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Discípulos de Dionisos : Sucio y rápido

El cuarteto donostiarra presenta su cuarto disco, un trabajo de porno explícito y acelerado con refrescantes novedades.

“Grupos como nosotros sólo hay uno, y cuando desaparezcamos no habrá ninguno”. Ese es el eslogan de los Discípulos de Dionisos.

Una frase cierta e irreprochable que define a la banda que menos sutilezas expresa en sus temas. “Los enigmas de la conducta humana”, su nuevo CD tras tres años de secano grabador, no hace sino ahondar en la idea de que si un vídeo de los guipuzcoanos se colara en la televisión no ibamos a entender dos frases seguidas, dado que iba a haber más pitidos censuradores que en un clip de hip hop gansta norteamericano.

Juan Jolmes.G (guitarra y voz), Berto Siffredi (guitarra), Spartakus (bajo) y Ion Stagliano (batería) confirman que sus temas de cabecera no han variado con el paso de los años. Lo suyo es el sexo, elaborado desde un punto de vista masculino que no machista y cuanto más clarito mejor.

Así ha sido desde el aclaratorio debut ’Adictos al porno guarro’. Los posteriores ‘Con pelos en la lengua’ y ’Como una droga’ no hacían sino ahondar en la vida de excesos líricos de posturitas carnales y libertinajes nocturnos. “No hemos evolucionado una mierda, eso no va con nosotros. Pasamos de etapas oscuras y experimentales. Eso es para perdedores“.

Hagamos un repaso a los nuevos títulos: ‘Soldados del orgasmo’, ‘Beso Negro’, ’Ella se alimenta de esperma’. ¿Asustados? Son los términos más ligeros de la lista de 16 canciones. Los temas siguen siendo precoces, sin pasar de los 3 minutos. “No somos muy amigos de los preliminares. Nos gusta ir deprisa. Preferimos dejar con ganas de más, como con nuestros amantes”.

Pero les llevaremos la contraria, porque sí que se palpa una clara evolución musical. Si en sus primeros discos – y aún en sus conciertos, en los que sigue habiendo un hueco para los juegos subidos de tono- la velocidad de ejecución era muy punk y ramoniana, en lo compositivo empieza a entrar un sano aire fresco: La bellísima canción surfera ‘Todo un año en Hawaii’, el bubblegum punk de ‘Mi Obligación’, el cierre rockabilly de ‘Colegas’ y un ambiente power pop que inunda muchos momentos.

“Es esencial que la gente recuerde una melodía después de escuchar la canción, y que esta se le quede grabada en la cabeza. Cuando empezamos los grupos australianos tipo Meanies o Hard Ons fueron nuestra principal influencia. Al crear las canciones intentamos combinar la crudeza de los 50, las melodías de los 60 , los riffs poderosos de los 70 , y los peinados de los 80”.

Para ochentera, la carátula del nuevo CD y su divertido juego de profundidades. “Somos muy seguidores de las Private de los 70 y 80. Intentamos jugar con la perspectiva sobre el papel ya que hace años perdimos la de nuestras vidas”. Unas vidas que siguen teniendo espacio para sus totems de cabecera (‘Bruce Lee’), vicios juveniles (‘Asalto a las recreativas’) y ese punto alimenticio que siempre han defendido.

Si en sus inicios fueron las patatas bravas quienes se llevaron un himno, los DDD se han hecho sibaritas ahora y le dedican toda una composición a los “pintxos”, un perfecto fondo sonoro para el hipotético anuncio cañero de la oficina turística.

“Ya era hora de hacer un homenaje a los pintxos donostiarras, la gasolina del motor de este grupo. En la canción citamos algunos de nuestros favoritos. Y nos busquéis relación con el sexo, aunque no le hacemos ascos. Pero basta de chocolate, fresas y nata. Reivindiquemos nuestros productos. ¿Qué tal un poco de sexo oral con unos langostinos de Ibarra para darle un toque más picante?”.

Publicado enEntrevistas

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