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Etiqueta: Bill Ryder-Jones

Bill Ryder-Jones: Una noche irrepetible

La iglesia donostiarra de Zorroaga volvió a abrir sus puertas para un concierto de música pop. El llenazo de la sala confirmó lo apropiado de la apuesta de Music Box, la rama de nuestra capitalidad cultural que propone eventos en sitios poco habituales. La cita fue doble y contó con la presencia de un atractivo grupo local y un soberbio autor británico que supo sobreponerse a los acontecimientos con maestría. Es la ventaja de hacer canciones estupendas. Que por mucho que la noche se tuerza sabes que saldrás victorioso.

Desde Arrasate llegaban Mary May & The Muppets, la banda capitaneada por María Fagan Sagasta. Su folk aguerrido recuerda a las andanzas de aquellas figuras de los años 90 (Kristin Hersh, Throwing Muses). La actuación dejó muy buen sabor de boca, ligeramente empañado por esos últimos divertimentos que no casaban con el resto de su lista.

Tras ellos arribaron Bill Ryder-Jones y su diezmada banda: El bajista tuvo que ser ingresado en un hospital local por problemas estomacales. Convirtiendo pegas en retos, la iglesia inaugurada en 1910 fue “el sitio perfecto para probar mis tonos más tranquilos en este obligado formato semi acústico”, como nos confirmaría el autor inglés en los camerinos al final de la noche.

Aparcadas las energías de su último CD, el nervioso “West Kirby County Primary”, su actuación fue un maravilloso viaje por sus discos anteriores. Con la puntual compañía del resto de socios de la gira (batería y teclista), sus rasgados solitarios y esa voz tierna y conmovedora se bastaron para ofrecer una velada sensacional. Tan solo la escucha consecutiva de“By the morning I “ y “Cristina“, dos cautivadoras odas a la melancolía, hizo que la asistencia mereciera la pena.

Afable y divertido entre temas, Ryder-Jones amagó con tocar temas de Jimmy Hendrix y los Smiths antes de atacar el “Two Lines” de Lightships, el proyecto en solitario de otro iluminado de las melodías, Gerard Love (Teenage Fanclub). Y emocionado por la respuesta general y lo singular del lugar, en el día que todo parecía alinearse en su contra, el británico ofreció por primera vez en su carrera musical un “bis” nada más acabar su set habitual. Otro ejemplo más de que asistimos a un concierto irrepetible de un artista extraordinario. De esos que nos confirman que aún hay sitio en el mundo para melodías cuya sencillez nos desarma el interior.

Donostikluba: Tres días en danza

La joven banda bilbaína Zenttric tuvo un mini éxito hace unos años titulado “Solo quiero bailar”, con un estribillo pegadizo que se basaba en la repetición de dicha frase. Y Donostia pareció darle la razón, si nos atenemos al fin de fiesta del Festival Donostikluba que se ha celebrado este fin de semana en la capital guipuzcoana. El sábado fue el día de mayor afluencia de público, con una sala Gasteszena cercana al tope. Bandas nacionales y extranjeras de corte electrónico y brioso encabezaban el cartel, demostrando que la ciudad de espíritu juvenil disfruta con estas actuaciones.

Mendetz y The Whip fueron los grandes triunfadores de la velada. Los primeros, catalanes, demostraron gran coordinación y gusto por los detalles en cada una de las composiciones. Sus maneras sintéticas fueron las más bailadas del Donostikluba. Y mira que tuvieron trabajo el sábado, empezando el día con una sesión DJ en la tienda de uno de los patrocinadores del certamen, y acabando la noche de igual manera en la sala del barrio de Egia.

The Whip, banda sorpresa del primer festival Kutxa Kultur de Igeldo, regresaba a la ciudad para confirmar aquel buen sabor de boca con pegada y canciones. Lo suyo está más cercano a la energía rock que impregnaba los temas de la movida “rave” inglesa. Con subidones a lo Orbital y mucho ritmo entrecortado, el trío se bastó y se sobró para agitar el local, acercándose a Depeche Mode en los mejores temas y cumpliendo con creces en el resto, de corte más “hooligan”.

Baile diario

“Pero eso de que sea el día para bailar es una verdad a medias. Yo también bailé el viernes, y el jueves”, nos espetaba un fiel del certamen, no sin razón, cuando le expusimos esta teoría la noche del sábado. Nadie puede negar que el rock y el pop también hacen mover al cuerpo, aunque la agitación de sus fieles sea menos visual.

Porque uno también se puede cimbrear con los cantares de La Mala Rodriguez, uno de los exponentes del hip hop nacional y protagonista de los micros la tarde del sábado. O con las propuestas de los grandes triunfadores de la noche “indie” del viernes: Wild Honey y Kokoshca.

“El cariño salvaje” madrileño vino con toda la banda a Donostia para presentar su excelente disco “Big Flash” tras una mini gira por Japón. Guillermo Farré, su alma mater, el creador que siempre tendrá cara y alma de niño, hace canciones como soles. Un pop de alto octanaje que se acerca a Brasil cuando la cosa se pone más tierna. Momentos suaves y emocionantes en los que les tocó pelear contra los murmullos de aquellos que esperaban la actuación de Miss Cafeína. Peor lo pasaron los chicos y chicas de Doble Pletina, embajadores del costumbrismo popero que exportamos hace unos años bajo la etiqueta de “Donosti Sound”. A mayor suavidad en las ejecuciones, mayor volumen asistencial.

Donostikluba es un festival barato en sus entradas, dado que nos permite ir a ver a la banda que deseas y “chascarrillear” el resto del tiempo. Una pena que se haya ido perdiendo el afán descubridor de estas reuniones. Con lo bonito que es abandonar el lugar con un disco que no conoces bajo el brazo o un nombre de banda apuntado en un papel o el móvil. Nos sigue faltando un punto en esa cuestión, aunque en el resto de grandes ciudades la cosa anda bastante peor.

Pero sigamos pegando botes con las propuestas. Porque los navarros Kokoshca se doctoraron en nuestra ciudad. Con un CD recién editado en Ayo Silver, una pequeña discográfica donostiarra, arrasaron la sala Gazteszena con la mejor combinación de rock, energía y vitalidad vista en meses. Fusionando los diferentes estilos que suelen presentar en sus canciones, a ratos similares a la Velvet Underground más cabreada y otros embriagadores, caso de los temas “Directo a tu corazón” o “La Fuerza”.

Hubo más maneras de zarandear el cuerpo. Y el alma. Bill Ryder Jones y Deptford Goth ofrecieron conciertos delicados y profundos. Za! lo lanzó todo por los aires con su coctelera imposible. Y los madrileños Cohete sonaron mejor que nunca, con ese pop de trompetas juguetón y vitalista.

Aunque supongo que la mejor de las conclusiones es la de ver al director del festival contoneándose entre el público en algunas actuaciones, siempre con la sonrisa en la cara. Todos los directores culturales creerán en su propia oferta y la defenderán como la mejor. Pero ver a un responsable expresarse corporalmente de esta manera es el mejor ejemplo de su dedicación y convicción. Donostikluba ha vuelto a ser un éxito en sus propuestas. Y que nos quiten lo bailado.