzaldia donostiarra suele arrancar su programación sonora en la playa Zurriola.

Muchos de los presentes no querrán perderse uno de los platos fuertes de la tarde, cuando no de todo el festival: la actuación de The Pretenders. La formación capitaneada por Chrissie Hynde siempre ha sido un dechado de elegancia pop y aciertos New Wave. Por eso se le da espacio propio en este suplemento.

En el mismo Escenario Heineken, el principal de esta zona festiva, actuará hoy “Sir The Baptist” – seudónimo del cantante William James Stokes- , quien parece haberse contagiado de los pases del Zinemaldia actuando hasta en tres ubicaciones distintas durante estos días.

Arribado en una formación de cuarteto y claramente dirigido al espectro más juvenil de la audiencia, las melodías de espabilado hijo de un pastor baptista -eran 22 churumbeles en casa, ustedes me dirán- parten del Gospel para acabar en territorios más actuales. Su primer disco “Saint or Sinner” aún tiene los plásticos calientes (se publicó en mayo de este año), y es una fiesta de hip-hop y “R´n´B” moderno y protestón, lleno de misiles de carga social.

Otra perla de esta celebración sin ticket de entrada será la que ofrezca Uri Cane y su trío en el Espacio Frigo. Poco que añadir de Caine, quien ya la lió parda en este certamen con aquellas siete propuestas diferentes que componían la integral de su obra. Que si solo, que con DJs, que con el Coro Easo… Ahora viene más comedido pero igual de excelso a presentarnos “Calibrated Thickness”, su última obra. Atentos los fans del CD “Blue Wail”, que éste trae 15 cortes agresivos y explosivos.

Y para entusiasmos, los del ya conocido Ray Gelato y sus The Enforcers, banda italoestadounidense que ha encandilado a los presentes cada vez que ha actuado en el Jazzaldia. Tan marchosos como elegantes, el saxofonista Ray y sus colegas ofrecerán un show con toda la energía del mejor jazz clásico y ese toque “entertainer” tan agradecido en estas reuniones a cielo abierto.

Seguimos en el mundo saxofonista con el versatil tenor Houston Person, quien acude a la fiesta con su proyecto “Houston Person Quartet featuring Dena DeRose”. DeRose es, por si no la conocen, una excelente cantante y pianista que comparte giras con Person los últimos años. Juntos ofrecerán uno de los más puristas acercamientos a los clásicos en este festejo inicial. La cita donostiarra del cuarteto promete también soul y swing, para disfrute de acólitos y paracaidistas, quienes también podrán degustar el toque estándar del estadounidense Kevin Mahogany – amante del jazz moderno, blues y baladas- y la Hervé Sellin Quartet en el Escenario Coca Cola.

Y de Norteamérica pegamos un salto hasta África, cuna de estas tonadas etiquetadas como “música negra”. En aquella “masa madre” sonora se encuentra la música “taarab” de Zanzíbar, presente en esta celebración de la mano de la agrupación Rajab Suleiman & Kithara. Bien rodeados de instrumentos con nombres tan extraños como atractivos (dunbak, kidumbak, qanun, rika), los africanos completarán sus percusivas composiciones con las sugerentes melodías de Saada Nassor, una auténtica diva de este estilo.

Y también de la cuna de la humanidad, pero formada en parte en Donostia, llega esa populosa formación llamada Gabacho Maroc que ya se ha paseado por más de cien festivales musicales del mundo con su fiesta de ritmos jazzeros y árabes. En el Jazzaldia presentarán, en un único pase, su álbum “Tawassol” (traducible como “Conexión”, la que los autores afirman tener con los espectadores). Un trabajo que homenajea a Marruecos y que se publicará a finales de este año.

No queremos ni debemos olvidar otros satélites de este primer día: Sky Beats haciendo de las suyas en el nuevo escenario de Sagües, Sara Mansilla (cantora folk-blues seleccionada en la residencia artística de Kutxa Kultur) actuando en la carpa FNAC. Y la zona de Nauticool del puerto de la ciudad, que volverá a reunir a los amantes de la música pinchada. En su oferta de hoy sobresale Miqui Puig, uno de los iconos de la música pop actual y campeón mundial en eso de comunicar, agitar y mezclar con estilo. Bienvenidos a la fiesta del calzado cómodo.

Jazzaldia 2015: La calle del swing

Es una gozada pasear por el centro de la ciudad estos días. Las tiendas y el festival hacen uno, en una simbiosis necesaria y aprovechable por ambas partes. Paseas y escuchas música saliendo de una tienda de mascotas, o en improvisados conciertos en la calles peatonales. Ves más de un escaparate con dibujos saxofonistas. Y al calor del evento central otros espacios programan actuaciones o sesiones de DJ. El porqué esto no se realiza en otras fechas, o de manera habitual, queda a cargo de los tenderos, bareros o rectores municipales. No se preocupen, seguro que el 2016 todo lo arregla.

De camino al Kursaal escuchamos más de un tarareo del “Boogie wonderland”. Señal de que la gente aún tenía en la mente el buen concierto de Earth & Wind & Fire. Banda que convirtió el arenal en un “Studio 54”. O deberíamos decir “64”, por lo del prefijo francés más cercano a nuestra Donostia. Si las tiendas y las parrandas tienen tirón entre nuestros vecinos, estos conciertos jazzeros no le van a la zaga.

El Mercado de San Martín adaptó su habitual pintxopote elegante al certamen con la actuación de Mota Project Live. Cita que mantuvo las virtudes – y murmullos sociales – que suelen presentar estas mezclas alimentario-sonoras. En la balconada del Maria Cristina todo fue más sofisticado. A los platos calentaba el ambiente Miguel A. Sutil, director de “Enlace Funk” (la revista pionera en la difusión de la música negra en castellano). A nuestro paso estaba poniendo delicioso jazz de sobremesa. Y soñamos con veranear en Saint Tropez.

La zona de terrazas presenció la enésima explosión de gentes de Musikene, presente y futuro del jazz en nuestra zona -y más allá-. El quinteto Onna Marun le daba al cancionero propio con gran soltura. Intentaron poner un estor sonoro al sol reinante con temas de marcada y vigorosa nocturnidad entre los que se colaron homenajes a Paco de Lucía. En el parterre los niños corrían de un lado a otro, destacando la vertiente familiar de estos conciertos de primera hora.

Algo más arriesgados se mostraron Maldataskull, quienes atacaron minimalistas sonoridades. Los ejecutantes pidieron a gritos más oscuridad para sus intrincados pasajes, reabriendo el baldío debate de “¿La gente escucha música y llena las sillas de estos txokos gratuitos, o es al revés?”. Toda respuesta es correcta, no se atoren.

Ray Gelato & Claire Martin repetían visita en el Escenario Frigo. En su paseo de ayer solo mejoraron las buenas sensaciones previas, dado que el horario les acercaba un poco más a ese público potencial que se aferra a las sillas y sombrillas como si fuera la primera escena de la película “Lo Imposible”. Chico y chica cantora se fueron cambiando los papeles principales apoyados en un efectivo trío. Aunque la mayor alegría vino de los siempre presentes integrantes del grupo de baile de Lindy Hop, quienes evocaron las calles 52 o 133 del neoyorquino Manhattan, dueñas en los años 30 del título de “swing street”.

Otros que repetían visita fueron Z Bone Project, formación que montó una buena fiesta de estilos imposibles en la carpa de FNAC. De allí pegamos el salto a la playa. En ella la banda nacional Neuman ofreció un concierto estupendo, fantástico, maravilloso. Sobre todo si lo que te gusta es el indie-rock americano de guitarras sucias y melodías casi tiernas y algo oscuras. Más de una vez nos acordamos de The National. Y de Ken Stringfellow, músico que el año pasado visitó con su formación The Posies algunos escenarios selectos del Jazzaldia. Los murcianos llevan unos meses gloriosos, actuando en los escenarios principales de los festivales veraniegos más relevantes. En Donostia solo confirmaron esas trazas de gran banda peninsular.

Fuera de nuestro foco quedaron otras citas muy interesantes: El vigoroso soul de Gregory Porter, el dueto transfronterizo de nuestro elegante “bluesman” Paul San Martín y el baterista francés Romain Gratalon. O el último pase de la gran dama Carla Cook. Pero, quien sabe si como a los niños que se agitaban en en escenario Heineken, el cuerpo nos pidió descanso para afrontar las potentes jornadas que nos esperan.

Jazzaldia 2012: El jazz del pescador

La fórmula no falla. Llega el fin de semana y la gente se echa a la calle para ver los conciertos gratuitos que el festival donostiarra ha programado en los distintos emplazamientos. Pero el buen tiempo o la gratuidad de la entrada no se bastan por sí solos para llenar espacios tan amplios. Hace falta ofrecer buenos alimentos. Y en eso el Jazzaldia sigue sin fallar.

Primero de manera física, con los distintos y concurridos stands de comidas -y bebidas- del mundo situados en la zona trasera del Kursaal. Y, por supuesto, de forma sonora. Porque el sábado a la noche hubo muchas ocasiones para el disfrute de los sentidos.

Genís Bagés Trío entregó una excelente sesión del jazz más libre en el escenario Coca Cola. Sus rápidos golpeos hicieron las delicias del numeroso público asistente. En el Espacio Frigo, Ray Gelato y su orquesta ofrecieron en el primero de sus pases (repetían ayer a la tarde) una sesión llena de elegancia y swing. Debieron quedar satisfechos, porque luego varios de estos intérpretes se dieron un garbeo por los bares de la zona.

En la Terraza Heineken los franceses Sofian Mustang congregaron a un buen número de gente. Su pop con trompetas fronterizas y aires festivos caló entre el respetable. Más que las cuatro gotas que cayeron en el concierto de Jonathan Wilson, realizado en el escenario principal. Su tercera visita (ya pisó la arena de la Zurri con la entente Dawes /Jackson Browne y volvió a principios de este año para telonear a Wilco en nuestra capital) fue la más acertada. Su único disco es un perfecto compendio entre la tradición californiana de bellas armonías y el folk más pausado. Y su defensa sobre el tablado, acompañado de unos músicos de aúpa y con largas composiciones que a veces se escoraban hacia lo sicodélico, resultó tan bella como sugerente.