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Jabier Muguruza, Kiko Veneno: Retratos personales

Intérpretes: Jabier Muguruza (voz, acordeón), Mireia Otzerinjauregi (voz), Angel Unzu (guitarra). Con Kiko Veneno (voz, guitarra) actuó Raúl Rodríguez (guitarra) Lugar: Teatro Victoria Eugenia (Donostia). Día: 08/11/2007. Asistencia: unas 400 personas.

Aterrizaban en el Victoria Eugenia capitalino los artistas Kiko Veneno y Jabier Muguruza bajo la excusa de la presentación de ‘Konplizeak’, el último de los discos del irundarra.

Son Kiko y Jabier dos creadores especializados en el retrato costumbrista que han decidido seguir el camino que marca su propia personalidad. Aunque eso les lleve, parafraseando al más relajado de los Muguruza, a pisar los “queridos bordes” del espectro musical.

Porque son los nombrados gentes que piensan aún en obras, en trabajos como un concepto y no como una simple sucesión de canciones de elevada productividad (Muguruza dixit). Compositores que, como Kiko, no dudan en pegar un puñetazo sobre la mesa y huir de lo establecido para autoeditar sus propios trabajos cuando su carrera está en la cima. Lo dicho, unos bichos cada día más raros.

Y que sigan siéndolo. Cuando Kiko Veneno se presentó, en compañía del hijo de Martirio a la segunda guitarra, demostró que mantiene intacto el pulso retratista que le caracteriza.

Tras un comienzo algo disperso, con ese blues y flamenco heredados de aquellos primeros años que Veneno está recuperando en su última época, el catalán que emigró mental y físicamente a la zona más cálida de la península se destapó con lo que mejor saber hacer: canciones pop de cotinianidad brutal. Pícaras, desnudas e irónicas. Su hora de concierto supo a poco, a tenor de los aplausos y peticiones de los asistentes.

Muguruza realizó una presentación en toda regla, mezclando en un solo acto la rueda de prensa habitual con la presentación sobre el escenario de las canciones de su último CD. Con unas detalladas y bilingues explicaciones sobre cada una de las tonadas a interpretar, el contador de historias guipuzcoano sigue apoyándose en los cercanos para las letras (Atxaga, Lete, Sarrionaindia) y las músicas. Angel Unzu se encarga con la guitarra de llenar el amplio espacio sonoro que dejan los susurros de Jabier y los ocasionales coros de Mireia Otzerinjauregi.

Unas voces cercanas y tiernas que en su última época han estado marcadas por la muerte del padre de los Muguruza y la posterior asimilación humana y musical de la misma. Ambito en el que brilla con luz propia la absolutamente emocionante Antxillesko Arkupean, pistoletazo de partida de ‘Konplizeak’. El resto de tonos se escoran, siguen haciéndolo, hacia el jazz más íntimo, el vaivén mediterráneo y esa Francia de autor, pausada, romántica, libre de corsés melódicos.

Como en toda buena fiesta de colegas que se precie, Venenos y Muguruzas hicieron uno en la traca final, interpretando la canción Irene y recibiendo del respetable una ovación que demuestra que esos caminos distintos, íntimos y repletos de personalidad, mantienen su espacio en nuestro corazoncito.

Publicado enCríticas de conciertos

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