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Lain, Betagarri: Verbena 2.0

Interpretes: Lain, Betagarri. Lugar: Sala Gazteszena (Donostia). Día: 18 diciembre 2009. Asistencia: unas 350 personas. Entradas: 8-10 euros.

Noche de cantares vascos la del siberiano viernes pasado en la donostiarra sala Gazteszena. La discográfica Elkar presentaba algunas de sus propuestas presentes y futuras, con división de calores en la oferta.

Si el grupo guipuzcoano Lain no conseguía quitarnos el frío adherido a nuestro cuerpo, los vitorianos Betagarri calentaron la sala hasta dejarla en temperaturas caribeñas.

Y quizás la culpa de esa sensación glacial de la que hablamos no sea otorgable en exclusiva al jovencísimo grupo de Villabona comandado por las dos tiernas cantantes. Es posible que su oferta nos pille demasiado maduros. Que su público potencial sea el de la generación del “Goazen” y “Hannah Aduna” (hipotética versión local de la exitosa franquicia Hanna Montana).

Claro que si la famosa hija de Billy Ray Cyrus utiliza unos clichés que se venden hasta en Corea del Norte, el ahora quinteto (faltaba un guitarra/teclado de la lista promocional) adapta su sonido a los tópicos del pop radiofónico vasco: Sobre una base de pop meloso y cándido se vaporizan toques casi heavys a lo Su Ta Gar en guitarreos y voces. Mas energías contundentes a lo Rock Radical Rebajado.

Recuerdo un titular periodístico escalofriante (para los ya canosos). Una joven cantante afirmaba que había madurado y que ahora hacía canciones para la gente de 18 años. Intuyo que de ser cierto conectaría de manera directa con dicha generación, pero al resto nos dieron temblores de congelación auditivo/cerebral con solo imaginarlo. Cosas del salto generacional, intuyo. Así que, en lo que nos atañe, si la primera imagen que recuerdas de la tele es la del muñequito Cobi, o si aún tienes las hormonas revolucionadas y utilizas el “osea”, “super fuerte”  o “es que pasada bat da” en tus frases, Lain pueden ser tu grupo.

La sensaciones barbilampiñas desaparecieron en el tercer acorde del concierto de Betagarri. Los alaveses conectaron los amplificadores que parecieron estar desenchufados con los teloneros e hicieron botar a los presentes con su ska imparable y festivo

Buena culpa de esa ‘conexión’ pueden tenerla unos instrumentistas experimentados (16 años de existencia como grupo, nueve discos y más 900 conciertos), una animosa sección de viento que borra cualquier angustia y un cantante que suda calorías en todas y cada una de las canciones.

La fórmula, como comentamos, se basa en el entrecortado ritmo de herencia jamaicana, protagonizando en mayor o menor medida la lista de temas. Hay momentos puntuales que pueden recordar a Itoiz, y temas cantados en castellano de elegante factura temática, pero siempre con el compás y el rasgado guitarrero a la contra como guías ejecutantes. Una cadencia que siempre incita a la agitación y el contoneo. Y en eso gastamos las energías el resto de la velada, mientras recordábamos el tiempo en el que la palabra “verbena” era un término más festivo que peyorativo

Publicado enCríticas de conciertos

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