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Mes: noviembre 2008

Emily Jane White, Antonia Font: Alegrías y penas

Intérpretes: Emily Jane White (guitarra, teclados, voz), Carey Lamprecht (violín). Por parte de Antonia Font tocaron Joan Miquel Oliver (guitarra), Pau Debon (voz), Pere Manel Debon (batería), Joan Roca (bajo), Jaume Manresa (teclados). Día: 14 Noviembre 2008. Lugar: Teatro Victoria Eugenia. Asistencia: unas 300 personas.

Curiosa, y atractiva por motivos bien diferentes, la velada doble del pasado viernes en el Victoria Eugenia. Por una parte la emoción intimista de la norteamericana Emily Jane White y por otra la siempre sorprendente actuación de los mallorquines Antonia Font. Contrastes de emociones que se saldaron con dos buenas y aplaudidas actuaciones.

White, blanquecina y con pintas de estudiante aplicada, se presentó en el escenario en compañía de una violinista. Solas se bastaron y se sobraron para hacernos gozar mientras nos revolcábamos en el barro de la melancolía, la tristeza otoñal y la emoción, tomando forma en el asiento que nuestras nalgas han dejado sobre la moqueta de tanto mirar la lluvia desde nuestra ventana.

Emily hacía lo mismo que nosotros, ponerse discos tristones para disfrutar de esos momentos taciturnos, hasta que se puso a cantar. Y le salió una voz folk muy sentida, árida y cercana, a lo Cat Power o Joan As Police Woman, acompañada de arpegios de guitarra y largas estructuras que al piano sonaban casi a Anthony & The Johnsons. Eso sí, alegrías las justas. Parece que entre bambalinas se repartieron las euforias y el lado optimista y contagioso cayó del lado de sus compañeros Antonia Font.

Los mallorquines llevan una buena tacada de discos asomando el hocico desde los mundos alternativos a empresas de mayor calado, buscando romper las barreras de su zona idiomática. En ocasiones lo consiguen (su “coser i cantar”, fue el mejor álbum de pop de los Premios de la Academia de la Música 2008). Y mira que su mundo melódico es particular, como bien quedó demostrado en su cita donostiarra.

Una noche que consiguió reunir a un numeroso número de catalanoparlantes en las butacas. Afortunados ellos, que pueden gozar en plenitud de los retrueques líricos que la banda formula en sus canciones: Textos irónicos y traviesos, tan ingenuos como surrealistas, casi sicodélicos, isleños en su inspiración.

La música corre igual de libre, aunque los matices del disco sean más gozosos y locuelos aún. Tonos que transitan por el desvarío controlado, parando sobre todo en la melodía pop (preciosa “Armando Rampas” y la otra media docena de dulzuras) y dejándose complementar con mil y un ropajes diversos.

Puede tirar hacía Brasil, hacerse rapera en los cantares, intuir aires de vieja boite decadente, ser juguetona hasta convertirse en B.S.O. de un jardín de infancia, dejarse acompañar por el sonido de dos ositos de juguete, o empezar melosa para acabar como un hit de Rage Against The Machine.

Con una personalidad tan marcada como alejada de la cerrazón estilística, los chicos de Joan Miquel Oliver demostraron que el suyo es un soplo de aire fresco en nuestra monotona discografía diaria.

Belle and Sebastian: «BBC Sessions»

Belle and Sebastian: «BBC Sessions»
[BBC Radio]

Las viejas canciones, ahora grabadas para la BBC, de esta banda escocesa siguen siendo preciosas, y más desnudas y emocionantes aún si cabe en este lanzamiento de la radio británica.

Con cuatro temas inéditos y un CD con concierto live, los maliciosos pensarán que cualquier tiempo pasado fue mejor y los acérrimos que este es un buen entretenimiento antes del próximo álbum oficial.

Enrique Bunbury: El hombre delgado no flaquea

En lucha contra crisis económicas y agendas repletas de actos interesantes, Enrique Bunbury estuvo a puntito de llenar el Velódromo en la presentación de su último trabajo Hellville de Luxe.

Con el escenario dispuesto a lo ancho y no a lo largo de la cuerda, en lo que vendría a ser un par de kursaales de asistencia, el maño encandiló a los presentes con un gran concierto en el que, como era de esperar, todos los focos le iluminaron a él.

Expresivo hasta el disloque casi raphaeliano, descarnado y torciendo su cuerpo hasta elaborar tumbadas dignas del motero Jorge Lorenzo, con pases toreros, puñetazos al aire, paseos sobre el escenario, saludos al sol y poses a lo Jagger, Bunbury sigue tan gesticulante y teatrero como siempre. Lo cual no tiene porque ser malo. La suya es una de las mejores estampas sobre un tablado nacional, con una voz juguetona, grave y personal en plena forma.

Aunque a la gira actual, al menos en la capital guipuzcoana, hay que ponerle un pero y un aplauso muy grande. La crítica se dirige al excesivo volumen ofertado y lo agudo de muchos punteos de guitarra, cercanos a alguna técnica de tortura defenestrada años ha. La felicitación, inmensa, al diseñador del escenario y las luces.

Pocas veces se verá un trabajo, empezando por la especie de cama redonda roja que lo centraba, en el que los numerosos complementos visuales se adapten de manera tan bella y concisa a lo cantado, sin cegadores fogonazos gratuitos.

Alice Russell: Fiesta soul

Interpretes: Groove Trotters, Alice Russell. Lugar: Sala Gazteszena (Donostia). Día: 31 Octubre 2008. Asistencia: unas 300 personas

Hay que tener valor y ganas (y un perfecto impermeable) para salir de casa con la cortina de agua que estaba cayendo el pasado viernes. Menos mal que las ofertas musicales hacen mover de los sofás hogareños a los ciudadanos donostiarras, pamplonicas y vitorianos, que de esos también hubo muchos en la cita guipuzcoana de la británica Alice Russell.

Como acto previo y posterior se pudo disfrutar de la sesión a los tocadiscos de los pinchadiscos Groove Trotters, agrupación que recolectó lo mejor de la casa donostiarra (Javi Pez, David Navascues, Mikel Afromage) y navarrica (Budin). Los amantes del surco musical se encargaron de elevar el tono al comienzo, con una sesión en la que abundó el chocolate oscuro y el calor soul.

Un calor que en manos de la británica Russell alcanzó cotas más que animosas. Con una populosa banda de impoluto blanco en la tez y en los ropajes en la que destacaba el enorme compañero de voces, la chica de Suffolk abandonó las elegancias pomposas que este tipo de músicas suele traer consigo y se enfrentó de manera directa y efusiva a los temas, con una voz recia y enérgica que potenciaba su lado comunicador.

No es una diva, ni es una reinona. No se esconde en la benigna falta de rabia que maneja Duffy. Ni llega a extenuarte emocionalmente como lo haría Amy Winehouse. La antigua colaboradora de Will Holland y la Quantic Soul Orquestra es una currela que interpreta la música de manera muy festiva. Casi diríamos, quitándole todo poso negativo y cutre al término, que aquello parecía una verbena por las ganas de hacer bailar a la gente y de contagiar la alegría de su música.

Unos sonidos clásicos, de gran arraigo en las islas que exportaron al mundo el acid-jazz, con el pasado bien asentado en el northern soul. Etiquetas o estilos que, como afirmamos al comienzo del texto, tiene en las provincias limítrofes a la nuestra un generoso número de seguidores.

La banda supo picar y mezclar todos estos elementos y algunas cosas más blues, gospel, funkies y calmadas, ofertando una actuación que conectó con las ganas de jolgorio de los asistentes. Gentes que sonrieron sorprendidas cuando los intérpretes atacaron una versión libertina del “Seven Nation Army” de los White Stripes.

Quienes tuvieron ganas de seguir con la diversión se quedaron a la segunda sesión de los Groove Trooters, quienes ahondaron en las píldoras añejas y negroides ofrecidas al principio de la noche con la calidez y la pureza que les caracteriza en sus actos en solitario. El resto abandonó el lugar con los músculos bien estirados de tanto meneo y la sensación de que abandonar el calor del hogar para asistir a la fiesta melódica de Gazteszena había sido una gran idea.