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Omar Faruk Tekbilek: Paz armoniosa

Intérpretes: Omar Faruk Tekbilek (voz, baglama, darbouka, ney, bendir), Murat Tekbilek (percusión), Paul Guerguerian (percusión), Yannis Dimitriadis  (teclados), Bahadir Sener (kanun), Itamar Erez (guitarra). Lugar: Auditorio Leidor (Tolosa). Día: 31 mayo 2008. Asistencia: unas 550 personas

Tras la visita de la israelí Noa y como prefacio de la del vigoroso violinista Alasdair Fraser y su partenaire musical Natalia Haas, el ciclo “Mundua Tolosan” traía a la antigua capital de Guipúzcoa las tranquilizadoras armonías del artista turco Omar Faruk Tekbilek. Presentaba “The Tree of Patience”, el último de sus trabajos discográficos, y acabó la intachable velada con un bis doble y todo el mundo aplaudiendo de pie.

Apoyado sobre una escenografía sencilla que supo jugar con las luces tenues durante todo el evento, Omar dispuso en estado de semicircunferencia a sus acompañantes musicales.

Gentes de gran calidad ejecutora y entre las que destacaron, por dar alguna medalla a tanta demostración de excelencia, el trabajo de Bahadir Sener y la dulce ejecución del percusionista Guergerian. Qué difícil es ver a alguien tan sutil y elegante (de la pegada se ocupaba el hijo de Faruk, Murat) pertrechado tras los distintos instrumentos de percusión, empleando las yemas de los dedos con tanta suavidad sobre las distintas cajas.

Las músicas de estos intérpretes de medio planeta (armenios, israelíes, turcos o griegos como el teclista al que cuando le dejaban media puerta abierta acababa por los mundos más jazzeros y latinos) quedaron al servicio de un mensaje de paz y armonía. Faruk, con esa cara de bonachón agradecido, defiende y proclama las virtudes fraternales de la religión sufí que guía sus pasos.

Musicalmente la cosa se tradujo en muchos pasajes tranquilos que no tediosos, de gran carga instrumental. Pocas veces el artista principal se lanzó a cantar, quedando en la mayoría de ocasiones al servicio de los instrumentos de viento.

Los temas fueron remansos sonoros a los que era sencillo ponerles el origen en la música tradicional turca más alejada del jolgorio del zoco y punto de encuentro de distintos continentes. Algo más complicado fue discernir el fino aditivo de otras músicas del mundo. Podríamos ponerle la manida etiqueta de “mediterránea”, y no andaríamos muy desencaminados.

El concierto dejó al asistente con una satisfactoria sensación de paz interior que se puso de manifiesto en los numerosos aplausos escuchados durante toda la lluviosa noche del sábado pasado. Hubo tantas palmas de agradecimiento que Faruk y los suyos tuvieron que pisar el escenario más veces de las inicialmente previstas, agradeciendo de esa manera la buena acogida que tuvieron sus sonidos en el Leidor tolosarra.

Publicado enCríticas de conciertos

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