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Elektronikaldia: Noche de fiesta

Cargado de actividades se presentaba nuestro sabado electrónico. El viernes más de uno había llegado casi a los churros mañaneros, así que había que armarse de valor y energía para intentar disfrutar de los conciertos diurnos en el Elektronikaldia. Disfrutar de un festival extenso en todos sus momentos requiere su esfuerzo, no se crean.

A la tarde, las salas polivalentes del Kursaal presentaron propuestas de aquí y allá para los paseantes que se acercaron al edificio grosero a disfrutar de la gratuidad de estos actos. Entre el Corvette que los organizadores colocaron en el hall del edificio donostiarra, las diferentes promociones y la feria comercial en la que uno podía parapetarse de modernidad en formato revista, los ganadores del concurso organizado entre los creadores digitales locales fueron los protagonistas de nuestra atención.

Su premio era aparecer en un CD y presentar sus personales composiciones a un público que se había acercado con ganas de ampliar su conocimiento. Se explayaron desde el mediodía demostrando que sus músicas se crean para sentirlas, no para bailarlas.

De más allá de nuestras fronteras, Jan Jelinek se convirtió por derecho propio en la principal referencia del Elektronikaldia en su formato soleado. Aunque más de uno también disfrutó con la contagiosa alegría de las chicas de Foyu.

La noche es otro cantar. Sobre todo si es sábado, día oficial de celebraciones sociales. Si el viernes el sentido que más disfrutó en este mismo espacio escénico fue el oído, el sábado llegó la hora de revolucionar el resto de músculos. Se respiraba en el ambiente de la sala Gazteszena de Egía, lugar de bríos nocturnos festivaleros, que la gente tenía ganas de juerga.

Y quién la buscó la consiguió. En la sala principal DJ Food destapó el tarro de las esencias durante más de dos horas con muchísimos estilos sonoros bien solapados, todos ellos animosos y con cadencia pegadora.

Lamentamos la griposa caída del cartel de Dego, el integrante del grupo 4Hero, pero el resto de miembros de la fiesta que el club británico Co Op se montó en Donostia dejaron bien alto (y cansado) el pabellón. Aquí hubo House, algo de jungle, breves momentos rapeados y un ambiente que rezumaba diversión por los cuatro costados.

A veces nos aturdía un poco tanta expresividad sonora, y nos dejábamos caer por la sala pequeña de Gazteszena. En aquél pequeño templo dos DJs locales nos hacía movernos con los Stooges, Spectrum, la Velvet Underground y otros canibalismos sonoros de cuando no peinábamos canas. A veces entraba Jamaica en formato dub o reggae, otras veces un decidido calipso. Decir que no gozamos con las alternadas sesiones de Ibón Errazkin y Josetxo Anitua sería mentir como cosacos. Y como cosacos ya hicieron otras cosas los espectadores de este evento.

Publicado enCríticas de conciertos

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