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Hondarribia Blues: El premio fue el concierto

Tras los sonidos tejanos de los vallisoletanos Bluedays en el ampio escenario de La Benta llegó uno de los momentos más esperados de esta edición del festival guipuzcoano. Con unos minutos de retraso sobre el horario previsto, John Mayall se presentó sobre el escenario principal con la camiseta oficial del certamen y una larga melena blanca.Tras el agradable  encuentro que le acercó en horario de tarde a los fans más irredentos, el «Día Mayall» llegaba al momento homenaje. La recogida del galardón que el Festival otorga anualmente a una de las figuras bluseras más relevantes. Distinción que en anteriores ediciones había caído siempre del lado norteamericano: Bob Margolín, Rubert Sumlin, James Cotton.

Tras una presentación bilingue apareció bajo los focos el señor Carlos Malles, director y cabeza visible del Hondarribia Blues. Subió al escenario para entregar al británico una txapela y un pequeño trofeo bajo una salva de aplausos de los centenares de asistentes que seguían el momento bajo la carpa o apoyándose en las pantallas gigantes colocadas en los laterales del escenario.

Los premios duraron en manos del artista el mismo tiempo que tarda Usain Bolt en llegar a la meta en las carreras de cien metros. Dio las gracias mudas por el reconocimiento levantando ambos elementos. Y comenzó a soplar de manera inmediata la armónica dando así comienzo al verdadero premio. Su actuación. Ya lo había avisado en la charla informal:»Yo sólo disfruto tocando música». Y a ello se dedicó en cuerpo y alma durante los 70 minutos posteriores para regocijo de los miles de asistentes.

Publicado enCríticas de conciertos

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