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Mes: diciembre 2018

The Lookers: pop eterno

Intérpretes: Muskulo, The Lookers. Lugar: Sala Dabadaba (Donostia). Día: 29 diciembre 2018. Asistencia: unas 150 personas.

Menudo fin de semana donostiarra han tenido The Lookers. El viernes se estrenó en nuestra capital la película que protagonizan (“El decimosexto sueño de un artista”) y al día siguiente airearon las canciones de “Real Things”, su último CD, en la sala Dabadaba.

Abrió la velada la banda Muskulo, de Orereta. Un combo instrumental seleccionado por la propuesta “Artistas en ruta” que tuvo momentos certeros en su océano de influencias. Se hizo un poco largo su set, pero eso suele ser habitual en los shows con la voz muda.

En el lado contrario del balancín se situaron The Lookers. El joven trío de Ziburu es impacto y melodía. Con canciones cortas y directas en las que concentran todos los aciertos del pop vibrante clásico. Lo que ha gustado, gusta y gustará más allá de las modas. The Jam, los Undertones, la psicodelia que viene de los EEUU o los sempiternos The Beatles. Todo muy descarado. Con una sonrisa en la cara y un brinco en cada estribillo. Hay futuro es sus trastes. Y es bien bonito.

Aaron Abernathy: un alma suave

Intérpretes: Aaron Abernathy (teclados, voz), Abel Calzetta (guitarra), Manuel Sanz (bajo), Akinsola Elegbede (batería). Lugar: Kutxa Kultur Kluba (tabakalera). Día: 6 diciembre 2018. Asistencia: lleno, unas 300 personas.

El soul es un estilo peligroso. No tanto por la violencia de sus espectadores sino por lo implícito de su definición. Cuando lees el “palabro” en una web esperas cadencias tórridas, de parentesco africano, aceleradas y agitadas. Con gente que te mira mal si no te posee el ritmo. Parece, se entiende, que si llegas con ese término como estandarte en tu promo todos y cada uno de los presentes van a agitarse como su estuvieran poseídos por un vudú. Es lo que se oferta, es lo que se espera.

En ese riesgo cayó Aaron Abernathy, quien sorprendentemente llenó la sala Kutxa sin dejar un ticket a la venta. Y eso que su oferta era desconocida aún en una ciudad que gozaba de su puente festivo. No tengo respuesta para el llenazo, muy agradecido por el autor durante toda la velada. Y tampoco soy capaz de decir que el concierto fuera flojo. Pero sí que, ateniéndonos al dichoso soul, hubo bastante más jazz y una proliferación de ritmos suaves dignos de cenas románticas. Nada malo, nada mal ejecutado por esa banda montada para la gira española. Pero…

Para más riesgo, la banda quiso montar el set como un “medley” sin paradas, lo cual les acercó peligrosamente a los pintxopotes musicados. Destacaron, con honores, los temas más calmados. “I Need To Know” fue una de las mayores delicias de la noche. Y sumamos al mundo de los aciertos positivos el tema del siguiente disco que el creador tuvo a bien estrenar en Donostia. Una melodía que derrochaba elegancia y estilo, animándonos a no perderle la pista. Remarcando, en el vistazo general, esa voz principal que los más benévolos compararon con Prince. Mas la gente pareció echar de menos el escenario grande del Jazzaldia, con sus autores nerviosos y sus ritmos negroides contagiosos. Nada, otra vez será.

Publicado en el Diario Vasco