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Gozategi: Una moderna romería

Ha querido la casualidad, la dicha y la tan lucrativa nostalgia que este año nuestra Semana Grande haya sido pista de aterrizaje de varios grupos que cumplen años más o menos redondos. Un hecho que les sirve para etiquetar giras o volver a la palestra tras un tiempo de inactividad.

Los donostiarras La Oreja De Van Gogh celebraban sus veinte como banda. Desde Cataluña Los Manolos anunciaban su 25 cumpleaños. Idéntico número (y no 30, como expresó por cuestiones quién sabe si trovadoras el bertsolari y autor de la letra de “Emoixtaxux muxutxuek” Jon Maia en la presentación del evento) traían en la mochila la banda Gozategi, encargada de amenizar la romería pop del Sagües la noche del pasado miércoles. Una cita que, quizás por percepción personal, esperábamos más concurrida. La plaza se quedo en mitad larga de aforo.

No hay pueblo, villa, aldea, barrio, asentamiento o núcleo poblacional con carreteras sin pavimentar que no haya pisado esta banda de Orio para animar sus fiestas durante todos estos años. Primero como dueto puro y clásico (“Gozategi Anai-arrebak”), con los hermanos Asier y Ainhoa Gozategi tirando de trikitixa y pandero. Y más tarde con la incorporación paulatina del resto de miembros con los que llegaron a conformar una banda pop como la actual. Les llamaron, les llamamos, “triki-pop”, por la mixtura de tradición y enfoque comercial.

Y entre ponte bien y estate quieto, 30.000 discos vendidos por aquí (“Ainhoa”) y pelotazos populares por allá (“Kalambreak”, “Nor-Nori-Nork”) llegamos al 2017 con esta gira que pisa las fiestas de Iruña, Donostia y Bilbao y que cuenta con numerosos invitados. Abrió fuego, sin música en la que apoyarse, el ya mencionado Maia, con unos “bertsos” casi rapeados y tirando de humor e ironía. Aunque su mención a Los Manolos de la víspera pudiera tener sus matices. No hay tantas diferencias entre aquellos y estos más allá del idioma. Y las temáticas más cercanas y directas, vale. Pero que me aspen si ambos no son populares, callejeros, festivos, nacidos para divertir y poner en danza al personal.

El concierto propiamente dicho comenzó con el pelotazo fronterizo “Hiru izar”. Le siguió la reivindicativa “18/98 auzolanean” y su buen uso de los pregrabados digitales y la sección de viento. Un apartado soplador que brilló con luz propia en “Bi Herri”, el tema que acercaba Euskadi y Cataluña. “Egunon” recuperó el lado más romántico de la formación, siendo la revoltosa “Porru patata” la primera de las visitas al mundo mariachi, ese planeta tan arraigado entre nuestros vecinos. No hay más que ver cualquier celebración pelotari que se precie, con sus rasgados mexicanos entre txapelas ganadoras y tortillas de sidrería.

Con la aflamencada “Nor-Nori-Nork” llegó la primera explosión de júbilo general y las primeras “kalejiras” o pasacalles. Las colaboraciones de Garikoitz Mendizabal o el “Esne Beltza” Xabi Solano dirigieron el foco hacia los sonidos más tradicionales, aunque lastraron el nervio pop mostrado hasta ese momento. Un vigor recuperado a partir de la ranchera “Udako egunak” – bien animada por el actor Iker Galartza- y el corrido vegano (por aquello de las calabazas amatorias) “Dantzalekuan”. “Narama” siguió por idénticos derroteros sonoros, siendo una de las más jaleadas y coreadas por el respetable.

Con “Kaixo Lagun” volvieron a pisar los terrenos que les dieron la fama, esa mezcla de trikitixa y sones modernos. La exitosa “Gogoratzen” retrató los amores izquierdistas antes de dar entrada a los invitados más maquillados de la noche: Pirritx, Porrotx eta Marimotots. Juntos interpretaron el tema dedicado a la “Euskal Selekzioa”. Tras ellos saltaron a escena Mikel Markez y la fabulosa Andrea Bidart (del grupo “Noka”) para poner voz a la unitaria “Askatu”.

El ímpetu no bajó con “Emoixtaxux muxutxuek”, subiendo aún más enteros con la irrupción en escena de Ainhoa Gozategi, cantora que se unió para la oda parrandera “Kalanbreak” y un “Pakia Beyau” de inspiración sonora sudafricana. El jolgorio explotó con “Euskal Herria Korrika”, la canción que los guipuzcoanos realizaron para la décima edición de la marcha en favor del euskera. Y tras dos horas de actuación con muy buen sonido y las despedidas variadas sobre el escenario pusimos rumbo a casa. Lo justo habría sido hacerlo en alegre “biribilketa”, pero entiendan que la empresa era complicada.

Publicado enCríticas de conciertos

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