Saltar al contenido

Etiqueta: Antonio Orozco

Único y repetible

Intérpretes: Antonio Orozco (voz), J.J. Caro (piano), John Caballés (guitarra), Marcos Orozco (batería), Àngela Puertas (actriz), Albert Riballo (actor). Lugar: Auditorio Kursaal (Donostia). Día: 23/06/2019. Asistencia: lleno, unas 1800 personas.

«Estás a punto de formar parte de ‘Único’. No grabes. No hagas fotografías. Ayúdanos a mantener el secreto de lo que vas a vivir». El mensaje que la megafonía del Kursaal emitió antes del concierto de Antonio José Orozco Ferrón (Barcelona, 1972) parecía que iba a ser como ponerle puertas al campo. Y para nada. Muy poca gente puede conseguir que le hagan caso en ese sentido. Y “Orozko”, como rezaba un cartel casero situado en la planta superior del patio, es uno de ellos.

Uno entiende la razón de la petición, el deseo de que nada trascienda, el anhelo de que todo se viva, buscando disfrutar del momento sin depender del móvil. Hubo paparazzi de barrio que quisieron llevarse un recuerdo. Y a quien el cantante pilló in fraganti le cayó un buen vacile desde el micro.

Porque Orozco tiene salero, canciones y una exposición televisiva tremenda. Y tira de todo eso para montarse un espectáculo en el que las músicas comparten el protagonismo con los monólogos y unas pequeñas piezas actorales que parecen a veces “Matrimoniadas 2.0”.

En “Único” hay canciones, faltaría más. Todas más conocidas que la receta del huevo frito si nos fijamos en la respuesta del público. Asistentes que le ovacionaron, chillaron, aplaudieron y animaron durante todo el show. Gente que vivió cada canción como si fuera la última de la noche. En este ambiente digno de los Beatles el autor inició la velada con “Mi héroe”, primer momento en el que el auditorio casi se vino abajo.

En “El viaje” modernizó el deje “aflamencado” de sus temas y con “Estoy hecho de pedacitos de ti” presentó su lado más épico. “Podría ser” y “Devuélveme la vida” fueron completadas por los presentes cuando el protagonista decidió dejarles ese espacio. “Moriré en el intento” se apoyó sobre frases de autoayuda proyectadas sobre una pantalla. Una sábana que también se empleó para recordar los éxitos del cantante durante su carrera o proyectar fotos de cuando era un mozalbete. También hubo recuerdos a Alejandro Sanz, Pablo López y el local Álex Ubago. Todos ellos socios de sus aventuras televisivas.

Pero créanme si les digo que esas tonadas no fueron lo más relevante. Apoyado en su cercanía a la gente, Antonio Orozco se presentó como un buen monologuista. El autor aprovechó su verbo para presentar pasajes de su vida, pedir una donación a una causa benéfica, pincharle a la gente por haber cantado una versión ajena más alto que una composición propia, meter toques locales, elevarse el ego o lanzar un guiño a los “hombres que acompañan a sus parejas a los conciertos de Orozco”. Y todo de manera informal y divertida. En pocas palabras, conectó. El resultado fue una gala de variedades donde el foco principal supo emocionar a los fans durante dos horas y media de presencia.

Antonio Orozco: Buen menú

Intérpretes: Pedro Javier Hermosilla, Antonio Orozco
Lugar: Auditorio Kursaal (Donostia)
Día:14-04-2007
Asistencia: Unas 800 personas

El bar que hay debajo de mi casa tiene una carta muy sencilla en elaboración y variedad: macarrones y ensalada, filete o pescado, flan y natillas. Y puerta, que hay gente esperando.

Otros prueban, innovan, cambian de salsas o de cocineros. La tasca de mi barrio no. La camarera lleva muchos años cantando la misma cancioncilla. Y las mesas se ocupan día sí y día también.

De la misma cocina (musical) es Antonio Orozco, que llegaba a nuestra ciudad después de ocho años sin hacerlo. Su última visita fue al extinto Bar Kandela del Antiguo donostiarra. Pero en lo creativo seguimos con lo mismo de hace un lustro en la cocina de Casa Orozco: macarrones, filete y flan.

En lo populista ocupa, y perdónenme las acérrimas seguidoras que abundaban en el Kursaal donostiarra, un pequeño huequito dentro de la gran esfera. Quién sabe si por compartir listas de éxitos, actuaciones promocionales o casas de discos, pero todos acaban teniendo cosas en común entre ellos.

Maneja el señor Orozco dejes andaluces como Ketama, pero el catalán es más rockero. Vive a pocos pasos del trenzas de Melendi, pero su chorro de voz no es vergonzoso. Como todos ellos, y otras bandas como Jarabe de Palo, emplea unos registros compositivos que para los menos habituales a sus fogones giran siempre sobre los mismos alimentos. La fórmula encandila a los fans. La poco nutrida parroquia guipuzcoana se mostró alucinada con el espectáculo.

El aflamencado barcelonés ha sabido crear un montaje de grandes escenarios que no parece comprimido en nuestro cubo playero: Un par de pantallas de fondo, siete músicos de acompañamiento, los detalles a la hora de ordenar los temas, la abundante presencia de la guitarra eléctrica, el paseo entre los asientos de la sala. Lo normal en estos grandes actos, vamos.

Cuando la música no acompañaba a sus palabras el cantante se mostró bastante majete. Se soltó a hablar en euskera y enganchó con mucha soltura con unos asistentes que la organización decidió con acierto agrupar en los asientos más cercanos al escenario. Un público que vibró con sus singles, poniéndose de pie una y otra vez mientras decenas de cámaras de fotos retrataban a su ídolo durante la velada de casi dos horas.

Al comienzo de la misma actuó Pedro Javier Hermosilla. Gastando maneras similares a la estrella principal y con versión de Crowded House incluida, su sencilla propuesta sonó bien hermosa y encantadora.