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Festival Local: Ven y Cántalo

Lugar: Sala Gazteszena (Egia). Donostia. Días: 30 junio, 1 Julio.

Emerge de entre los inquietos promotores particulares el Festival Local, un nuevo evento que une las artes culturales de nuestra ciudad costera (y limítrofes).

Artistas gráficos, músicos y DJs de Donostialdea se dieron cita el pasado miércoles y jueves en la sala Gazteszena de nuestra capital para acercar al público sus propuestas creativas.

Pero el que no se acercó fue el público. Entrada muy baja los dos días del Festival, con algunos picos de asistencia que coincidían con crestas de creatividad. Se mantiene la norma: a los conciertos de grupos de la casa se acercan los colegas, los que trabajan con el guitarrista y las amigas de la novia del batera.

Porque los estudiantes (primer grupo de asistentes potenciales) estaban ya aceituneando en cualquier terraza, aprovechando el fin de sus exámenes y la bonanza climática. Quizás les coartaron los 12 euros que valía la entrada. Pagar para ver a un grupo local, cuando cualquier día tocan gratis en el bar que hay al final de la calle, es algo impensable para esos bolsillos que pronto se vaciarán en las múltiples fiestas populares.

El segundo grupo de público, el resto del mundo, estaba más interesado en ver tranquilamente el televisado Fidji – Papua Nueva Guinea del torneo Inter-Islas (o la Eurocopa, o lo que sea). Además, teniendo que madrugar al día siguiente, el acercarse a un evento que se estira hasta las cuatro de la mañana tiene su peligro.

Mientras la pantalla lateral del escenario iba proyectando cortometrajes y obras de artistas del calibre de Diego Machimbarrena, Carlos Inda o Virginia,  el escenario mostraba las melodías de los conjuntos que pueblan las agendas de conciertos de nuestra zona.

Globalmente, hay grupos que se siguen mostrando en forma. El desenvuelto pop británico (entre los Cure y los Smiths) de Funny Bone, la atronadora apisonadora de rock añejo que manejan los Boogie Van, el terso academicismo de Jeshmar, las posibilidades radioformuleras (por su melosidad recalcitrante) de Mal de Muchos, las oscuridades rock-blues de los pegadores Hotel…

Y sobre todos ellos, los chavales de Miztura, un soplo de aire fresco en nuestra homogénea escena local. Volvieron a demostrar que su fórmula, instrumental, es nuestro bien más exportable. Por la frescura de sus ideas, las virtudes creativas, la pericia de sus ejecutantes…

Tras los conciertos llegaba la hora de los giraplatos, que tuvieron que pelear contra a una audiencia casi inexistente. Pero las ausencias no tapan el buen oficio que demuestran nuestros representantes locales.

DJ Chico siguió demostrando que está en lo más alto si hablamos de pinchar música de raíz negra. El colectivo Primo, recién llegado de París, acercó sus animosos tonos house-funk. Meataka le pegó al lado más duro de la vertiente nocturna.

Ray y Family Brothers se encuadran en la vertiente pop-indie, donde destaca por su amplitud de miras el Drum DJs Team que cerraba la noche del jueves. Lástima que el arduo e impecable trabajo organizativo sucumbiera ante el mal endémico de nuestra sociedad: El inexistente interés popular por propuestas poco conocidas.

Publicado enCríticas de conciertos

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