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Categoría: Críticas de conciertos

Tindersticks: Una variedad exquisita

Intérpretes: Stuart Staples (voz), Neil Fraser (guitarra), Stanley Staples (guitarra), David Boulter (teclado), Dan McKinna (bajo), Earl Harvin (batería). Lugar: Teatro Victoria Eugenia (Donostia). Día: 09/01/2023. Asistencia: unas 500 personas.

“Barítona”, “atormentada”, “misteriosa”, “sugerente“, “cavernosa”. Estas son algunas palabras que hemos leído sobre la voz de Stuart Staples, cantante de la banda que ayer visitó de nuevo el Victoria Eugenia donostiarra. Tindersticks volvía al escenario en el que grabaron el disco “Live San Sebastian 2012” para celebrar sus 30 años de carrera y la publicación de un recopilatorio.

Una compilación sobre la que se ha estructurado esta gira y cuya elección de melodías siempre deja fuera alguna que nos ha tocado de una manera más profunda. Los seguidores de sus primeros discos pudieron torcer el morro ante la escueta elección de canciones de aquel sorprendente inicio (‘Her’). Pero sería injusto hacerlo frente al excelente estilo que gastaron los autores en cada una de los pasajes. Desbordando emoción y belleza desde el comienzo con la mínima ‘Willow’. Tocando los instrumentos de una manera tan suave que bien podrían pasar de abuelos a nietos sin cambiarles siquiera las cuerdas.

Una noche repleta de ejemplos de una orfebrería que tan pronto defendía los cánones de Serge Gainsbourg como se lanzaba a las aguas mediterráneas y coqueteaba con los esqueletos del funk. Con muchos temas que tiraron hacia el soul contenido (‘Second Chance’) y momentos de pop vivaracho (‘The Amputees’) o sombreros vaqueros (‘See my girls’). Dejando espacio para sosegadas versiones ajenas (‘Johnny Guitar’ de Peggy Lee) con una melancolía que brotaba aquí y allá para llevarnos desde las callejuelas urbanas nocturnas hasta la intimidad de una habitación.

A la lista de canciones parecieron caérsele dos o tres nombres de los inicialmente previstas. La tos de Stuart Staples entre temas, y el agarrarse la garganta en la despedida final, bien pudo indicar que las cuerdas vocales del protagonista estén algo afectadas estos días. Por supuesto que no se notó ni un segundo cuando le tocó entonar en esta cita tan distinguida que hizo del tortuoso lunes un día fantástico.

Benito Lertxundi: El rey elegante

Ayer Benito Lertxundi cumplía 81 años. 972 meses. Con un pelazo que ya quisieran para sí muchos de los lectores. Se dice pronto, pero la carrera del guipuzcoano Benito Lertxundi no es moco de pavo. Este hombre, nacido un día de Reyes feliz para toda la familia salvo para un hermano pequeño que, como nos contó anoche el bardo de Orio, “estaba contento con tener un hermanito, pero hubiera preferido que los Magos de Oriente le hubieran traído mandarinas”, llenó el viernes el Auditorio Kursaal de un público que empezó deseoso, siguió feliz y acabó muy satisfecho.

Señores, chicas y algún que otro zagal que oteaban el puesto de venta de productos promocionales situado a la entrada del recinto buscando completar su discografía, ojear el libro, adquirir una moderna Tote Bag o pillar uno de esos CDs que, como comentaba una joven presente, “es una pena que ya no puedan escucharse en el coche porque ya no hay lectores”.

La vida corre para todos salvo para Lertxundi, el “Melchor” de la fiesta, quien tiene el oído fresco para dejarse atrapar por sonidos más jóvenes. Empezando por la formación que le acompañaba, buena mezcla de juventud y experiencia. Ahí estaban el siempre ajustado pulsar del guitarrista Angel Unzu, la batuta sutil a las teclas negras y blancas de Juantxo Zeberio, la variedad del chelista Pello Ramírez, el gaseoso teclado y la voz de Olatz Zugasti…. En total fueron nueve músicos fabulosos que viajaron siempre detrás de ese canto que tiende a narrar, aportando detalles de calidad (‘Udazken Koloretan’) y desfogándose en las varias y variadas instrumentales que emergieron en el listado de, agárrense, 135 minutos y 30 piezas.

El arranque nos mostró al guipuzcoano más Leonard Cohen. Puro (‘Urrundik heldu naiz’) y mediterráneo (‘Nintzenaz oroitzetan’) en un espíritu que tendría más apariciones posteriores. Con una elegancia folk que se le caía del bolsillo del pantalón vaquero (‘Laket dut’) y un viaje pop que ya querrían para sí muchos indies (‘Oi Lur’). Obras como ‘Baldorba’ permitieron disfrutar de un público que se lanzó con arte y sutileza a cantarle todas y cada una de las estrofas. No faltaron los arrebatos de nocturnidad francesa (‘Ibertzean’), los aires de canción ligera (‘Isil isilik’), los apuntes de “Americana” (‘Nigarra begian’) y más de un curioso parentesco auditivo: ¿Alguien más intuyó a Coldplay en ‘Belar Nerabean’ y a Itoiz en ‘Nahiago nuke’?

Y mientras alucinábamos con el country puro de ‘Kimu bat Zuhaitzan’ y la belleza de las composiciones más acústicas (‘Bizipen margotuak’, ‘Zugan bizi dena’), la velada fue entrando en su recta final con el oriotarra más distendido al micro mientras el fondo sonoro se hacía más calmado y etéreo. El mundo al revés. Cuando todos los grupos acaban pegándole fuerte a su cancionero nuestro cantante tendió al relajo.

El autor, que se emocionó en más de un momento, tenía un as en la manga. Porque en ese sector de cierre sonaron varias de sus piezas más conocidas: ‘Jaun baruak’, ‘Bizkaia maite’, la vitalista ‘Mirotza’, ‘Ez nabil ezeren bila’. Con ella, la última de sus creaciones, cerró una cita donostiarra en la que dejó que sus músicos se despidieran en solitario del público puesto en pie. Él, Benito Lertxundi, puede darse por satisfecho tras la función. No ya por la edad, que también, sino por haber ofrecido un concierto bello, variado y muy elegante.

Jon Maia: Pura emoción

Intérpretes: Jon Maia (voz), una banda de cuatro músicos y numerosos colaboradores. Día: 28/12/2022. Lugar: Auditorio Kursaal (Donostia). Asistencia: lleno, unas 1800 personas.

De los 550 del Victoria Eugenia de principios de año a los 1800 asistentes del Kursaal de ayer el ‘Kantu bat gara’ de Jon Maia no ha hecho más que crecer. Su fiesta del euskera es acogedora, romántica, abierta, solidaria y esperanzadora.

Maia, fabuloso comunicador, cedió muchas veces el foco a los invitados. Como las niñas bertsolaris de apellido extranjero, un momento palpitante. Antton Telleria dio la réplica humorística, invitó a los descubridores de la mano de Irulegi, conmovió en el recuerdo a su abuela mientras su hija Eire Maia nos erizaba con su versión de Anari.

Porque el urretxuarra ha escrito algunas de las letras más famosas de nuestro pop (Negu Gorriak, Benito Lertxundi, Gari, Mikel Urdangarin). Piezas ayer reconstruidas a su antojo, a veces afrancesado, otras cercano al jazz, siempre dejando espacio para la voz en sus suaves pulsos. Sumando todos los elementos el resultado fue otro concierto muy emocionante y feliz.

Jorge Drexler: Bendito desconcierto

Intérpretes: Jorge Drexler (guitarra, voz), Javier Calequi (guitarra), Carles “Campi” Campón (bajo), Meritxell Neddermann (teclados) Borja Barrueta (batería), Alana Sinkëy (voz), Miryam Latrece (voz). Lugar: Auditorio Kursaal (Donostia). Dia: 03/12/2022. Asistencia: unas 1200 personas.

Con ruido ambiental de pajarillos y un escenario sencillo y elegante, uno de los más bonitos que hayamos visto nunca en el Kursaal. Así recibió el auditorio a unos espectadores que hicieron que la de ayer fuera la cita más populosa de Jorge Drexler en Donostia.

Hubo mucho que celebrar. Partiendo por los treinta años de carrera que anda cumpliendo este trovador. Siguiendo por los siete Grammys latinos que ha ganado hace pocas fechas. Mas el mayor motivo de algarabía lo constituyeron sus canciones. Unas melodías que Drexler ha sabido refrescar con brisas más actuales sin mostrarse impostado ni tener que ponerse la gorra al revés.

Quizás el pegamento natural de todo sea esa voz dulce, cercana, amigable y parlanchina entre temas: entonó una dedicatoria a los argentinos que le habían preferido frente al partido mundialista. Cantando la filtró (‘El día que estrenaste el mundo’) y se lanzó a la narración urgente (‘El plan maestro’) mientras experimentaba con los compases (‘Era de amar’). Defendiendo el amor y la frescura de todo inicio (‘Cinturón blanco’) mientras se quejaba de la vida moderna (‘¡Oh, Algoritmo!’)

Un descaro que se trasladó a las músicas. Con momentos de bulerías (‘Tinta y tiempo’), soles veraniegos (‘Me haces bien’), dentelladas soul-funk (‘Deseo’) con impactos de jazz (‘Inoportuna’) y ganas de jugar (‘Corazón impar’). Sin olvidar todo el poso latinoamericano (la acústica ‘Asilo’). No ha inventado la rueda pero el chapuzón que Jorge Drexler se ha pegado en este nuevo enfoque es digno de aplauso. Porque en ese riesgo, y en este resultado, está la primera victoria.

Ismael Serrano: Magacín cantor

Intérpretes: Ismael Serrano (voz), Jacob Sureda (piano), Irene Rouco (violonchelo, guitarra). Día: 26/11/2022. Lugar: Teatro Victoria Eugenia (Donostia). Asistencia: unas 750 personas.

Se lo monta bien Ismael Serrano (Madrid, 1974). Sigue siendo el cantautor de la melancolía, el rey de “lo que pudo ser” y lo bello del pasado, su tierra fértil. Esa etiqueta no se la quita ni el aguarrás. Pero es un cantante que sabe mutar y ponerle diferentes lazos a esa canción de protesta personal y a veces social. Y el envase del evento de ayer en Donostia fue bien curioso

Serrano y sus acompañantes se plantaron en una entrevista radiofónica llamada “La palabra dada” que le sirvió al madrileño para explicar las piezas, desmontar algunos tópicos sobre su persona, reírse un poco de sí mismo y “reencontrarse” con una antigua relación amorosa.

El comienzo se escoró hacia la suavidad de los años 70 (‘No soy’). Logrando las sílabas de un público (‘Vértigo’) que le sacó ‘Ana” de la mochila. Arrimándose al optimismo (la bella ‘Sucede que a veces’). Tirando la caña a los clásicos (‘Alfonsina y el mar’) y soltando sutilidades (Ese Nino Bravo en ‘Cállate y baila’). Recordando a Pablo Milanés y Gaza. Elevando penas y deseos (‘Pequeña criatura’) mientras denunciaba modernidades (‘Si se callase el ruido’) y dramas (‘La primera que despierta’). Modernizando las voces (‘Ven’) y los fondos de sus clásicos (‘Papa cuéntame otra vez’) que comandaron el fin de fiesta, con un bis que estiró el concierto más allá de las dos horas y media.

Silvia Pérez Cruz: Deslumbrante viaje

Intérpretes: Silvia Pérez Cruz (guitarra, voz). Lugar: Teatro Victoria Eugenia (Donostia). Día: 23/11/2022. Asistencia: lleno, unas 900 personas.

La catalana Silvia Pérez Cruz ha sido galardonada con el Premio Nacional de las Músicas Actuales 2022 por “la naturalidad, la versatilidad y la audacia de sus propuestas”. La cita de ayer en el Victoria Eugenia solo confirmó lo acertado de la definición. Porque fue una obra de arte.

O de distintas artes, si nos ponemos exquisitos. Hubo teatro, proyecciones y expresividad corporal. Con una escenografía de minipiso desde el que mostraba su pasmosa imaginación una autora que, rompiendo tradiciones, paseó por el escenario mientras la gente ocupaba su asiento.

En lo musical la oferta fue increíble. Una aventura en la que destacó esa voz fantástica que mandaba siempre sobre los acordes. Tonos que en ocasiones finalizaba como Juanito Valderrama (de quién improvisó un tema al final) y que lograron contagiar a un público que, más allá de las toses de la noche, llegó a emular al Orfeón.

El fondo, ese gran juego en sus manos, navegaba por el folklore latinoamericano o portugués, las tonadas mediterráneas, la calma japonesa, la fiereza del blues, la elevación de los coros religiosos y la expresividad de los musicales. Realzando poemas ajenos (Ana María Moix, Federico García Lorca). Construyendo esa “única canción”, como dijo ella, llena de etapas imprevisibles, arrebatadoras, emocionantes. Y, lo que es un lujo, cercanas como esa radio que lanzó versos. “Si no canto lo que siento voy a morir por dentro”, dijo en una de sus piezas. Si nos atenemos al deslumbrante viaje de ayer Silvia Pérez Cruz va a ser eterna.

Fito & Fitipaldis: 10 años no son nada

“Dos Kursaales, dos”, que dirían los cronistas toreros. El vizcaíno Adolfo «Fito» Cabrales Mato (Bilbao,1966) agotó todo el taquillaje de su par de fechas en el auditorio donostiarra con pasmosa facilidad y alegría. Y eso que los tickets más cercanos al escenario llegaban a costar 80 euros.

Todo montante pareció poco para los seguidores de este rockero que después de su gira de grandes espacios – cómo olvidar San Mamés…- anda estos días pateando lugares más coquetos. Nosotros asistimos a la primera de las dos citas guipuzcoanas, la celebrada ayer. Si van a ir hoy a verle mejor guarden este texto para el domingo, que igual matamos el efecto sorpresa. Que lo hubo, vaya si lo hubo.

No tanto en la música ambiental previa, con Black Keys y Alice Russell sonando por los altavoces. En un escenario donde estaba presente el cadavérico logo del grupo, ese que poblaba las camisetas del puesto de venta de recuerdos. Un suelo alfombrado y unas barras de luz verticales acogían la futura presencia de los intérpretes, los cuales salieron a escena con la trotona ‘Me acordé de ti’.

El tema lumínico supo adaptarse al espacio salvo en la retreta final, donde los éxitos del grupo trajeron guitarrazos más fuertes. En el resto acompañó a las melodías con suavidad. Será que ‘sobra la luz’, como dice el cantante en una de sus canciones. El sonido fue impoluto, con las guitarras y la voz protagonista un peldaño por encima del resto. Y fue en la adaptación sonora, la reinvención, donde estuvo el mayor valor de la noche.

A la vera del maestro se colocaron los buenos lugartenientes habituales comandados por el guitarrista Carlos Raya. Una pandilla de compinches a la que Cabrales saludó con besos en la boca y que cuenta con dos nuevos integrantes: Diego Galaz y Jorge Arribas, del combo Fetén Fetén. Su aportación destacó en temas como ‘Soldadito marinero’ mientras la banda devolvía el favor tocando el ‘Si me ves así’ del grupo castellano de estupendo nombre.

Echando un ojo a la lista de temas diremos que el bilbaíno aumentó su querencia blues, ofreció zonas acústicas tomadas como antónimo de lo relajado y disparó la fiereza de sus tonos famosos. En el arranque llevó el Misisipi al Nervión y lo plantó en la bocana del Urumea. A veces dolorido, en un cruce de caminos (‘Que me arrastre el viento’), otras canalla (‘Fantasmas’), con golpeos cavernícolas (‘A morir cantando’) y uniendo a Led Zeppelin con lo latino (‘A la luna se le ve el ombligo’).

Unió su amor por Bruce Springsteen (‘Si me ves así’) con la felicidad de una jam session (‘Como pollo sin cabeza’). Quedando claro que mencionará a Wilco en la charla de barra del bar (‘Cada vez cadaver’). La zona acústica fue afrancesada, cabaretera, festiva (‘Ojos de serpiente’), tanguera (‘Me quedo aquí’) y, vaya por dios, tranquila (‘Funeral’).

“10 años llevábamos sin venir. Lo echaba en falta”, dijo el protagonista de la noche lluviosa. Por eso guardó sus mejores balas para el final. Con piezas ya eternas (‘Soldadito marinero’) a veces adaptadas al lugar (‘Me equivocaría otra vez’) y otras desbocadas, como lo pide el cuerpo (‘La casa por el tejado’). La banda, ya a toda potencia, levantó los traseros del lugar en momentos como ‘Por la boca vive el pez’ mientras Carlos Raya corría por los pasillos y Fito se emocionaba en el cierre.

Imanol Oroituz: Recuerdo vivo

Intérpretes: Joxan Goikoetxea (acordeón), Txema Garcés (contrabajo), Iosune Marín (guitarra) y numerosos invitados -Beñat Mujika, María Amolategi, Olatz Salvador, Telmo Trenor, Olatz Prat, Amaia Zubiria-. Lugar: Sala Imanol Larzabal (Donostia). Día: 12/11/2022. Asistencia: lleno, unas 240 personas.

En la semana en la que Imanol Larzabal hubiera cumplido 75 años no podía faltar un concierto al uso. Y debía celebrarse, cómo no, en la sala que lleva su nombre. Allí se rememoraron ayer sus canciones de manera fresca y rejuvenecida en una sala abarrotada cuyo público cantó todo lo que pudo. Tonos originales que llegaron del pasado con un ojo en el presente y el futuro.

Lo dijo Maite Berzosa en la presentación del acto: “queremos defender su memoria, expandir sus creaciones y hacérselas llegar a los jóvenes”. Y vaya si lo hicieron. El joven bertsolari Beñat Mujika perfiló al autor y el concierto con arte y finura. El DJ Telmo Trenor despegó dos grandes momentos ambientales apoyados sobre el cantar de un Imanol filtrado. Gracias a él los asistentes pudieron unirse a capela al´Lau haizetara’ protagonizado por la voz del homenajeado.

Joxan Goikoetxea (acordeón), Txema Garcés (contrabajo) y Iosune Marín (guitarra) pusieron el fondo de las voces femeninas invitadas. Amaia Zubiria, tan libre como siempre, hizo suya la bossa ‘Heldu zaigu azaro’ y se explayó en la bella ‘Ezin zen eta ez ginen’. Olatz Salvador y su guitarra eléctrica refrescaron ‘Nire euskaltasuna’ con esa visita tan 50´s, destilando elegancia en la posterior ‘Mendian Gora’.

Olatz Prat acercó a Larzabal a la cueva de jazz, cercana e íntima, con su entonar vibrante y terso. ‘Poeta kaxkarra’ e ‘Izarapean’ fueron algunos de sus mejores momentos. La guitarrista Iosune Marín le insufló un aire folkie cantando en ‘Koplak’ y el torbellino Maria Amolategi fue todo fuerza y arrojo, muy del gusto televisivo actual. Destacó su protesta briosa en ‘Euskadin, Castillan bezala’ mientras ‘Ile adats’ fue uno de los varios afrancesamientos de la noche.

Al final todo el mundo acabó de pie cantando las canciones, quedando la sensación de que el evento rayó a gran altura y que las nuevas generaciones, a su manera, van a seguir con las partituras del autor guipuzcoano.