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Elektronikaldia: Hormonas digitales

Sala Gasteszena (Egía). Donostia. Viernes 8 de octubre. Asistencia: menos de 100 personas

Arrancaba el pasado viernes el Festival de Música Electrónica de Donostia-San Sebastián, también conocido bajo el apelativo de Elektronikaldia. Como suele ser norma en este evento, la sala Gazteszena servía de pistoletazo inicial para una programación de tres días en los que los digitalismos de aquí y de allá se arriman al público inquieto.

Bueno, eso si es que hay público que se acerca, claro. Porque raquítica fue la entrada la noche que nos ocupa. Parece que la falta de un nombre conocido en el cartel ahuyentó a los potenciales danzarines. Quizás en Donostia sólo se salga los sábados. Acaso vivamos en una ciudad clásica, sin intereses investigadores. ¿Que donde estaban los modernetes? Quién sabe donde, que diría Lobatón.

La cosa es que aquello estaba desangelado el día en el que cuatro formaciones femeninas (al final se coló un chico entre las chicas) iban a llenar de estrógenos musicales las diferentes estancias del local situado en la zona alta de la ciudad.

LA primera sesión corrió a cargo de la DJ donostiarra Plácida Ye-Ye, habitual de esos establecimientos hosteleros que piensan que la música es algo más que la continuación del hilo musical radioformulero.

Su set, extenso en minutaje, dio cuenta de los ochenta más patrios (no, no hablamos de “la chica de ayer”, nos referimos a bandas como Aviador Dro) y de los noventa más sintéticos, con cosas como New Order, grupo básico en esto del pinchaje tecno pop. Y puso algo de rock, algo rebuscado, algo camp, algo incitador…La chica peleó lo indecible, con sus mejores armas, contra una asistencia que rara vez superaba las 20 personas.

Mientras la moza andaba la mar de plácida en la salita pequeña de Gazteszena, Rythm King AHF ocupaba el escenario grande. Dos chicas alemanas con un equipo humilde demostraban buenas maneras (Pose punk, sonidos pop) en un concierto demasiado breve que reafirmaba nuestros temores: el electro-pop actual, más allá de los 20 minutos, es un poco reiterativo.

En la sala pequeña se daba el relevo. La bilbaína Begoña presentó su disco con la boina calada y un concierto karaoke en el que las melodías de fondo sonaban más que atractivas. También el pop, tanto cantado como girado, es la etiqueta que mejor puede definir la actuación de esta artista vizcaína, que dedicó una buena parte del show a poner discos de otros autores.

Algunas de esas tonadas cantadas por Begoña eran obra de Madelman, relevo de última hora de Heidi Mortenson. La performer danesa andaba con la pata chula, y finalmente tuvo que declinar la invitación de los organizadores.

El pinchadiscos bilbaíno, que repite cita easotarra esta noche y la semana que viene, tiene muchas tablas en esto de animar el cotarro musicalmente. Por eso fue sencillo disfrutar, como si de un concierto privado se tratarse, de la selección ecléctica y atractiva de melodías animosas, con guiños a décadas pasadas (esos Sugarcubes…) y muchas otras cosas que no conocíamos pero que nos sonaban geniales.

Publicado enCríticas de conciertos

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