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Etiqueta: David Navascues

David Navascues: Exposición en Drum

Algo bueno debe tener nuestro sistema educacional actual. Es, o mejor dicho, fue el responsable de que David Navascues (Tolosa, 1972) quisiera cambiar con la mayor celeridad posible el tema de la física, la química y las matemáticas por los trazos y los colores. Viendo los resultados, podemos afirmar que el cambio fue a mejor.

Navascues, conocido de manera local por haber hecho carteles para diferentes estamentos públicos (Es el autor, por ejemplo, del premiado afiche del Jazzaldia 2003, aquel del guitarrista), marchó pronto de nuestra Guipuzcoa a la inquieta Barcelona a estudiar cómo hacer “aquellos dibujos que veía en las revistas y que tanto me gustaban”.

La ciudad se le quedó pequeña, y con sus maletas y rotrings pilló el primer vuelo a la Gran Manzana. Una experiencia que le ha permitido hacer trabajos para empresas inmensas de aquí (El País, Editorial Planeta, Levi Strauss España) y de allí (Wall Street Journal, New York Magazine, United Airlines, Village Voice, London Times, Forbes, Vibe magazine).

Ahora, mientras nos cuenta que las vallas japonesas pronto contarán con dibujos suyos y que sus obras pronto se mostrarán en un libro de la editorial Taschen, David Navascues inaugura esta tarde su exposición en la donostiarra tienda de discos / galeria Drum, establecimiento que este fin de semana está de celebraciones por su tercer aniversario.

¿Cuando se interesa este tolosarra por el mundo del diseño?

No era muy buen estudiante, y con esta opción evitaba estudiar carreras en las que se solicitara la dichosa Selectividad. Recuerdo que una vez vi una revista de diseño, repleta de gráficos. Me gustó mucho y pensé… “¿y esto quién lo hará?” La profesión aquella no me sonaba de nada, y fui investigando en el mundo del diseño gráfico. Descubrí que Barcelona era un sitio donde se podían estudiar estas materias de manera específica.

Y decides irte a la Escuela de Arte y Diseño EINA de la ciudad condal

Sí, y para el tercer año ya estaba trabajando con una beca en La Vanguardia. Eso me vino bien, porque creo que la mía es una profesión en la que debe primar la práctica a la teoría.

Pronto te entraron ganas de cruzar el charco.

De Barcelona me fui a Nueva York para dejar de lado los primeros pasos que había dado trabajando en los estudios de diseño gráfico, huyendo de las órdenes de un jefe, buscando crear con menos restricciones. Quería impulsar mi lado dedicado a la ilustración, desarrollarme más en ese campo.

¿Qué diferencias hay entre Barcelona y Nueva York?

Algunas cosas funcionan mejor allí y otras, sorprendentemente, peor. El diseño gráfico como estilo no tiene mucho criterio en Estados Unidos. Todo cabe, muchas veces ves cosas que no están bien hechas.

En lo positivo, hay más oportunidades para trabajar, y se valora más tu trabajo. Hay una relación de igual a igual entre el cliente y el diseñador. Aquí hay más picaresca. El que te contrata sigue intentando regatearte el precio o presionarte para que le entregues antes el trabajo.

¿Y nuestra pequeña urbe, que tal anda en estos temas?

Nunca ha sido un sitio especialmente puntero, ni lo es en estos momentos, pero va mejorando poco a poco.

Tu vocación internacional es imparable

Ahora mismo estoy trabajando con Japón, donde una cadena de tiendas de ropa ha seleccionado unas ilustraciones mías para colocar en vallas publicitarias y esas lonas que cubren las fachadas de los edificios. Pero es un lío trabajar en varios continentes porque en Asia son 6 horas por delante y en Nueva York son 6 horas por detrás. Es importante controlar el tema horario, saber qué quieren decir unos y otros cuando afirman que te van a llamar a primera hora (risas).

¿Que artistas han influenciado tu vida creativa?

En la rama del diseño gráfico debo mencionar al constructivismo suizo: el empleo de los elementos de manera simple, con una sola tipografía, con pocos elementos.

A nivel de ilustración siempre me han gustado las portadas de discos de Jazz, David stone martin, las cosas del sello Blue Note y esa gráfica de los años 60. También me atrae el cine de finales de los 60 y principios de los 70: los encuadres, los títulos de crédito…

La música siempre ha sido un referente importante en tu vida.

Soy muy aficionado a la música, siempre estoy comprando discos. Y recientemente he empezado a pinchar discos.

¿La música aparece en tu nueva expo?

No, es la primera vez que intento poner en palabras lo que voy a exponer, es como un lenguaje geométrico. Tiene masas más grandes, elaboradas con tres colores (rojo, blanco y negro), difícil de explicar con palabras, empleando una especie de lenguaje de formas.

Tu ilustración es de corte cálido, según las tonalidades empleadas.

Alguna vez ya me han comentado que transmiten cierta tranquilidad. Me cuesta mucho salir del trío de colores que te comentaba antes, quizás porque me funciona mucho y porque el color como tal no me interesa mucho.

¿Cuál es tu relación con el ordenador?

En el caso de ésta exposición, empleo el ordenador como herramienta generadora de formas geométricas. Pero no busco que el resultado final sea digital. Las obras van a ser vinilos adhesivos sobre metacrilato. Quería evitar el acabado con plotter o reproducción digital, un sistema que he empleado a veces pero que no me convence del todo.

A tu cartel del Jazzaldia le otorgaron el tercer premio en el Concurso de Carteles Marc-Martí, de cuyo Jurado forman parte Javier Mariscal, América Sánchez, Peret y Lluis Bassat.

Rellené las bases y lo envié sin mucho convencimiento, pero el galardón fue una agradable sorpresa. Además, la organización es muy activa, recopila los carteles de todas partes, incluso de la calle, y los selecciona para su evento. Cualquier anuncio vale con tal de que sea público, lo que hace que haya muchas obras seleccionadas.

Esto de los reconocimientos abrirá puertas para futuros trabajos

Sí, pero yo no suelo ofrecerme como diseñador gráfico. No tengo infraestructura, ni gente que me pueda ayudar a sacar adelante los trabajos en este campo. Mis fuerzas las dedico a carteles o cosas más pequeñas, cosas que pueda empezar y acabar yo mismo.

¿Los próximos pasos?

Ahora mismo estoy con lo que te comentaba de Japón, sin olvidar los encargos habituales para el mundo editorial con sede en Nueva York. Y este año me han seleccionado para un libro de la editorial Taschen, de su colección Ilustration Now, donde se recopilan los trabajos de una selección de ilustradores. La obra se publica este verano.

Exposición «Desafinado»: Los mil trazos de las melodías

Esta tarde se inaugura en la galería donostiarra Drum la exposición “Desafinado”, uno de los últimos ejemplos de la comunión casi natural entre lo sonoro y lo visual. Cinco diseñadores gráficos ubicados en donostialdea presentan sus trabajos más personales, creados alrededor de esa pasión común que rodea sus vidas: la música. Ese arte armonioso que Ainara LeGardon atacará en acústico en la inauguración y el Drum Team DJs hará girar en la fiesta posterior.

Empezamos hablando con Javier López Altuna, coordinador de esta muestra y artista incluido en la colección, sobre esos mundos tan cercanos. “La relación entre grafismo y música se muestra muy clara en los discos. La idea de “desafinado” nace como consecuencia lógica de nuestro interés por estos dos ámbitos. No hay que olvidar que nosotros vendemos discos arriba y exponemos arte abajo”.

Le acompañarán nombres de diligente afán creativo: Iker Spozio, Jose Luis Lanzagorta, Jose Antonio Iglesias “Blami” y David Navascués. Algunos les sonarán más que otros, dada la repercusión mediática con la que pueden contar Navascués (creador los últimos dos años de las iconografías del Jazzaldia) o Blami (DJ e inquieto autor que dirige el arte de Loreak Mendian).

Quien investigue más a fondo descubrirá a un antiguo dueño de una casa de discos indie e ilustrador de portadas para sellos discográficos como Rough Trade (Iker Spozio) y a un músico que va camino de convertir su amor por las armonías en su modo de vida, ya sea como ejecutante en La Buena Vida o como diseñador de inspirados carteles de clara ascendencia pop (Lanzagorta).

La exquisita canción de Jobim, esa melodía que suena todos los jueves de verano en el carillón de la ciudad holandesa de Middelburg, da nombre a una recopilación de trabajos donde la creatividad se deshace de los habituales corsés laborales. “Aquí los artistas pueden enfocar la relación grafismo / música de un modo totalmente libre y hacer propuestas que se salgan del terreno acotado por el mercado en los encargos convencionales”.

Blami apuesta por un misterio que se salta a la torera las leyes físicas. “Presento un total de 300 obras en esta muestra”. El lasartearra es un habitual de estos mundos expositores. Sus ramalazos artísticos abarcan desde el pop hasta las representaciones pictóricas más irónicas, conjugando la simplicidad de los trazos con el exacerbado detalle de sus obras materialmente más amplias. Una de esas obras extensas le tiene especialmente orgulloso últimamente. “En una nueva tienda de Loreak Mendian en Australia se ha realizado un mural con un dibujo mío. Y ha quedado precioso”.

El Italo-donostiarra Spozio plasma en esta exhibición colectiva sus obras inspiradas por los vaporosos Flying Saucer Attack y el inclasificable Screamin’ Jay Hawkins. Este diseñador demuestra vivir la música en un sentido tan íntimo como vital. “Supongo que la música es, entre todas las artes, la que más fuerza tiene a nivel emocional. Orfeo podía hacer que hasta las piedras lloraran, ¿no?”.

Antes de asentarse en Donostia, Spozio montó su propia discográfica, See-Through Records. Ahora mata el gusanillo como miembro del Drum Team DJ. Sin olvidar su participación como ilustrador en asentados proyectos foráneos como The Ptolemaic Terrascope, “ una revista inglesa de gran prestigio en el ámbito de la sicodelia, el folk y la música sixties”.

Lanzagorta presenta en esta exposición “desafinada” una selección de trabajos realizados y publicados. A lo largo de estos últimos años ha ido moldeando sus ideas más personales. “Mi trabajo siempre ha estado basado en una relación comercial con un cliente. Ahora me interesa buscar vías de expresión más «artísticas», más ligadas a la propia expresión plástica”.

Este creativo palentino siempre supo que el diseño gráfico y la música guiarían su vida. “Me encerraba en mi habitación con unos rotuladores, el letraset, ponía un disco (de vinilo, por supuesto) y llenaba folios con bocetos de carteles de música pop”. El C.A.T. y nuestro internacional Jazzaldia ya le han tenido como creador de su imaginería.

Su relevo en la iconografía festivalera parece haberlo tomado David Navascués. Suyos son el piano del año pasado y el guitarrista de jazz que ahora identifica a nuestro Festival Internacional de Jazz. “El Jazzaldia me ha servido para poder hacer carteles de jazz, que es mi tema preferido”. Dicho tema sigue presente en los 35 pequeños cuadros que expondrá. De creación exclusiva para esta muestra, las  láminas relacionan dibujos abstractos con nombres de músicos cercanos al free jazz.

Artista de proyección internacional (“Acabo de terminar una serie de ilustraciones para la revista New Yorker”), Navascués se deja inspirar por generaciones pasadas. “Me parecen muchísimo mas interesantes las cosas que se hacían en los años 60 y 70”.

Y por último, pero no menos importante, abordamos al coordinador Javi López Altuna en su faceta artística. Su imaginación siempre discurre por mundos de músicas giratorias. “Yo he basado mi intervención en la pura ficción. Imaginaba que montábamos un local de música negra en Donostia (“Dark”). En la exposición está el cartel de la sala con la programación de Septiembre del 2006. Quizás para entonces no sea una quimera”.

En su espacio expositor también se podrá disfrutar de su pieza de cartón rizado dedicada a Sambola, icono de esa música brasileña que tanto adora nuestro Lopez Altuna. Él, como el resto de los participantes, tendrá su pequeño espacio en la presentación de esta tarde para pinchar en Drum sus tonadas preferida.

Porque, no lo olviden, a ellos la música es lo que les pone las pilas. Como dice Lanzagorta “Creo que la música es el arte que más “empapa”, el que más emociona y el que más te empuja para hacer cosas”.