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El Sueño de Morfeo: Encontrando sonrisas

En otra nueva cita patrocinada por la emisora radiofónica Cadena 100, los chicos – y chica- de El Sueño de Morfeo aterrizaban de nuevo en Donostia para ir adelantando algunas de las canciones que contendrá ‘Buscando Sonrisas’, el disco que verá la luz allá por el mes de febrero del 2012.

Ante un teatro entregado casi en su totalidad (luego leerán porqué la entrega no fue generalizada) y con apenas un luminoso pequeño que recoge las iniciales de la banda, la gira parece estar protagonizada por los pantalones vaqueros, prenda oficial sobre el escenario. Y recibe la etiqueta de ‘acústica’.

El membrete puede tener mil matices. Porque los Morfeos andan muy cómodos paseando por los estadios de futbol. Por ello detallaremos lo que esa desenchufada palabra significa en el caso que nos ocupa: tres guitarras electroacústicas- la guapísima cantante Raquel del Rosario también rasga las cuerdas en ‘Esta soy yo’-, un bajista que echa una mano en algunos coros y una batería que toca sin bordón. Y unas canciones que tienden a cambiar la intensidad original por una versión más íntima, claro. Más adecuada para la cercanía de elegantes teatros antiguos como el donostiarra. Espacio que no nos cansaremos de reivindicar para estas lides.

Hubo espacio para los viejos éxitos, claro. Y mucha conexión con el público. Hablaban con ellos, les enseñaban coreografías para echar una mano en las canciones (‘Nos vemos en el camino’) o se bajaban al pasillo para cantar algunas estrofas. Fue en ese momento donde disfrutamos de un divertido suceso.

En uno de los parones que se realizan en mitad de una canción buscando retomarla con más fuerza, Raquel acercó el micro a uno de los espectadores a fin de que cantara el estribillo. El señor, con total tranquilidad, expresó un bien amplificado «no lo sé». Ella demostró muchas tablas en ese punto, y convirtió la anécdota en un momento memorable.

Del futuro llegaron tres canciones. Con letras bastante optimistas, caso del single ‘Depende de tí’. Un posible candidato a himno, de aires trotones y rockabillies. Tras un bis y noventa minutos de divertida escucha, los simpáticos ejecutantes abandonaron el escenario entre aplausos.

Publicado enCríticas de conciertos

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