Francis Alun Bell: Sin alarmas

Algo tiene que indicar el hecho de que el 33 por cierto de los –pocos- asistentes sean periodistas, fotoperiodistas, escribientes o promotores de conciertos. Además de algo viejunos. La parte optimista indica que, ávidos y más buceadores que el resto, la propuesta de Francis Alun Bell es un valor seguro que les merece una atención que el resto de mortales no supo ver aún. El enfoque menos positivo nos puede indicar una falta de rejuvenecimiento presencial en los – cada vez más abundantes, todo hay que decirlo- conciertos indies por los que apostamos.

Ninguno de estos pajareos mañaneros debe poner un pie en la bella propuesta del portugués Francis Alun Bell, cuya última y preciosa caja ha publicado el estiloso sello Moonpalace. El Altxerri se tornó ideal (había miedo de las olas de murmullos, más aún sabiendo que al final la entrada era gratuita, pero no pasó nada) para una tarde de capas y capas. Las que Bell iba creando con sus tecleos en una propuesta más concisa y directa que la que conocíamos en CD.

A Bell le gusta mucho el post rock. Y Yann Tiersen. Y los crescendos realizados con instrumentos de orquesta. Y casi te diría que Jean Michel Jarre de «oxygen» (más por sonidos que por construcciones) o el Vangelis menos cursillista de yoga. Y por eso el domingo post guerrero fue el mejor momento para cerrar los ojos y dejarse elevar, en un concierto cuya duración debe ser tan finita como la del domingo, a riesgo de perder parte de su belleza.