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Mes: septiembre 2022

Patti Smith: la madrina del punk sigue en la cresta

Es uno de los momentos musicales de la temporada donostiarra. La cantante Patti Smith visitará esta tarde el Kursaal en una fecha a la que apenas le quedan entradas a la venta. No será su primera estancia en nuestra capital. En 2010, por ejemplo, fue la encargada de inaugurar los espacios gratuitos del Jazzaldia. Un momento que llegó a editarse de forma alegal en formato DVD.

Con los ecos aún brillantes de su reciente gira por nuestro país -con paradas triunfales como la realizada en el festival para adultos Azkena Rock de Gasteiz-, sus actuaciones continúan llenas de una energía, frescura y potencia que echan por tierra cualquier idea rentista sobre sus giras. Así lo confirman las crónicas recientes que afirmaban que en estas citas interpretó “sus clásicos como si hubieran sido grabados ayer mismo”. Patricia Lee «Patti» Smith (Chicago, 1946), la autora que ha disfrutado de buena parte de la contracultura norteamericana, un mundo del que formó parte activa dejando melodías para la eternidad, sigue en la brecha por méritos propios.

Poeta, activista y cantante, la discografía oficial de la “madrina del punk” comenzó con el seminal “Horses”, ocho cortes que influirían sobre bandas posteriores como The Clash o The Police. Un trabajo en el que Smith fusionaba de manera original conceptos enrabietados como el comentado punk, el jazz o el rock. Baste un detalle sobre aquel disco para remarcar su relevancia: Fue escogido por la publicación The Village Voice como el segundo mejor álbum de 1975, solo superado por el aclamado “The Basement Tapes” de Bob Dylan.

En la lista de canciones que sonarán esta noche se esperan piezas de aquel lanzamiento. Una enumeración en la que suele abundar – siempre hay cambios de última hora- las versiones (el mencionado Dylan, The Stooges, Them, Jimmy Hendrix) y muescas de otros álbumes propios (“Banga”, “Dream of Life”). La artista norteamericana vendrá acompañada del bajista y teclista Tony Shanahan, el batería Seb Rochford y su hijo, el guitarrista Jackson Smith, en una actuación que promete extenderse más allá de la docena de canciones.

Publican de modo ilegal canciones de La Buena Vida en internet

Fue flor de un día. Los temas más celebrados del desaparecido grupo donostiarra La Buena Vida, uno de los mayores representantes del pop independiente nacional de los años 90, brotaron en las plataformas de streaming a principios de esta semana. La ausencia durante tantos años de estos álbumes publicados en el sello Siesta se veía recompensada por este acceso digital e inmediato a las melodías preciosistas que hasta ahora solo estaban disponibles en CD o vinilo.

El revuelo en el mundo “indie” fue considerable, con cientos de fans celebrando la medida. Alegría que se convirtió en tristeza cuando las composiciones desaparecían en la mañana de ayer. Oyentes que quedaron, parafraseando una de las las melodías más conocidas del combo, en mitad de una “tormenta en la mañana de la vida”. ¿Cuál fue la razón de la desaparición? La subida a internet de esas piezas las había realizado una empresa sin permiso para ello. No es extraño que a través de distribuidoras internacionales aparezcan en Spotify y similares grabaciones no autorizadas por los artistas ni el sello, como ha sido el caso, en concreto a través de una firma rusa.

El caso se ha denunciado y las plataformas han retirado las canciones afectadas. Hay que recordar que La Buena Vida sí que cuenta con discos publicados de manera oficial en estos servicios de escucha (“Vidania”, “Álbum”), los cuales no se han visto afectados por esta medida.

El conjunto donostiarra, que no ha querido hacer declaraciones, no es la única afectada por estas prácticas ilegales. “En 2020 se estimaba que entre el 3 y el 10 % de toda la actividad de transmisión de estos sistemas era un fraude. Hoy podemos afirmar que es al menos del 10%, y un número superior a ese en algunas regiones”, escribió Beatdapp, la startup que lucha contra el fraude.

La Buena Vida fue una formación en activo entre 1988 y 2011, cuando el fallecimiento de su bajista Pedro San Martín acabó por disolver el grupo. Grabaron siete álbumes y varios discos breves. Ellos fueron, junto con formaciones como Le Mans o Family, las cabezas más visibles de lo que la prensa denominó “Donosti Sound”, una corriente musical “indie pop” que ubicaron en la capital guipuzcoana.
Desparecida La Buena Vida los ex-miembros Mikel Aguirre, José Luis Lanzagorta e Iñaki de Lucas fundaron el grupo Amateur. Otros integrantes como Javier Sánchez y Borja Sánchez lanzaron su proyecto AMA. Ambas agrupaciones siguen en activo hoy en día.

Donostia festibala: ellas marcan el paso

Marlena fue la cal y Melendi la arena en la última jornada del rejuvenecido festival musical guipuzcoano.

Descansaba Lasarte la tarde de ayer. Su fin de semana ha estado lleno de actividad, con una feria medieval en sus calles y la fiesta de despedida de uno de sus vecinos, Arteaga II, de la pelota profesional. En el Hipódromo el Donostia Festibala celebraba su ultima tanda de actuaciones. De camino al recinto nos cruzamos con furgonetas en modo “picnic previo”, con mesillas repletas de gente acicalándose. Chicos y chicas que podían darse un último retoque en la peluquería que la organización puso a disposición de los asistentes.

La oriotarra Intza inauguró el sábado festivalero. De blanco angelical y acompañada de una banda de 5 personas, destacó cantando en los tonos altos y en sus viajes a la música de los 50. Hubo pop de gusto vasco y baladas de final épico. Idoia Azurmendi arribó después con canciones folk calmadas. En fabulosa compañía musiquera la joven alavesa le entonó al mar y a Castilla (con giros a lo Ana Belén), tiró de refranero y atacó una bossa al estilo Musikene. Cantándole a los corazones, a Maurizia y a Maialen Lujambio.

Los siguientes Veintiuno montaron un jaleo muy jaleado. No dejaron ni un segundo para el descanso, con letras pegajosas y estribillos cuasi perfectos. Ubicables entre el rock nacional y las guitarras festivaleras, se acercaron a los años 90 y se cubrieron de tonos sintéticos. Animosos y atrevidos, buscaron con éxito que la gente se lo pasara bien.

Lo del trío Marlena fue una cosa floja. Con sonidos que iban y venían en la misma canción, guitarras mal tocadas, demasiadas versiones y mucha charla en las pausas. Su tirón virtual – tienen más de 15 millones de escuchas en internet- necesita más trabajo si quiere alcanzar el éxito convencional. La posterior actuación de Sofia Ellar nos reconcilió con el mundo. La cantautora llegó con banda para defender un pop-rock mainstream más clásico que un jersey de pico entre letras de amoríos.

Melendi era el gran foco de la jornada. Al profesor de los televisivos programas de versiones le tocaba examinarse. La audiencia estaba de su lado en lo que fue hasta ese momento la mejor asistencia del día. Un público adulto que gozó con el salto de calidad/seriedad de un autor ayer acatarrado – no se notó tanto- que tiró de letras actuales (COVID y redes sociales, por ejemplo) y éxitos pasados para ofrecer un concierto feliciano muy serio.

Dejamos a la chavalada ansiosa por las últimas formaciones del cartel (Stay Homas, Bulego) mientras estas líneas viajaban a la redacción. Donostia Festibala este año se ha abierto de miras, se ha acercado sabrosamente a la paridad sobre el escenario – a ras del suelo ellas fueron mayoría aplastante- y ha conseguido bajar la media de edad de anteriores ediciones.

Donostia Festibala: las nuevas generaciones responden

Lola Indigo y Nøgen destacaron en una primera jornada de un certamen variado dirigido al público joven

El renovado Donostia Festibala regresó ayer al Hipódromo de Zubieta dando un vuelco a su estilo. Su propuesta, que buscaba bajar la media de edad de estas citas, va del trap al pop comercial más adulto. ¿Y fue positiva la transformación del cartel?¿Hubo más gente que otros años? Imposible saberlo al detalle. La organización anunció que dará los números totales una vez finalizado el fin de semana.

El montaje físico del Festibala se aligeró respecto a ediciones anteriores. El meollo se ubicó de nuevo en el interior del óvalo, verde y algo mullido para nuestras posaderas. Un escenario grande y otro cubierto por una carpa ofrecieron las distintas actuaciones. A su vera se colocaron los baños, los puestos de comida de combate (pizza y perritos calientes. Nada más sofisticado que eso), una peluquería y una fuente para beber agua gratis.

El evento contó con mayoría de gente joven desde el arranque. Para muchos de ellos fue su primera “experiencia” en estas lides. Anette Egiguren e Iraila Urbieta, ambas de 16 años, llegaron desde Azkoitia. “Es nuestro primer festival, y nos han traído en coche porque volver luego es complicado. Tenemos el abono para los dos días y de hoy no nos vamos a perder a Lola Indigo ni a Nil Moliner. Una pena que haya tan poca gente aún”, afirmaron. El tiempo les confirmará que normalmente a primera hora no hay tanta gente viendo las actuaciones.

En la sección creativa la cinta se cortó con la actuación de Julen. Desde Eibar y en formato banda, su pop desvergonzado fue toda una sorpresa. Un estilo que tan pronto colaba el famoso “Happy” de Pharrell Williams como se tiraba a lo épico, picaba del glam, se acercaba a Izaro o paseaba por el funk. Cantando en los idiomas de la ESO (euskera, castellano, inglés), su optimismo vital fue un remarcable estreno.

“Nos ha gustado”, confirmaba Jessica Curto, la portavoz de un grupo de varias familias donostiarras que se acercó a Zubieta con sus hijos e hijas. Hay que recordar que los menores de diez años, una vez firmados todos los permisos de turno, acceden gratis al recinto. “En realidad nos han traído ellos, les encanta Nøgen. Nos gusta cómo está montado el evento. Estuvimos en su día en Igeldo, pero esto es otra historia. Solo esperamos que no llueva”. El cielo, digno de un cuadro de un pintor romántico, permitía todas las respuestas posibles.

Tras ellos llegó Andrea Santiago y sus melodías oscuras e íntimas con toques electrónicos, algún arrebato post-rock y bastante canción de habitación ahora más acompañada. El oiartzuarra Bengo tomó el relevo con su pop urbano euskaldun de sonido global y tiempo tranquilo. Se acompañó de algunos sampleos (Diplo, Nirvana, ¡el aviso de llegada del Topo a Oiartzun!), se acercó al Rock Radical Vasco – no fue su mejor tema- y confirmó que tiene tirón por nuestra tierra.

Nøgen fue la primera gran reunión popular del día. Su pop-rock con ukelele funciona muy bien en estos espacios amplios. Tirando para el country animoso, la romería actualizada, las baladas de grandioso final y el folk norteamericano más bailarín, el quinteto donostiarra despidió su año sobre los escenarios repartiendo felicidad entre un respetable que le coreó hasta las toses. Tras ellos Marlon demostraron que El Canto Del Loco y Pereza cuentan con buena sombra. El mensaje canallita y algo Cayetano del quinteto asturiano, ya conocido para los más paseados, continuó con la fiesta entre el público más juvenil que conectó con el mensaje despreocupado de la banda.

Lola Indigo llegó como un ciclón con un espectáculo mayúsculo. Desde el primer segundo el montaje impactó cual tormenta de verano con luces, bailes, canciones, pantallas, plataformas y movimientos. Su Trop (trap + pop) de variaciones latinas brilló y asombró en un show en el que no faltaron muchos de sus temas más conocidos. Lejos de esta crónica de urgencia quedaron los últimos minutos de Indigo, la parranda a dos voces de Arnau Griso y el cierre final con la actuación de Nil Moliner.