
Es realmente difícil tomar un solo camino o destacar una sola cosa a la hora de hablar de «Luchar por la calle«, el fabuloso libro de la que fuera Comisionada de Transportes de la ciudad de Nueva York Janette Sadik-Khan. Y mira que la empresa es tan razonable como complicada: dedicar las calles a quién realmente las utiliza mejorando el caducó reparto actual.
Y aunque el libro lleve el subtítulo de «revolución urbana» no es tal. Todo se realiza de manera estudiada, dentro del sistema, tan dentro que tienes los datos objetivos como uno de los pilares de tus cambios. El otro, ver la calle. Los usos, las necesidades actuales, demostrando que hay que huir del cochecentrismo del último siglo para dar el espacio que necesitan el resto de elementos: transporte público, bicicletas y peatones. Demostrando que si se les da espacio lo usan.
La obra, por supuesto, es una colección de éxitos personales. Un camino duro o muy duro basado en el estudio del lugar y la posterior rapidez del programa piloto, que al menos en los ejemplos descritos siempre tiene el premio esperado y la aceptación por parte de los vecinos y hasta los medios de comunicación más críticos.
Esos estudios se basan en datos. Previos y posteriores. Bien explicados y sin atosigar. Lo más objetivos posibles (curioso el uso de los taxis de NY). Todo lo demás son opiniones: el comercio minoritario morirá sin coches (se demuestra que mejora), nadie usará los autobuses (las líneas rápidas instaladas incrementan los usuarios de forma exponencial), las bicicletas aumentan los accidentes con peatones (su explicación del » casí me atropella una bicicleta» es una oda al razonamiento calmado), quitar carriles para poner espacios peatonales aumentará los embotellamientos (tampoco, con el precioso ejemplo de los estudiantes de Times Square)…
Porque poco importa que no sepas cuánto espacio hay entre la 23 y las 28. O cómo sea la circulación por esas calles neoyorquinas. El enfoque, el camino, la presentación y la acción de estos cambios expuestos son claramente exportables a todo el mundo. Tanto que ahora la autora se dedica a guiar a las ciudades que quieren más igualdad en sus caminos urbanos.
Como venimos diciendo no todo se puede hacer en todas partes. Pero es imposible no estar de acuerdo con todo lo que se dice. Y es una gozada ver qué es posible hacerlo. Porque hasta para llegar a tu coche tienes que ir andando. Y mejor si lo haces por una acera pacífica y agradable.