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Jazzaldia 2012: ¡Que divertida función!

Uno creía haberlo visto todo, o casi, sobre un escenario musiquero. Y llega nuestro Jazzaldia y acerca a nuestra ciudad a una pandilla de canadienses chalados con sus locos cacharros para interpretar, en clave de “me he encontrado esto por casa y suena”, las canciones de Tom Waits.

El resultado es una actuación original y divertida. Qué se puede esperar de unos mozos (y mozas) que se hacen llamar “La orquesta de los hombres orquesta”. Personajes que algunos de nosotros siempre hemos adorado por esa mezcla de autosuficiencia, creatividad y comicidad.

Siendo estrictos, solo uno de ellos, el que lleva la voz principal (la más mimética, más para reafirmar al autor original que para vivir bajo su sombra), mantiene la estampa clásica de bombo a la espalda y platillos en su cima. El resto lleva con honor la etiqueta, presentando nuevos usos a elementos que nos rodean en el día a día.

La elección del autor no es casual. Las composiciones arrabaleras y rotas del norteamericano le van como un guante a esta representación. Hay espacio para mil percusiones: baterías vocales y trampas de ratas, cojines o sartenes como elementos tañidos. Pero no vamos a detallar todos los cacharros que sonaron ayer en el Teatro Victoria Eugenia. Mermaría la sorpresa que se den quienes asistan al segundo turno, el que se llevará a cabo esta tarde en idéntico emplazamiento

La cita está repleta de ingenio. Y es muy teatrera, idea reforzada por el parón de 15 minutos que divide los dos actos. El escenario adquiere una pinta que bien podría ser una mezcla de un mercadillo callejero, algún escenario olvidado de la película ‘Delicatessen’ o el trastero de la casa de los abuelos. Sobre él, sin perder nunca el lado cómico, se interpretan temas del gran Tom Waits. Así, tras el arranque con ‘Rains on me’, fueron sonando algunas melodías conocidas: ‘Shoot The Moon’, ‘Jesus Gonna Be There’, ‘Cold Water’, ‘Barber Shop’, ‘Dirt In The Ground’, ’16th Shell’, ‘Underground’…

En total fueron casi dos horas de actuación bien gozada. La gente les despidió de pie, con una sonora salva de aplausos que hizo que volvieran para interpretar un bis en apariencia no previsto. No se ustedes, pero yo me imagino a los asistentes llegando a casa, cogiendo un par de dedales y probando a tocar una de sus canciones preferidas. Señores de la orquesta, espero que no hayan creado un monstruo.

Publicado enCríticas de conciertos

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