Saltar al contenido

Mes: julio 2012

Jazzaldia 2012: El jazz del pescador

La fórmula no falla. Llega el fin de semana y la gente se echa a la calle para ver los conciertos gratuitos que el festival donostiarra ha programado en los distintos emplazamientos. Pero el buen tiempo o la gratuidad de la entrada no se bastan por sí solos para llenar espacios tan amplios. Hace falta ofrecer buenos alimentos. Y en eso el Jazzaldia sigue sin fallar.

Primero de manera física, con los distintos y concurridos stands de comidas -y bebidas- del mundo situados en la zona trasera del Kursaal. Y, por supuesto, de forma sonora. Porque el sábado a la noche hubo muchas ocasiones para el disfrute de los sentidos.

Genís Bagés Trío entregó una excelente sesión del jazz más libre en el escenario Coca Cola. Sus rápidos golpeos hicieron las delicias del numeroso público asistente. En el Espacio Frigo, Ray Gelato y su orquesta ofrecieron en el primero de sus pases (repetían ayer a la tarde) una sesión llena de elegancia y swing. Debieron quedar satisfechos, porque luego varios de estos intérpretes se dieron un garbeo por los bares de la zona.

En la Terraza Heineken los franceses Sofian Mustang congregaron a un buen número de gente. Su pop con trompetas fronterizas y aires festivos caló entre el respetable. Más que las cuatro gotas que cayeron en el concierto de Jonathan Wilson, realizado en el escenario principal. Su tercera visita (ya pisó la arena de la Zurri con la entente Dawes /Jackson Browne y volvió a principios de este año para telonear a Wilco en nuestra capital) fue la más acertada. Su único disco es un perfecto compendio entre la tradición californiana de bellas armonías y el folk más pausado. Y su defensa sobre el tablado, acompañado de unos músicos de aúpa y con largas composiciones que a veces se escoraban hacia lo sicodélico, resultó tan bella como sugerente.

Wedding Present: “Vivo obsesionado con que cada disco sea distinto al anterior”

La banda británica cerrará el Escenario Verde con su indie rock bien envejecido

David Gedge, cantante y lider de la banda británica The Wedding Present, bien pudo entrar en el libro Guiness de los Records por la endiablada velocidad de sus guitarras eléctricas.

Un influyente y cabreado rasgar muy presente en sus primeros discos de enfadado lirismo – y más contenido en la actualidad-, con el amor y sus aristas como constante en las composiciones. Obras entre las que destacan el inicial “George Best” (1987) o ese “Bizarro” (1989) que pronto recuperarán en una gira por nuestro país bajo esa moda de interpretar de principio a fin un disco señalado en su carrera.

Gedge ha demostrado cariño por este tipo de recuperaciones. En el reciente Primavera Sound han hecho lo propio con otro de sus álbumes, “Seamonsters”. ¿Han mirado si en el almanaque de marras hay alguna línea dedicada al tema?¿Podemos sugerir la presencia de Wedding Present?

También pudo entrar en esa recopilación de curiosidades por la cantidad de personas que pueden afirmar haber formado parte de esta formación. Una fugacidad que le emparenta con sus adorados The Fall, quienes cambian todos los cromos cada estación del año, o casi. En esta entrevista leeremos como el vaivén parecía haberse detenido, pero…

Pero, tal y como suponían por este devenir de letras, The Wedding Present está presente en el Guiness por ser la única banda que ha conseguido colar 30 canciones nuevas en las listas británicas de éxitos ¡en un solo año! Fue en 1992, cuando decidieron de manera entonces novedosa editar un single al mes.

Nadie puede negar que siempre has sido muy activo en tu carrera musical…

Estoy muy interesado en la música y la cultura pop, por lo que siempre trato de probar cosas nuevas. Lo del single al mes tan solo era una de esas ideas distintas y frescas.

Por no hablar de ‘Tales From The Wedding Present’, la novela gráfica basada en títulos de tus canciones.

(Ríe) Sí, también soy inquieto para hacer cosas fuera del mundo estrictamente musical. Lo del comic es un buen ejemplo de ello. Soy un gran seguidor de ese tipo de obras, por lo que me pareció una buena idea. De hecho, la Valentina que da título a nuestro último CD toma su nombre de una historia italiana de este tipo firmada por Guido Crepax.

Vayamos al disco. Es digno de mención que, después de 25 años, tu formula siga sonando tan fresca y digna. “Valentina” mantiene el nervio de tus primeros pasos.

Vivo ligeramente obsesionado con que cada disco sea distinto al anterior. No tanto en el fondo, sino a la hora de buscar impulsos que me atraigan, haciendo que la banda siga avanzando. Creo que eso es lo que nos hace seguir sonando frescos.

La idea de interpretar ahora antiguos discos no apoya esa última frase.

Es cierto que al principio este tema no me llamaba la atención. Como artista creo que siempre tienes que ir a la búsqueda de nuevas sensaciones. Pero tras haberlo probado he visto que me gusta, me resulta excitante, el hecho de retomarlos y adaptarlos al enfoque actual.

En ‘Valentina’ recuperas la esencia cruda de Steve Albini, el afamado productor con el que trabajasteis en el pasado.

Una vez le pregunté a Albini qué estudios de grabación emplearía en caso de tener que grabar en Europa. Me dio solo dos nombres. Black Box en Francia, y el mítico Abbey Road londinense. Nos decantamos por el primero, que casualmente fue montado por Iain Burgess, un técnico muy influenciado por el productor estadounidense del que estamos hablando.

Lo del movimiento C-86 que os puso en el mapa queda ya algo lejos. El número empieza a estar cerca de identificar tu edad…

¡Oye, no te pases, que no soy tan viejo! (risas) Lo del C-86 fue un gran momento. Fue excitante ser parte de esa corriente. Pero ya sabes como son estas cosas, pronto nos quedamos caducos para la opinión pública, y muchas de aquellas bandas nos fuimos distanciando.

¿Alguna de ellas sigue llamando tu atención?

Toda la vida he sido fan de The Primitives. Hace poco tuvimos la oportunidad de tocar con ellos en Londres y fue algo mágico. De las actuales me gustan mucho The Like, una ‘girl band’ de Nueva York con un sonido netamente ‘sixties’.

¿Y el jazz?

Aún no pude echarle un vistazo al cartel del Jazzaldia, pero es un estilo que sí me gusta. A ver si hay algo de su vertiente más tradicional (no soy defensor del jazz-fusión) y puedo pasar a verlo.

Para fusiones, las de los miembros de tu banda. Anda que no hubo baile en ese sentido…

Siempre fuimos una formación con muchos cambios. Y me gusta que sea así. Las incorporaciones siempre traen consigo nuevas ideas y eso te hace avanzar.

Parece que la cuestión ya se ha estabilizado. No hubo cambios los últimos dos años.

Bueno, no exactamente. El guitarrista Graeme Ramsay nos ha dejado para centrarse en otros proyectos. Le ha sustituido Patrick Alexander, un músico de Hong Kong con el que ya estoy trabajando en las futuras canciones.

Ya veo que andas pensando en los siguientes pasos.

Estaremos de gira hasta finales de año con la recuperación de “Seamonsters”. Y habrá una versión libro de “Valentina” que verá la luz en octubre. Será una especie de “making of’ que contendrá las letras de las canciones, una descarga gratuita del disco y una película. Y, por supuesto, seguro que encuentro tiempo para participar en más comics (risas).

Jazzaldia 2012: ¡Que divertida función!

Uno creía haberlo visto todo, o casi, sobre un escenario musiquero. Y llega nuestro Jazzaldia y acerca a nuestra ciudad a una pandilla de canadienses chalados con sus locos cacharros para interpretar, en clave de “me he encontrado esto por casa y suena”, las canciones de Tom Waits.

El resultado es una actuación original y divertida. Qué se puede esperar de unos mozos (y mozas) que se hacen llamar “La orquesta de los hombres orquesta”. Personajes que algunos de nosotros siempre hemos adorado por esa mezcla de autosuficiencia, creatividad y comicidad.

Siendo estrictos, solo uno de ellos, el que lleva la voz principal (la más mimética, más para reafirmar al autor original que para vivir bajo su sombra), mantiene la estampa clásica de bombo a la espalda y platillos en su cima. El resto lleva con honor la etiqueta, presentando nuevos usos a elementos que nos rodean en el día a día.

La elección del autor no es casual. Las composiciones arrabaleras y rotas del norteamericano le van como un guante a esta representación. Hay espacio para mil percusiones: baterías vocales y trampas de ratas, cojines o sartenes como elementos tañidos. Pero no vamos a detallar todos los cacharros que sonaron ayer en el Teatro Victoria Eugenia. Mermaría la sorpresa que se den quienes asistan al segundo turno, el que se llevará a cabo esta tarde en idéntico emplazamiento

La cita está repleta de ingenio. Y es muy teatrera, idea reforzada por el parón de 15 minutos que divide los dos actos. El escenario adquiere una pinta que bien podría ser una mezcla de un mercadillo callejero, algún escenario olvidado de la película ‘Delicatessen’ o el trastero de la casa de los abuelos. Sobre él, sin perder nunca el lado cómico, se interpretan temas del gran Tom Waits. Así, tras el arranque con ‘Rains on me’, fueron sonando algunas melodías conocidas: ‘Shoot The Moon’, ‘Jesus Gonna Be There’, ‘Cold Water’, ‘Barber Shop’, ‘Dirt In The Ground’, ’16th Shell’, ‘Underground’…

En total fueron casi dos horas de actuación bien gozada. La gente les despidió de pie, con una sonora salva de aplausos que hizo que volvieran para interpretar un bis en apariencia no previsto. No se ustedes, pero yo me imagino a los asistentes llegando a casa, cogiendo un par de dedales y probando a tocar una de sus canciones preferidas. Señores de la orquesta, espero que no hayan creado un monstruo.

Jazzaldia 2012: Pura elegancia bajo el sol

Náutico: Dícese del zapato ligero utilizado en ocasiones informales. Con suela de goma, este calzado se creó a principios del siglo XX. Como nuestro Náutico, el emblemático edificio de Aizpurua /Labayen situado en la entrada del puerto donostiarra, construído en 1905.

En sus terrazas públicas ya se han asentado las carpas que el Jazzaldia ha montado los últimos años. Espacio en el que DJs y bandas en pequeño formato amenizan las tardes a los numerosos presentes. Si acompaña el sol, como sucedió ayer, las vistas de la bahía pueden emplearse para dejar descansar la vista en el horizonte de manera inmejorable. De ello puede dar fe Hyperpotamus, el madrileño que actúa esta noche en San Telmo y que, refresco en mano, paseaba por el lugar.

Los náuticos llevan suela antideslizante. Quien sabe si para que el respetable no trastabillara sus bailes ante las músicas del neoyorquino Nickodemus, quien vino acompañado de un saxofonista. O por las energías desprendidas de las canciones lanzadas por los posteriores Dj Arka y DJ Makala (un hombre feliz tras haberse desfogado la noche anterior con su Jazz Funk Band en el Be Bop capitalino). Tonos cálidos y sabrosos, caribeños, latinos, africanos, brasileños. Latitudes de clima templado en las que suele ser habitual, acertaron, el uso de los zapatos náuticos.

Esta idea bautizada como ‘Nauticool’ se estira hasta el domingo. Y si en su plan de hoy está pasar por la zona, apunten al menos un nombre: DJ Punko. En la maleta de este donostiarra viajan algunos de los mejores singles de raíz negra. Si prefieren música interpretada en vivo y con aires jazzeros, Jazz Triangle puede ser la respuesta que buscan. O AupaQuartet, cuarteto de cuerda cuyos miembros forman parte de esos Et Incarnatus que acompañan a Antony en su cita donostiarra.