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Mes: enero 2018

Peach Pit: fiesta de fin de curso

Intérpretes: Peach Pit. Lugar: Sala Dabadaba (Donostia). Día: 26 de enero. Asistencia: 110 personas (y casi 1000 a través de internet).

El concierto de los canadienses Peach Pit en nuestra capital tuvo como complemento un estreno al menos estatal: por primera vez una actuación en una sala se iba a emitir en directo de manera gratuita a través de internet. En asociación con el centro de investigación aplicada Vicomtech, la fusión I+D (Informáticos + Dabadaba) consiguió reunir a casi mil espectadores al otro lado de la pantalla. Más o menos el aforo del Teatro Victoria Eugenia. La retransmisión fue un gancho hasta para los actuantes. En una de las presentaciones el cantante de la formación saludó a su madre e invitó al resto a hacerlo, sabedor de que la señora estaba viendo las correrías musicales de su niño desde la comodidad de su casa en Vancouver.

¿Y que vio su mamá desde el sofá? Una panda de colegas que se junta para tocar canciones. Con una pintas dignas de las teleseries juveniles tipo “The O.C.” (imagen aumentada al saber que “Peach Pit” es la denominación del bar más conocido de la famosa “Sensación de Vivir”), estos cuatro norteamericanos se alejaron en demasía de los aciertos de su buen primer disco.
La colección de temas del CD “Being so normal” acabó pareciendo una fiesta de fin de curso sobre el tablado del Dabadaba. Solo faltó Marty Mcfly (“Regreso al futuro”) para el bis, porque por tocar tocaron hasta el “Johhny B. Goode” de Chuck Berry. Rescatamos de la quema la belleza de “Techno show” y el nervio que le insuflaron al tema que da título al disco.

Estaremos mal acostumbrados. Casi todo lo que nos llega de Norteamérica nos eriza y nos resuelve más de una tarde. Y en este caso el gozo fue sólo relativo. Pero los de aquellas tierras también tienen lo suyo. Un buen número de angloparlantes – y varios locales que se sumaron a la fiesta- no pararon de rajar durante todo el evento, remarcando la vertiente social de las actuaciones musicales. Eso, por suerte, no consiguió colarse en la retransmisión en vivo.

Morau: un diario muy personal

Intérpretes: Andoni Tolosa “Morau” (guitarra, voz), Iñaki Martiarena Otxotorena “Mattin” (ilustraciones). Lugar: Euskaltegi AEK del Antiguo (Donostia). Día: 18 de enero. Asistencia: unas 30 personas.

Puede que el Alzheimer sea la enfermedad actual que más afecta a enfermos y sus familiares en occidente. Un paseo triste y azaroso por el declive de la memoria que, como era de esperar, hace que los creadores artísticos sientan la necesidad de escribir artículos, redactar novelas o, como es el caso que hoy tratamos, hacer canciones para plasmar las historias diarias relacionadas con esta enfermedad neurodegenerativa.

El autor hernaniarra Andoni Tolosa “Morau” ha hecho pivotar su siguiente álbum sobre este tema. “Egunsentiak alperrentzat” es la recopilación musicada de los diez años de paseos realizados con su madre, aquejada de esta dolencia. Doce tonadas que se presentaban ayer en un ambiente de “reunión de amigos” y con la compañía de Iñaki Martiarena Otxotorena “Mattin”, dibujante que se ha encargado de interpretar las letras del disco bajo la técnica del linograbado.

Acostumbrados como estamos a que estos dramas personales hagan fluir emociones trágicas, el guipuzcoano centró sus fuerzas en describir la cotidianidad de sus vivencias. Un paseo tan bello y detallado que a veces hizo tambalear al autor en su duelo. Narrado todo con tanto cariño que fue imposible no esbozar una pequeña sonrisa de afecto cuando Morau cantó “Irakurgaiak”, “Diagnosia” o “Maleta”. También destacaron el folk de “Zuhaitza”, el toque Neil Young de “Gaixo” y el aire pop de “Mina”.

Morau no es un doctor ni ha publicado una guía de buenos consejos. Sólo busca que la luz se cuele en las oscuridades, explicando de manera cercana – y en este punto resultaron fantásticas sus explicaciones entre canción y canción – las particularidades de esta situación cada día más habitual. Helando un poco el humor, desbordando de amor familiar todos los pasajes.

Juan Luis Etxeberria

Música griega y de autor en escenarios pequeños

El cantautor Morau y la banda Dirdira Dardar actúan esta tarde en Donostia.

Más allá de auditorios, casas de cultura y salas de conciertos, Donostia acoge de manera puntual actuaciones en espacios más recogidos. Establecimientos que ceden sus esquinas o pequeños tablados para conciertos en los que destacan la cercanía con el autor y la intimidad del momento. Esta misma tarde hay previstos dos de estos momentos especiales, con la presencia del cantautor Morau en el Euskaltegi AEK del Antiguo y el show de la banda vasco-griega Dirdida Dardar en la librería Kaxilda del centro de la ciudad.

El hernaniarra Andoni Tolosa “Morau” acercará sus creaciones al centro educativo de la calle Escolta Real en un evento titulado “»Erakusketa Musikatua; Musika Irudikatua» (“Exposición musicada, música dibujada”), una mezcla de láminas y canciones alrededor de su nuevo disco “Egunsentiak Alferrentzat”.

El álbum, que saldrá a la venta el mes que viene, es la obra más personal del autor. Sus doce composiciones retratan la vida de este guipuzcoano alrededor de la enfermedad de su madre, aquejada de Alzheimer. Un paseo triste y azaroso en el que Tolosa quiere destacar con ingenio las particularidades del día a día. A la espalda de sus melodías se podrán observar las ilustraciones realizadas por el dibujante Iñaki Martiarena Otxotorena “Mattin” al respecto, en una exposición que se extenderá, acabado el concierto, hasta el 26 de Enero. La cita de hoy es a las 19 horas.

A esa misma hora, en la librería situada frente al antiguo frontón de la Calle Arroka, la ciudad acogerá el estreno de la banda Dirdira Dar-dar, agrupación compuesta por cuatro músicos vascos que cantan en griego. El bouzouki, el acordeón, el baglama, el daf, el darbouka, la guitarra y sus cuatro voces (entre las que destaca la presencia de Rafa Rodrigo, antiguo miembro de los grupos Skunk y Willis Drummond) nos sumergirán en el universo del Rebético. Este estilo musical nacido en el Pireo a comienzos del siglo XX es comparado con el tango, el fado o el blues por su origen marginal y su temática, generalmente relacionada con amores trágicos. Y para que al evento no le falte de nada, tras alimentar el oído los organizadores prometen saciar el paladar con un picoteo de deliciosos aperitivos griegos para seguir evocando los olores, sonidos y sabores de este pueblo mediterráneo.

Nizuri Tazuneri: pasado y futuro

Intérpretes: Nizuri Tazuneri. Lugar: Iglesia del Museo San Telmo (Donostia). Día: 12 de enero. Asistencia: unas 50 personas.

Hip Hop y una iglesia. Términos que jamás imaginamos ver juntos se dieron ayer la mano en el donostiarra Museo San Telmo. La banda euskaldún Nizuri Tazuneri (juego de palabras casi oriental cuyo significado real sería “yo a tí y tú a mí” en vasco) montaba una fiesta para presentar el videoclip de su tema “Hikatazuka” grabado en el propio museo y ofrecer una actuación en la entrada del templo, bajo el arco toral. La elección del lugar fue un acierto. La altura de la nave central hubiera hecho rebotar en demasía los entrecortados sonidos de la formación local.

El evento comenzó con una presentación por parte de todos los implicados, quienes destacaron la mezcla de tradición y modernidad que había resultado de su colaboración. La proyección de “Hikatazuka” nos mostró un clip bien montado con capuchas, grandes radiocasetes, capillas, pasillos y fraseados directos en euskera y castellano.

La actuación posterior destacó el lado “trap” (subgénero moderno del rap) de la banda, con los cantantes alternándose al micro y un DJ lanzando los sonidos. El resultado fue un experimento curioso que amplió el horizonte de ejecutantes y gestores públicos.

Bonzos: cerillas apagadas

Intérpretes: Hombre Lobo Internacional, Bonzos. Lugar: Sala Dabadaba (Donostia). Día: 5 de enero. Asistencia: unas 75 personas.

“En todos los conciertos hay alguien que nos pide que toquemos más rápido”, dijo en un momento de la noche el cantante del grupo Bonzos. La voz anónima del público tenía razón. Al conjunto le faltaba chicha y quizás pisando gas la cosa podría haber mejorado.

No es extraño que en una carrera larga como la de estos vizcaínos lo que al principio era punk acabe siendo rock acelerado. No hay más que ver a bandas como Discípulos de Dionisos o Nuevo Catecismo Católico. Formaciones que parecen haber embadurnado sus melodías en “anti-aging” para seguir sonando fascinantes. Pero también puede pasar que en esta travesía tus canciones pierdan garra por el camino.

Algo de eso parece haberles sucedido a estos bilbaínos que le cantan a su ciudad (“El rey de la Ría”, “Lluvia, hierro y rock&roll”), que adoran Nueva York y que se manejan bien en ambientes surferos a lo Airbag (“Charlie ya hace surf”) o en las temáticas curiosas (“Narco punk”). A los Bonzos les faltó gancho en su cita donostiarra, y bien que nos pesó.

Unas carencias que mejoraron el concierto del telonero, la banda unipersonal Hombre Lobo Internacional. Una fórmula limitada -guitarra, voz, batería con los pies- que contó con disfrutonas versiones de los Ramones y buenos momentos de blues enfangado y rock clásico.