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Terrazas Kursaal: Gente al cubo

Tras el arremoline heladero de los fuegos artificiales, los macroconciertos de la explanada de Sagüés y el alegre surrealismo barraquero del “perrito piloto” (¿acaso pondría su vida en manos de un can que capitaneara un Boeing?), las terrazas situadas en la trasera de los Cubos del Kursaal han registrado los mayores picos de asistencia nocturna en Semana Grande.

Nosotros pasamos por allá el sábado, día grande (por festividad y concurrencia) de esas fiestas que ya han volado y de las que ahora tocará hacer un balance, sospechosamente positivo siempre, por parte de nuestros mandamases.

Este año hay novedades noctámbulas en Zurriola: Mientras la zona baja se queda para las legiones primerizas en esto de salir por la noche, en la plataforma superior, entre los dos hijos geométricos de Moneo, se monta un amplio chiringo donde las músicas se acercan más a la filosofía de club de baile, con música no conocida seleccionada para mover el cuerpo por sus virtudes juerguistas.

Pero empecemos por el comienzo, como decía el otro. Flanqueados por dos pantallas visuales y con aparición esporádica de animosos bailarines, Oscar “40 Principales” es el encargado de amenizar la terraza inferior. Los espectros poblacionales más jóvenes pueblan (y requetepueblan, tras el final del show de Torres en Sagüés) la frontal del escenario.

Los éxitos musicales de rabiosa actualidad son pinchados con el callo habitual de este presentador radiofónico, en una especie de traslación populista de su trabajo diario. Con un volumen bastante bajo para una discoteca al aire libre (en el Jazzaldia no hay tantos miramientos), el público mantiene las maneras habituales: ellas charlando, bailando y a fantas. Ellos olvidando poco a poco su centro de gravedad a base de refrescos personalmente adulterados.

Viene continuista nuestra chavalería. Pero esto no deja de ser un tópico, así que si su hijo dice que apenas se tomó tres colas, pues será verdad, amatxo. Y si se liga algo que no sea mayonesa, pues mejor que mejor: “¿Has visto ése de ahí?”,”Pues la moza de falda negra tiene unos ojazos que”…

En el levante superior los quinceañeros han doblado la edad, y se reúnen alrededor de la carpa musical en forma de brazo de Michelín. El Kursaal Goian Sessions de hoy recoge el membrete de Euskal DJ´s. Pero lejos de dejarse llevar por trikis, txalapartas y panderos (bueno, por esto último igual…), lo que suena son ritmos brasileiros de corte moderno. Aquí también se mantienen las costumbres sociales: Unos bailan dejándose llevar, otros muchos se juntan parlanchines alrededor de una mesa.

Se puede apostar que esta zona festiva gozará de popularidad en eventos venideros. Su innegable aceptación va camino de cambiar los recuerdos de la ciudad. Pronto en las fotos y retratos de los cubos aparecerán estas patrocinadas carpas verdes como parte fija del mobiliario urbano.

Porque estos toldos, que nacieron como complemento puntual de nuestro Festival De Jazz, estiran su vigencia aprovechando las bonanzas climáticas. Quien sabe, quizás el próximo Zinemaldia (o la feria de ganado vacuno) también monte un tinglado de estos.

Publicado enReportajes

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