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El indie ha muerto

Estos días el underground cultural, ese espacio habitable situado entre los likes del Facebook y las menciones de Twitter, anda algo revuelto. La razón: la publicación de un libro de Victor Lenore titulado “Indies, hipsters y gafapastas”, una especie de retrato de nuestra modernidad más consumista. Filias y fobias vuelan a golpe de click hablando de un autor que ha demostrado mucho tino con la capacidad de enganche de los titulares. Suyo es otro texto que tenía como encabezado el impactante “Españoles: El indie ha muerto” que hemos homenajeado en este artículo.

No soy capaz de aventurar si la dichosa etiqueta, el indie de marras, aún tiene algo de poso creativo o si realmente se ha quedado en eso, en el pespunte de una camiseta. Pero si lo que hay en el Más Allá (del indie, se entiende) es el grupo León Benavente, denme una pala que ya me encargo yo de echar la tierra que le falta al finado.

Capaces de gustar a estrictos y laxos, no es de extrañar que este cuarteto haya ofrecido más de 120 conciertos en un año. Una aventura que comenzó “entre León y Benavente, que es como decir en medio de ninguna parte”. En dicho punto colocaba Nacho Vegas, redactor de la nota de prensa de este grupo, el nacimiento de la banda. Tendrá más difícil situar en el mapa el local de ensayos de estos mozos. Con tanta actuación no hace falta mucho repaso.

Ese trabajo se nota en el escenario. Más allá de ser músicos curtidos en mil aventuras, su lista de canciones es una fiesta de sonidos impactantes y bien oscuros. Sin espacio para las baladas ni el ensoñamiento. Desencantados en las líricas y férreos en la ejecución – toda la casa se sostiene en el marcial trabajo de Cesar Verdú a la batería. Qué maravilla de simplicidad y pegada- . Con melodías que redescubres en vivo. Ahí tenemos “La Palabra”, una letra ácida que en Intxaurrondo ganó en cabreo emocional. Frase que podemos extender a la fantástica “Ser Brigada”. Un tema que no echó en falta la voz original de Cristina Martínez, componente del grupo El Columpio Asesino. Lástima que la otra colaboración del CD, la de la donostiarra Irantzu Valencia (La Buena Vida) no pudiera disfrutarse en la cita. Hubiera sido un broche perfecto para una de las actuaciones que recordaremos al hacer balance del año.

Publicado enCríticas de conciertos

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