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Etiqueta: Landry Agres

Katiuska Festibala

Dicen que en Donostia el verano es un sinvivir porque debes salir de casa con tolla, jersey, chancletas, chubasquero, bañador, rebequita, zapato cerrado y paraguas. Quitando los elementos netamente veraniegos, que el frescor del viernes no invitaba a llevar sugerencias textiles, el resto del paquete bien podría haberse entregado a los asistentes a la primera jornada del Kutxa Kultur Festibala celebrado ayer en el hipódromo de Lasarte.

Pack en ristre nos dirigimos al transporte público que nos iba a llevar al espacio de conciertos. Los viajes no son tan dedicados como antaño. Así, el nerviosismo y la felicidad cómplice de quienes subían a Igeldo en una de aquellas lanzaderas viajan ahora diluidos en un tren o un autobús que acoge también el regreso a casa de los currelas, el fin de la jornada estudiantil y el retorno de los ciclistas que se han pegado una paliza. A cambio, el recorrido deja de estar focalizado en Donostia para extenderse hasta Tolosa, Zumaia e Irún. Fue divertido intentar adivinar quienes iban al evento, una especie del “”quién es quién?” versión festival vasco. ¿Lleva botas?¿Va de ropa técnica o de noche?¿ Va en un grupo animado de gente?

La entrada al recinto se realizó sin mayores problemas. La zona verde que dominaba el área abierta por donde habitualmente compiten los jamelgos se presentaba asequible pero se fue embarrando con el paso de los aguaceros ocasionales, los cuales parecieron aguantar hasta el inicio de los actos para hacer acto de presencia. Los acordes de los guipuzcoanos Havoc sonaron regios mientras la gente se cobijaba cuando el agua hacía acto de presencia.

Zapatos de zarzuela

La gente se sobrepuso a la realidad con humor. Que los chaparrones sean una faena o un acto que añade tintes épicos al momento es cuestión de la vitalidad y la edad del encuestado. Atenta a los guitarrazos del artista local nos topamos con Marta Lorenzo, una donostiarra embutida en unas Hunter a la que no le faltaba chispa en el tema de las denominaciones alternativas. “Hemos venido preparadas para la fiesta. Ni ´kutxakultur´ni gaitas, este es el primer año del Katiuska fest”. Por cierto, ¿Sabían que el nombre de ese calzado viene de una zarzuela de los años 30? La obra se titulaba ‘Katiuska, la mujer rusa’ y la protagonista principal aparecía en escena provista de unas botas altas de media caña, las cuales recordaban a las utilizadas comúnmente en los días de lluvia.

La zona de ferias prevista no llegó a montarse. Pero la gente siempre le ve cosas positivas a las ausencias. “ Ahora, tras las lluvias, también podríamos montar peleas en el barro”, nos cuenta divertido el lasartearra Gorka Lopez, quien ya más serio nos confirma que ya sabe que el K.K.F. se caracteriza por la ausencia de actos vandálicos.

Comida rápida en formato camión

Nos aventuramos a la zona de “food-trucks” que iba a saciar nuestros ardores alimentarios y, de paso, darnos cierto descanso musiquero. Shawarmas, sushis y sandwiches ocupaban el lugar. Lo que viene siendo la comida rápida de toda la vida, pero en formato sano y elegante.

Recuerden, eso sí, que en el Kutxa Kultur Festibala nada se apoquina con dinero contante y sonante. En este festival todo se paga con la pulsera “cashless” que dan al acceder al recinto. Un brazalete que además sirve para entrar y salir del hipódromo. Las cargas de la dichosa son sencillas a rabiar. Otra cosa son las descargas. “Un saco sin fondo. No consigo llevar las cuentas nunca bien con estos modernos sistemas”, nos dice un joven farrero que prefirió no identificarse.

La música no fue la única de las artes que se desarrolló en el estadio deportivo. #LiveArt fue la propuesta de los artistas Amaia Arrazola y Txemy, creadores que realizaron en riguroso directo dos enormes murales a ambos lados de la pista principal. Y para pintas modernas -y creatividad con las tijeras-, las que nos podía dejar el barbero presente. Landry Agres, peluquero de la selección islandesa en la Eurocopa de 2016, ha instalado su salón Milk San Sebastián para todo el que quiera cambiar su look durante el certamen. No vean el tirón que tenía.

A su vera tiendas de joyas, diseño, cerámica , piezas decorativas de cemento y stands de chulos carteles o fotografías de la Norteamérica profunda se repartían la zona más cubierta del Kutxa Kultur Festibala. Y el stand oficial del evento, claro. Donde pudimos adquirir una camiseta para poder demostrar con el paso de los años y los lavados aquello de “¿Recuerdas aquél primer año de Lasarte? Pues yo estuve allí”.