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Etiqueta: Willis Drummond

Durangoko Azoka: nostalgia, presente y futuro de la música en euskera

Contra viento, marea y las pandemias que obligan a reorganizar los grandes eventos llega a nuestro calendario la 56 edición de la Durangoko Azoka. Un espacio físico de 220 expositores que acerca a los presentes los productos culturales que el euskera ha dado cada año. Una muestra que, al menos en lo sonoro, ofrece una experiencia total en los más de setenta stands y ciento cuarenta novedades.

El abanico de sonidos abarca desde la combatividad festiva de Bomberenea Ekintzak hasta los últimos lanzamientos de los franciscanos de Arantzazu. Entre unos y otros se colocarán las grandes empresas de la industria, los colectivos, los estamentos oficiales, las asociaciones especializadas y hasta grupos relevantes con mesa propia en Landako Gunea, lugar en el que se celebra la feria.

A nivel de ventas habrá una reunión de grandes nombres y exitosos discos. Liher o Kalakan & Euskadiko Orkestra llevan semanas en la lista de los más vendidos. Índice en el que pronto entrarán las últimas novedades de Joseba Tapia, Ruper Ordorika o Mikel Urdangarin. El primero presenta un ‘Egoz Ez Egon’ repleto de sonidos cromáticos. El autor de Oñati estrena ‘Amor eta Tojours’, su paseo por la Cuba sonora. El tercero de esta enumeración publica ‘Haitzetan. 1997-2022’ (Zart), una reedición de su primer álbum a la que ha añadido una pieza nueva denominada ‘Su ñimiño bat’. Jon Maia será uno de los más demandados gracias a ‘Kantu bat gara’ (Elkar), un libro-disco en el que recopila buena parte de las letras elaboradas para otros autores y se lanza a interpretar algunas de ellas en formato banda.

Entre el pop y el rock se mueven buena parte de los presentes. Del sello Bidehuts llegan Anari, Joseba Irazoki y Audience con las muescas estrenadas este año. Maite Larburu mostrará el atractivo universo que compilado en ‘Krak’ (Zart). Sin olvidar a Willis Drummond y el ‘Garai bereziendako kontzertu berezia’ grabado en vivo, la refrescante Idoia Asurmendi con ‘Ilun eta abar’, la fusión musicalmente sexy de Libe García y Jon Basaguren bajo el nombre de Pasadena (Erraia), la festividad de Huntza y ‘Ezin ezer espero’, los tremendos Ezpalak de ‘Kolpatu topatu’ y todo el pop de deseo exitoso que despacha Oso Polita, la rama disquera de la promotora Last Tour.

Willis Drummond: Huracán Drummond

Intérpretes: Joseba Irazoki, Willis Drummond. Lugar: Casa de Cultura de Intxaurrondo (Donostia). Día: 13 octubre. Asistencia: Lleno, unas 500 personas.

Vivimos en tiempos de alarmas y previsiones borrascosas, algunas de las cuales desgraciadamente tienen razón de ser. Cuando no es una ola de calor infernal es una tormenta catastrófica o una nevada sin igual. “Desde que hay registros” ya es casi una coletilla que suena día sí día también en nuestras charlas.

El sábado por la noche se anunciaba una de estas chaparradas (sonoras) en Donostia con motivo del concierto de Willis Drummond. Una banda que aprovechaba esta muesca guipuzcoana para, como se hacía en los años 90, grabar un disco en directo.

El ahora trío de Iparralde quiso invitar a la fiesta a Joseba Irazoki, encargado de hacer las labores de teloneo de tan magna cita. Y, como no podía ser otra forma, su actuación fue alucinante, demencial y estratosférica. Siempre es una gozada ver al de Bera tocando la guitarra con otros grupos, a los que se adapta como un guante. Pero en solitario la cosa es aún mejor. No hay mayor gustazo que observarle aporreando el bombo, jugando con unos loops -a los que apenas atiendes- y guitarreando asilvestrado mientras aúlla como un lobo.

Y tras el rayo llegó el trueno. Tras pasarse toda la semana ensayando y probando cosas en la propia casa de cultura para que la noche fuera correctamente registrada y nada se saliera del tiesto, Willis Drummond comenzaron como los grandes, a telón bajado. Con una escenografía sencilla que buscaba centrar la atención en los amplificadores y sin más invitados que los instrumentos y sus ejecutantes, su primera media hora fue un vendaval en toda regla. Más allá de canciones conocidas y cabreos arpegiados deberemos destacar el sonido impoluto de la velada, a la manera de Wilco o Pearl Jam en sus estadios.

La maravillosa pegada del batería, la voz aguda y casi cortante del cantante, la grave animosidad del bajista… Todo se escuchaba “como si estuvieras poniendo el disco en casa”, decía un asistente a nuestra vera. Aún me pregunto si esa ecualización era buena o mala, si el fin justificaba los (elevados) medios (tonos) y que la voz quedara solo para fans irredentos que se supieran todas las letras. ¿Sonó así porque iban a grabar el disco o graban el disco ahora porque suenan así? Bueno, no se alarmen, son vericuetos de escribiente pensativo. La culpa fue nuestra por soñar con barro y pogos en todos los conciertos de rock cuando lo que se lleva es subir fotos a Instagram.

El set relajó su energía en la zona media, atemperando su potencia, para coger impulso y atacar sus canciones más conocidas en esa zona final que tuvo dos bises. “Joan ikustera” y el resto de pelotazos consiguieron animar la sección trasera de la sala, más tranquila en sus manifestaciones. Labor a la que ayudó la arenga desde el escenario. No todos los días podemos escuchar nuestro alarido de ánimo en un soporte discográfico. Ni disfrutar de manera tan aseada de los fieros sonidos de Willis Drummond.