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Etiqueta: Fito & Fitipaldis

Fito & Fitipaldis: 10 años no son nada

“Dos Kursaales, dos”, que dirían los cronistas toreros. El vizcaíno Adolfo «Fito» Cabrales Mato (Bilbao,1966) agotó todo el taquillaje de su par de fechas en el auditorio donostiarra con pasmosa facilidad y alegría. Y eso que los tickets más cercanos al escenario llegaban a costar 80 euros.

Todo montante pareció poco para los seguidores de este rockero que después de su gira de grandes espacios – cómo olvidar San Mamés…- anda estos días pateando lugares más coquetos. Nosotros asistimos a la primera de las dos citas guipuzcoanas, la celebrada ayer. Si van a ir hoy a verle mejor guarden este texto para el domingo, que igual matamos el efecto sorpresa. Que lo hubo, vaya si lo hubo.

No tanto en la música ambiental previa, con Black Keys y Alice Russell sonando por los altavoces. En un escenario donde estaba presente el cadavérico logo del grupo, ese que poblaba las camisetas del puesto de venta de recuerdos. Un suelo alfombrado y unas barras de luz verticales acogían la futura presencia de los intérpretes, los cuales salieron a escena con la trotona ‘Me acordé de ti’.

El tema lumínico supo adaptarse al espacio salvo en la retreta final, donde los éxitos del grupo trajeron guitarrazos más fuertes. En el resto acompañó a las melodías con suavidad. Será que ‘sobra la luz’, como dice el cantante en una de sus canciones. El sonido fue impoluto, con las guitarras y la voz protagonista un peldaño por encima del resto. Y fue en la adaptación sonora, la reinvención, donde estuvo el mayor valor de la noche.

A la vera del maestro se colocaron los buenos lugartenientes habituales comandados por el guitarrista Carlos Raya. Una pandilla de compinches a la que Cabrales saludó con besos en la boca y que cuenta con dos nuevos integrantes: Diego Galaz y Jorge Arribas, del combo Fetén Fetén. Su aportación destacó en temas como ‘Soldadito marinero’ mientras la banda devolvía el favor tocando el ‘Si me ves así’ del grupo castellano de estupendo nombre.

Echando un ojo a la lista de temas diremos que el bilbaíno aumentó su querencia blues, ofreció zonas acústicas tomadas como antónimo de lo relajado y disparó la fiereza de sus tonos famosos. En el arranque llevó el Misisipi al Nervión y lo plantó en la bocana del Urumea. A veces dolorido, en un cruce de caminos (‘Que me arrastre el viento’), otras canalla (‘Fantasmas’), con golpeos cavernícolas (‘A morir cantando’) y uniendo a Led Zeppelin con lo latino (‘A la luna se le ve el ombligo’).

Unió su amor por Bruce Springsteen (‘Si me ves así’) con la felicidad de una jam session (‘Como pollo sin cabeza’). Quedando claro que mencionará a Wilco en la charla de barra del bar (‘Cada vez cadaver’). La zona acústica fue afrancesada, cabaretera, festiva (‘Ojos de serpiente’), tanguera (‘Me quedo aquí’) y, vaya por dios, tranquila (‘Funeral’).

“10 años llevábamos sin venir. Lo echaba en falta”, dijo el protagonista de la noche lluviosa. Por eso guardó sus mejores balas para el final. Con piezas ya eternas (‘Soldadito marinero’) a veces adaptadas al lugar (‘Me equivocaría otra vez’) y otras desbocadas, como lo pide el cuerpo (‘La casa por el tejado’). La banda, ya a toda potencia, levantó los traseros del lugar en momentos como ‘Por la boca vive el pez’ mientras Carlos Raya corría por los pasillos y Fito se emocionaba en el cierre.

Soldadito rockero

El plato fuerte del festival itinerante Kultur trajo a la explanada exterior de Ficoba las actuaciones de La Cabra Mecánica y Fito & Fitipaldis.

Las chivas de Miguel Angel Hernando ‘Lichis’ andan despidiéndose de los escenarios tras 15 años de vida creativa. Hasta que llegue el portazo final, sus integrantes seguirán haciendo de sus actuaciones una buena parranda. O ‘Del mundo una verbena’, como cantan en su tema ‘La fábula del Hombre Lobo y la Mujer Pantera’.

Su menú presenta rock a lo Rodriguez (o Barricada cuando se pone áspero), rumbita latina, gotas del Bob Dylan más animado y las cadencias de Manu Chao. Con una divertida cuenta atrás que homenajeaba a la estrella de la noche se despidieron de Irun, y quien sabe si de Gipuzkoa entera.

Tras ellos llegó el vendaval bilbaíno: Tras una entradilla de dibujos animados, Fito y los suyos pisaron el escenario disparando buena parte de su artillería pesada: ‘Antes de que cuente diez’, ‘Un buen castigo’, ‘Sabes que soñaré’, ‘Por la boca vive el pez’ o ese ‘Viene y va’ cuyo saxo nos recordaba los mejores surcos de Bruce Springsteen.

Es una obviedad destacar a la banda que acompaña al bilbaíno, aunque el guitarrista Carlos Raya y el teclista Joserra Senperena merezcan estar un peldaño por encima del resto. Todos juntos alejan de un plumazo la idea de homogeneidad de las canciones de Fito, haciendo que las dos horas y media de concierto se pasen en un periquete. Los músicos – y un trabajo escénico espectacular que sabe huir de artificios- saben conjugar unos temas más pausados a lo Dire Straits (‘Me equivocaría otra vez’) con los mil y un ejemplos que nos ha dejado el rock, el blues y el r&b más clásico, auténticos cimientos de la oferta Fitipaldi.

[El autor de la foto es El Humilde Fotero del Pánico]