Saltar al contenido

Mes: marzo 2024

Anari: un retorno contundente

Fotografia: Juan G Andrés

Intérpretes: Anari Alberdi (voz principal y guitarra), Xabier Olazabal (bajo), Mariano Hurtado (piano), Ander Mujika (guitarra eléctrica), Xabier Etcheverry (rabel), Mikel Txopeitia (batería). Lugar: Intxaurrondo K.E. (Donostia). Día: 17-03-2024. Asistencia: lleno, unas 500 personas.

Sonriente y satisfecha, recuperando el aire, Anari Alberdi compartió el disfrute con el público que llenaba la casa de Cultura de Intxaurrondo. “Volvería a tocarlo entero de nuevo”. Se refería a ‘Giza Zarata’, el disco recién publicado. Obra que la banda repasó de principio a fin siguiendo el orden del lanzamiento. Una señal de confianza y personalidad.

La noche comenzó cruda, contundente. Por más que se cuele la melancolía de los Tindersticks (‘Ez nengoen han’) ahora se impone la fuerza de Neil Young y el orgullo de su adorada Kae Tempest (‘Kontinente zaharra’). Disfrutando de la división de un ‘Bunkerra’ que silenció la sala, el pundonor de ‘Inmolazioa’ y la pesadumbre distorsionada de ’Edertasun Arraroa’. La superación de ‘Vesna Vulovic’ llegó balcánico-italiana en un set que se cerró con el precioso descenso de ‘Giza zarata’.

La cita continuó por otros temas exitosos de la formación vasca. Con un color más modulado viajamos por la belleza de “Harriak’, el vals ruidista de ‘Oreinak’, la variante ufana de ‘Gu’ y la magnífica narrativa de ‘Orfidentalak’.

El Kanka: diversión improvisada

Intérpretes: Juan Gómez Canca “El Kanka” (voz, guitarra). Lugar: Intxaurrondo K.E. (Donostia). Día: 01-03-2024. Asistencia: lleno, unas 500 personas

¡Ay, la liturgia de los conciertos! Se compra el billete, se asiste al evento, se disfruta de la lista de canciones preestablecida, el autor se va, se pide “otra, otra”, vuelve, se acaba, se pasa por la tienda y a casa. Menos mal que, dentro de esa estructura consentida, en ocasiones hay espacio para las variaciones.

Como la que presenta El Kanka. A la entrada de la cita vasca varias chicas nos invitaron a escribir nuestra obra preferida del autor malagueño y depositar el voto en la urna allí presente. Quince de esos cartones garabateados conformarían más tarde la lista de canciones de la fecha guipuzcoana.

Lo explicó el autor en lo que denominó “las pautas del recital”. Metía la mano en la urna, sacaba un recuadro y tocaba la pieza. Hubo elecciones con hasta siete propuestas escritas y otras que se lo tomaron de manera más refrescante (“un katxi”, anotó alguien en su papiro).

Con diez minutos de retraso salió El Kanka acompañado de la guitarra española, su voz y una misión encomiable: utilizar esos elementos para encandilar al público. Sin efectismos. Con la fuerza del trovador, la cercanía de la tasca o la playa, la peligrosa ilusión de un enamorado y la alegría del canallita cortés. Ante un público fabuloso.

En Euskadi tendemos a convertir cualquier mínimo gesto de expresividad en algo milagroso. Que un auditorio se ponga en pie es comparable a llegar a la Luna. Las 500 personas del viernes se pasaron esa pantalla con creces. No ya por cantar todo lo que tuvieron a tiro. Es que en Intxaurrondo la gente coreó a la manera de una escolanía y silbaron las melodías de ‘Vengas cuando vengas’ como “en una fiesta de jilgueros” -palabra de El Kanka-.

A nivel creativo las composiciones fusionaron el pop, el flamenco, la bossa nova y lo latino/argentino con alegría. La misma felicidad que derrocharon sus letras, asentadas en las emociones y la vida diaria. Huyendo de ese mundo almibarado y fantasioso de los éxitos actuales.

Habló de preferir las esencias corporales a los perfumes (‘Por tu olor’), elevó el amor que incluye hasta las partes más rugosas (’Me gusta’), defendió la amistad entre colegas (‘Sabéis quienes sois’), el respeto (‘No jodan la marrana’) y la alegría de la pasión madrugadora (‘Después de esta mañana’). Viajando por el bello costumbrismo (‘O algo’), abrazando la polka (‘Lo mal que estoy y lo poco que me quejo’) y fusionando México con las danzas antiguas (‘Instrucciones para bailar un vals’). Los centenares de aplausos del cierre nos dibujaron un público satisfecho con el juego y encantado de la diversión y cercanía con las que el guitarrista les desborda en sus creaciones.

Elena Setién: naturaleza reinventada

Intérpretes: Elena Setién (teclado, guitarra, voz), Mikel Azpiroz (teclado), Hilario Rodeiro (batería). Lugar: Sala Dabadaba (Donostia). Día: 29-02-2024. Asistencia: unas 150 personas.

La música mueve montañas. Extrae de su alma los elementos y los hace renacer de manera reparadora. En una noche de vendaval climático las melodías de Elena Setién reconfortaron en su ingeniosa mezcla de ingredientes.

El Dabadaba donostiarra acogió la presentación de ‘Moonlit Reveries’, el último disco de la donostiarra. Llego en trío, con un cambio de cromos: el habitual batería fue sustituido por el más jazzero Hilario Rodeiro. Fue una gozada verle apuntar los ritmos, golpear los cantos de los platos y marcar suavemente los timbales en la larga aventura de medios tiempos que poblaron el concierto. El teclista Mikel Azpiroz iba marcando el ritmo mientras hacía de bello contrapunto del teclado de Setién, acentuando con toque honky (‘Forget about you’) y disparando el lado ácido de muchos pasajes cual Ray Manzarek contenido (‘Mothers’).

La voz de Elena fue el camino principal, el faro a seguir. Reina de todos los momentos, destacó en los minutos en los que hasta el escenario fue vaporoso gracias a la aportación de la máquina de humo del local. Simpática y cercana, los espacios entre composiciones nos presentaron los conceptos que luego se elevarían, riéndose de que un móvil sonara entre temas y regalando varias perlas risueñas.

La emparentamos con Lee Hazelwood (‘Moonlit Reveries’), la vimos cual Norah Jones en la calma del salón con chimenea (‘The Old Tree’), cabalgando un ritmo cuyo esqueleto provenía de un dinosaurio llamado Velvet Underground (‘Loosing Control’). Entregándose a los momentos más puros en lo tradicional, caso del folk (‘Dreaming Of Earthly Things’) y las músicas indias (‘Land Of The Many Eyes’). Regalando belleza pop terreno-celestial (‘Milky Way’). Cerrando, como lo hacen los grandes, con esa fiesta de capas tan poco radiable que fue ‘Pintado II’. No hace falta que la llamemos artista, se basta y se sobra para elaborar canciones de manera única.