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Etiqueta: Matilda

Y los conciertos volvieron a las salas

Bueno, al menos esperamos agotar el aforo”, afirmaba a este medio hace unos días con una sonrisa Sergio Cruzado, el director del Donostia Festibala, a propósito de las limitaciones de aforo que por prevención y seguridad iba a tener la vertiente trotona y capitalina de su festival en 2020.

Parada su versión magna, la que junta a miles de personas cada septiembre en el hipódromo guipuzcoano, los organizadores del evento ofertaron este fin de semana una serie de conciertos en distintos puntos de la capital. Con grupos que mantuvieron viva la llama de la cultura en emplazamientos como la sala Doka (limitada a 60 asistentes) o la Casa de Cultura de Intxaurrondo (70 personas), entre otros. Lugares que la pandemia ha reducido a la mínima expresión y que ahora retoman esta antigua labor, esperemos que no de forma puntual.

Jueves y viernes fueron los días del pop suave de Matilda o IDO, la potente frescura de Hakima Flissi o las voces tuneadas de las euskaldunas J Martina. El sábado comenzaba didáctico, con la clase magistral que el getxotarra Javier Letamendia “Leta” dio en el sótano la biblioteca Koldo Mitxelena. Una sesión a la que, que por cuestiones de seguridad, solo se pudo asistir vía streaming.

Es perro viejo el señor Letamendia, curtido tras la batería de varios grupos famosos (El Inquilino Comunista, We Are Standard). Tirando de experiencia e inquietudes acercó de forma amena y sencilla conocimientos sobre las grabaciones, los secuenciadores, los teclados MIDI, los “tempos” de los estilos musicales antiguos y modernos, los conectores que necesitas para grabarte un disco en casa, las formas de colocar los micrófonos en las actuaciones o las ventajas que ofrecen los aparatos modernos más asequibles. Uno puso cara de pasmo al ver lo fácil que podía llegar a ser controlar la máquina de humo a través de una conexión con un instrumento digital.

La tarde debía proseguir con las actuaciones a cielo abierto, en la terraza de Tabakalera, de los grupos rockeros indies Lemy River y Venturi. Pero como nunca llueve a gusto de todos – meses llevaba la ciudad sin chaparrones y ayer cayeron unos cuantos-, el clima hizo que los eventos se trasladaran al escenario situado en la cuarta planta del edificio.

Unos nubarrones que no afectaron al resto de la jornada. En la sala Doka del barrio del Antiguo se celebró la cita rockera del certamen, con Gatibu y Ezpalak en el cartel. Los primeros, una de los bandas más relevantes del panorama vasco, se acercaron a Donostia con una formación adaptada a los tiempos: batería casi acústica, voz y guitarra. Repasaron sentados temas de distintos momentos de su discografía buscando, en palabras del cantante, “ofrecer una invitación al disfrute en estos días complicados”.

Lo de Ezpalak fue impresionante. Rock enérgico y elaborado con muchísimo gusto. A ratos un poco punk, otras tirando al ska y casi siempre sonando como un golpe en la cara. Con un cantante pleno de energía bien acompañado a los coros. Por momentos parecían los Foo Fighters presentándose al concurso de maquetas de Euskadi Gaztea. Profesionales y contundentes, los cortes de su futuro disco sonaron fantásticas. Fueron el descubrimiento del Festibala.

Este Donostia Festibala 2020 de apaños e ímpetus, de ilusiones y cultura en vivo, finalizaba con el set del rapero malagueño Foyone en Intxaurrondo. Su hip-hop combativo bien pudo ser el mejor ejemplo de un gremio, el musical, que pelea para poder seguir ofreciendo su arte en estos tiempos tan difíciles. El festival volverá el año que viene, si la cosa no se tuerce mucho, a su emplazamiento habitual del hipódromo lasartearra. Pero se agradece el esfuerzo de los organizadores (se agotaron las entradas para casi todos los actos) por volver a reactivar la música estos días de geles, asientos y mascarillas.

Publicado en El Diario Vasco

Jazzaldia 2020: la tarde en la que destacó el euskera

El pop íntimo de Sara Zozaya y la fiesta vocal de Les Fous brillaron en las terrazas del Jazzaldia

Con Les Fous es sencillo disfrutar del “Día de la Marmota“ que suelen ser los distintos pases de estos certámenes festivaleros. Su actuación del pasado jueves 23 fue una gozada, y la sensación se mantuvo el sábado en este nuevo momento de gloria de la música vocal. Santi Romano, Noa Eguiguren y Otxi volvieron a mostrarse dinámicos, cercanos, positivos, parlanchines y animosos. Voces que se apoyaron en un piano que si se rompe no supondrá la cancelación de ninguno de sus eventos: las tres gargantas y sus buenas modulaciones se bastan y se sobran para llenar todo el espacio escénico.

Volvieron a lanzar dedicatorias como los Reyes Magos reparten caramelos, recordaron a sus grupos preferidos (Andrew Sisters, Ed Sheeran, Itoiz), pisaron bandas sonoras (“Ha nacido una estrella”, “La La Land”), presentaron temas propios y cantaron piezas creadas durante el confinamiento. Su pop baladista encontró buen acomodo entre el público, mientras reiteramos el deseo de que hagan más canciones en euskera. Su “Orain bai” fue de lo mejorcito de la soleada tarde.

Concepto idiomático que también queremos destacar en el caso de Sara Zozaya. De todas sus obras oscuras, calmadas, oníricas y sombreadas nos quedamos con las cantadas en vasco. En “Benetan” nos encantó el pregrabado de Benito Lertxundi, los efectos de la guitarra y la voz evocadora de la cantante, muy cómoda en registros altos. A “Lili” le sentaron muy bien las voces tratadas, mientras “Aingurak” sonaba tan bailable como oscura y potente, acercándose al post rock.

Zozaya, ayer en compañía de Antton Goikoetxea a la guitarra y Asier Renteria al bajo y los teclados, trabaja un pop de autor que a veces te lleva a un bosque de claroscuros (“Worms”) y otras te tumba en una letanía tranquila (“Shadows”). Con “Take A Breath” y su precioso estribillo sacó su lado más esperanzador. Y el cierre arabesco de “Owltro” metió nuestros pies en el rock nórdico. Una creadora distinta que con cada disco (presentaba su último lanzamiento titulado “(I)”) va dibujando un camino cada vez más especial.

Y hablando de días de la marmota, el norteamericano Sean Clapis y su socio Javier Moreno repetían escenario y hora en la festiva jornada de Santiago Apostol. Eran las nueve en punto de la noche cuando el dueto afincado en Madrid volvió a hacer vibrar a los asistentes con su jazz contagioso, acelerado y emotivo.

Lejos del foco de estas letras quedó el cierre del sábado festivalero con el grupo Matilda. La formación está capitaneada por la beasaindarra Maria Amolategi, cantante en su día del grupo “Sugan” y participante de la segunda edición del programa televisivo “La Voz”. Llegaban en formato trío, con el añadido de un teclista, para musicar la penumbra donostiarra con sus suaves piezas de folk-pop mainstream.

Jazzaldia 2020: citas con la calidad de las terrazas

Las terrazas del Kursaal se adaptan a los tiempos mientras anuncian música variada de gran calidad

“Siempre vamos a priorizar la seguridad, siguiendo el protocolo que para estos actos ha dispuesto el Gobierno Vasco”. Miguel Martín, director del Jazzaldia donostiarra, explica las particularidades que este año van a tener las actuaciones que se celebrarán en la zona trasera del Kursaal. La zona ha perdido un par de escenarios, el que pisaba directamente la playa y el que se situaba detrás del cubo grande. Los dos restantes tendrán un horario de cinco de la tarde a dos de la mañana, una capacidad para 250 personas y varios turnos de actuaciones en espacios alternos a las 17:30, 19:00, 21:00 y 23:00 horas. La estancia estará limitada a dos horas, aunque desde la organización confirman que no van a levantar a nadie de su asiento si ese plazo finaliza durante la ejecución de un concierto.

Así que mejor dejen para el año que viene el picoteo sonoro habitual de la Zurriola, ese paseo refrescante entre tablados que busca escuchar un poco de pop aquí y otro poco de jazz allá. “Este año no toca. Es solo un año”, como dijo Fernando Simón sobre las apelotonadas celebraciones futboleras. El director del certamen detalla que “la gente no podrá acceder libremente a las terrazas. Llegará a uno de los dos puntos de acceso con los que contará cada zona, donde se topará con una recepción. El personal le dirigirá a una mesa libre, y los camareros pasarán a tomar nota. No se podrá abandonar las sillas para ir a pedir algo”. De la alimentación se encargarán dos empresas especializadas: EcoTalo ofrecerá las habituales tortas de maiz y Basque Truck venderá hamburguesas y derivados de calidad.

El hecho que el acceso a las terrazas conlleve una consumición obligatoria se presenta como un elemento de control de los aforos. “Entendimos que la música en directo podía tener el efecto llamada y que la gente podía acumularse en los alrededores. Desechada la opción de acceder con invitación, pensamos que el formato actual era el más justo y adecuado. Con la obligatoriedad de la consumición buscamos evitar esos problemas que se puedan dar en el exterior, los cuales también son de alguna manera responsabilidad nuestra”.

En lo musical los grupos se han adaptado para limitar las ganas de los espectadores de levantarse y bailar. Con un cartel repleto de formaciones locales y cercanas, en la plancha sobresale la aparición de dos norteamericanos afincados en España: Randy Greer y Sean Clapis. El primero llega en formato trío para ofrecer un apacible swing de gran calado vocal. Clapis vendrá acompañado del contrabajista Javier Moreno para convertir el espacio en un club de gran solera.

En la vertiente más “jazzy” de estos escenarios disfrutaremos del Jaso-Gimenez-Escrich Trío y su idea de fusionar el acordeón con el jazz más etéreo y sugerente. Connection Trío revisará los clásicos y apuntará temas propios bajo el formato de trombón, piano y contrabajo. En la banda Around Midnight y sus aires improvisadores despunta el joven saxofonista vitoriano con el nombre más certero de todo el certamen: Eolo Andino.

Sara Mansilla alternará melodías de su primer álbum con estándares clásicos del jazz. Los Juanes, miembros también del combo de Sara Mansilla, acercarán su ecléctica música inspirada en Michael Brecker y el folklore latinoamericano. Y el trío Les Fous, nuestros particulares Manhattan Transfer, mostrarán su dinámico estilo a capela con el acompañamiento del piano y la percusión acústica.

En el lado popero del Jazzaldia playero destacan varias autoras. Sara Zozaya llega con nuevo disco bajo el brazo. “(I)” es su trabajo más onírico, calmado y oscuro en sonidos, atractivo en el empaste y los juegos vocales. Idoia Asurmendi ofrecerá la frescura juvenil de unas canciones que viajan entre el soul y el pop placentero. Matilda, con Maria Amolategi a la voz principal, es un dúo guipuzcoano que viaja entre el folk que se toca en El Retiro madrileño, el pop de 10,000 Maniacs y el jazz más contagioso.

Nos queda lo más impactante, las actuaciones ajustadas– recuerden, todas se realizan sin batería y en formato reducido- de Lemy River (pop con toques de electrónica y sicodelia) e Indian Feathers (indie-punk). No olviden que un buen número de estas formaciones ofrecerán varios pases a lo largo de la semana en esta zona trasera del Kursaal. Hagan coincidir el programa de actividades con su agenda particular para así disfrutar de esta reajustada versión de las terrazas del Jazzaldia, una propuesta (a)sentada en la calidad.

Publicado en El Diario Vasco