Saltar al contenido

Festival Plaza: Spyro, Cascone. Set y partido

Día soleado con algunas gotas puntuales en los alrededores de Arteleku. Los jugadores saltan al escenario, uno frente a otro, con su equipamiento (ordenadores portatiles y resto de parafernalia creativa) apoyado sobre dos mesas. Calor sofocante en el reducido terreno de juego. El encuentro, de corte mixto, ofrece al espectador el cruce creativo de la donostiarra Nad Spyro (Rosa Arruti a la hora de comer) y el anglo-americano Kim Cascone.

Comienza el partido. Desde el arranque se intuye que ninguno de los dos busca la victoria, sino ofrecer a los cincuenta asistentes un espectáculo que fusione las virtudes de cada uno. Se respira la tensión. Los sonidos, de duración breve y muy tratados digitalmente, vuelan como si fueran pelotas botando sobre una pista rápida. Estos sonidos elaborados suenan sin estridencias, aristas agudas ni elevados volúmenes, lo cual hace más sencillo dejarse arropar por ellos.

Los contrincantes juegan a dejar aparecer y desaparecer tejidos sonoros en este trepidante inicio de aureola industrial y tecnológica. Algunos momentos nos hacen perdernos en la red de modems, como si fuéramos un Neo (Matrix) más viajando por el auricular hacia un destino seguro, en mitad de un alocado envío de datos.

El choque entra en un estado pausado que no abandonará hasta el final. Las tonalidades son más apagadas, más marinas y relajadas. Los sonidos siguen mostrándose como acogedoras texturas, momentos sonoros cuyo tratamiento personalizado nos impide reconocer el punto de origen (un piano, un ritmo o una cucharilla cayendo al suelo) pero no su disfrute como ingredientes melódicos.

Los dos jugadores se asientan en el fondo de la pista, mandando pelotas altas sin excesivo peligro. Su juego se presupone cerca de la red, lanzando arriesgadas voleas sonoras, pero el encuentro de hoy parece jugarse sobre tierra batida.

Este hecho permite seguir el encuentro con placidez, pero algún asistente se muestra deseoso de mayores riesgos. El encuentro gana rabia y crudeza con el “bis” final (por llamarlo de alguna manera), lo que deja buen sabor de boca en el público, que aplaude convencido. Más que ver una final, nos quedamos con la idea de estar disfrutando de un partido de una fase previa entre dos grandes especialistas.

Publicado enCríticas de conciertos

Sé el primero en comentar

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *