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Rrucculla: El futuro ya está aquí

Intérpretes: Rrucculla, II Kris GM. Lugar: Sala Dabadaba (Donostia). Día: 23 de diciembre. Asistencia: unas 50 personas

Han pasado ya unos días desde el concierto, pero la cabeza sigue girando con alegría intentando gozar de cada momento y cada sensación. La protagonista de la noche venía con buena prensa, y un currículo que incluía presencias en festivales tan potentes como Primavera Sound y BBK Live, dos de los mayores mastodontes musicales estatales. Y para gozo de primerizos y fans, la vizcaína Izaskun González -nombre real de la artista Rrucculla- cumplió los pronósticos y se aupó como gran artista que en 2018 se debe colar en círculos más populares aún. Si esa zona “popular” gozara con la experimentación, claro.

Tras un buen set telonero de II Kris GM centrado en el rollo crooner lapidario, los sonidos de la naturaleza, las voces usadas como instrumentos y con una lista más marcada por momentos que por canciones, llego el momento esperado del que sustrajimos una conclusión clara: Rruccula debería ser ese siguiente pelotazo no sólo por su edad, 23 años, pero también por su edad. Manejar tantos referentes tan bien y tan pronto es cosa de unos pocos elegidos.

La creadora de Barakaldo, tímida hasta ocultar su voz entre efectos de voz “pitufa”, no tiene ninguna vergüenza a la hora de mezclar en su bol musical estilos como el hip hop instrumental, el jazz o el drum&bass sin más intuición que la de su mente. Un collage inmenso basado en samplers propios y ajenos, colorista a rabiar como buena fan de Kandinsky que es, libre como caer sin paracaídas y sin temores. Con voces pregrabadas y mutadas hasta sonar aflautadas que iban desde el famoso “Aserejé” de Las Ketchup (¿para alguien de su edad eso es música “oldie”?) al villancico pasando por momentos trap.

Un bombardeo de sensaciones aceleradas, impactos soberbios y mezclas sorprendentes. La única pega fue precisamente ese imparable cañoneo de ideas, el cual pareció fatigarse en la parte final del evento por pura insistencia y diversidad. Pero eso nos pasa hasta con nuestros pasteles favoritos, así que tampoco es que sea nada grave.

Párrafo aparte merece su actuación a la batería, solapando sus golpeos sobre su propia música. Un set intercalado en el evento con, a mi gusto, pocas apariciones. Porque su juego con las baquetas es fantástico. Lejos de acompañar el fondo con ritmos más o menos sencillos o manidos, las muñecas de Rrucculla crean sobre los parches otro mundo creativo. Sincopando los ritmos, parándolos y rompiéndolos, retomándolos con gestos casi hipnóticos. Si la cosa sigue el camino transitado hasta la actualidad a esta vasca la podrían ver en el futuro en la zona de percusiones de un set de Marc Ribot o acompañando a Kendrick Lamar en sus amalgamas hip hop. Un consejo final: Si tras las cuchipandas navideñas les recomiendan tomar más verdura, elijan esta hortaliza de la Margen Izquierda. Le sentará de perlas a la vertiente cultural de su organismo.

Publicado enCríticas de conciertos

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