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Mes: julio 2019

Musikagela Fest: Unos locales muy entonados

La segunda edición del festival Musikagela mostró la buena salud de los grupos donostiarras

La capital guipuzcoana cuenta con locales de ensayo de carácter público (Donostia Kultura) gestionados por una asociación (Buenavixta Prollekzion). Esos “txokos” situados en los centros culturales de Intxaurrondo y Egia reciben el nombre de Musikagela, y son espacios en los que el pop y el rock siguen encontrando un espacio de entrenamiento. Musikagela Fest, el certamen celebrado ayer, es la reunión juerguista que busca visibilizar los proyectos que tienen relación con estos locales.

Con una primera edición celebrada el año pasado en Riberas de Loiola, el segundo capítulo de este certamen colocó dos escenarios en los alrededores de la céntrica Plaza Easo. Uno, el principal, situado en el kiosko de este espacio de Amara. El segundo, una carpa portátil, sonaba cuando el principal se callaba.

El cartel arrancó de la mejor manera posible con la actuación de Los Willys. Unos preadolescentes de entre 11 y 14 años que tatuaron una sonrisa en las caras de los asistentes. Con una edad en la que aún se mira al semáforo antes de cruzar y reciclar es una cuestión innata al ser humano, su ataque al pop discurrió por similares caminos de pureza y satisfacción.

Tocaron un tema propio, otro de Ed Sheeran, uno más de Beirut y un tercero “que hemos visto en internet pero no sabemos de quién es”, nos dirían al finalizar su set mientras admitían que lo suyo era “el indie”. Se disculparon por tener la voz algo fastidiada y se despidieron abrazados todos juntos tras hacer un bis. Quién sabe si de estos Willys saldrá la próxima La Oreja de Van Gogh, pero poco importa cuando la creatividad se toma de una manera tan sana, divertida y bien ejecutada.

Tras el impacto inicial el resto del cartel corrió por derroteros más habituales. Los locales Latitud 43 llevaron “el rock and roll a la plaza del pueblo”, como cantaba Tequila. Los posteriores Hot Potato Blues Band invocaron el espíritu de La Gatera, la ya desaparecida tasca “blues” que durante años se ubicó en la cercana Calle De La Salud. Su set fue puro a rabiar, e hizo las delicias de los ciudadanos que ocupaban las terrazas de la zona triangular de la explanada. “No sé quienes son, pero me encantan”, dijo a nuestro lado una usuaria del corto corredor peatonal “Parada del Topo – Playa de La Concha” que paró unos minutos a disfrutar del “Hard to Handle” de Otis Redding interpretado por este quinteto.

Tras el descanso para comer el festival retornó a las seis de la tarde. Una plaza cada vez más llena acogió a un Gartxot que se apoyó en su pedal de efectos, a los “oldies” instrumentales Ladrones De Guitarras, al particular cachondeo de Los Hormigones y a una Raitx bien emocionante. La tarde prosiguió con la rabia juvenil de Baiona, los tonos clásicos de Radiocaster y un fin de fiesta a cargo de los catalanes The Sick Boys.

Beirut: El gol de Robben

Intérpretes: Zach Condon (voz, ukelele), Nick Petree (batería), Paul Collins (bajo), Kyle Resnick (trompeta), Ben Lanz (trombón), Aaron Arntz (teclados). Lugar: Auditorio Kursaal (Donostia). Día: 02/07/2019. Asistencia: lleno, unas 1800 pesonas.

“¿Pero qué tiene este muchacho que ha agotado todo el taquillaje del Kursaal un mes antes de su concierto?”, nos preguntaba un periodista cultural a la puerta del auditorio donostiarra. Daban ganas de responderle con la famosa frase “y yo no sé qué contestar” de Manolo Tena. Zach Condon, el alma máter del grupo Beirut, pisaba ayer la capital guipuzcoana años después de su fallida cita en el Jazzaldia del 2008.

Beirut llegó al mundo con “Gulag Orkestar” (2005). Un compendio de parrandas balcánicas, aires italianos y mucha emoción cantada. Y ahora, tras salir con su ukelele de paseo por espacios cada vez más amplios, llegaba a Donostia para presentar el reciente “Gallipoli”.

Pero intentaremos dar respuesta a la pregunta inicial del texto. La fórmula de Zach Condon, un fantástico cantante cuyos tonos dejados suenan a Morrissey y Rufus Wainwright, es bastante estanca en lo sonoro. Me recuerda a Arjen Robben, el jugador de fútbol que siempre metía el mismo gol. Precioso, por cierto. Beirut anota utilizando la misma receta, sin apenas variaciones: muchísima instrumentación en todos los cortes, cantar casi por obligación y pasar bastante de los estribillos. Curiosamente, los veinticuatro temas interpretados en noventa minutos no se hicieron anodinos.

La cosa funcionó en un abarrotado y variado auditorio lleno de locales y foráneos. Gentes de todos los colores que se levantaron a pedirle bises al sexteto norteamericano. Una banda plantada en el escenario en dos filas, rodeada de bolas de luz colocadas sobre pies de lámparas, con alfombras sobre el suelo y un muy adecuado y sencillo juego de luces.

La formación tuvo regates que les acercaron al funk, a las bandas sonoras más poperas, al brío de Stereolab y a los desérticos paseos sureños. Sin olvidar los pasajes más briosos y el ataque a sus singles más populares. A modo de resumen: te gustará si te gustan las trompetas de Calexico, los temas bonitos que no varían mucho entre sí y las voces llenas de personalidad.