Saltar al contenido

Etiqueta: Fernando Macaya

Diego Vasallo: Oscura belleza

Intérpretes: Diego Vasallo (guitarra, voz), Fernando Macaya (guitarra), Pablo Fernández (ukelele, mini batería), Goyo Chiquito (contrabajo). Día: 5 de abril. Lugar: Centro Cultural Lugaritz (Donostia). Asistencia: unas 100 personas

No lo llamarán para un congreso de autoayuda ni protagonizará anuncios de colores brillantes. Pero Diego Vasallo es un autor con una gran vida interior. Sus obras nacen lejos de aquellos famosos Duncan Dhu de los que forma parte, sabiendo navegar entre las calles más oscuras y los cielos más tapados. El músico y pintor donostiarra retornaba ayer a los escenarios de la ciudad para despedir el disco ‘Baladas para un autorretrato’ en esa cercanía que tan bien le sienta a sus tonadas.

La banda llegaba en formato de cuarteto rockabilly. Un contrabajo y una batería con los mínimos elementos posibles asentaban el estilo. El guitarrista Fernando Macaya volvía a ejercer de Robin de nuestro Batman. Y en medio de la semicircunferencia que conformaban todos ellos se posicionaron Vasallo y su voz rota.

Fue una noche de líricas. De esos poemas que hacen tu habitación más pequeña. Oraciones que dibujan cuadros, que retratan perdedores. Con unas músicas férreas, solo aligeradas cuando los temas atacaban espacios más poperos (“La vida mata”, “Donde cruza la frontera”). Con una belleza poética que explosionaba cuando el conjunto viajaba más ligero. El arranque con “Fe para no creer”, con un Macaya excelso en su sencillez, confirmó esta idea.

Hubo mucho paseo por el desierto (la bellísima “Que todo se pare”), algo de melancolía (“Lo que parece”), medios tiempos (“Ruido en el desierto”), cierta luz entre los nubarrones (“Cada vez”), viajes vaqueros (“La vida te lleva”) y rockabilly pausado como para amenizar una convención motera. El envoltorio sonoro pareció demasiado purista y severo para los que no gastamos tupé. Pero fueron la distancia del mismo y la belleza de las letras las que hicieron que el “sabor en boca” – que dicen los enólogos- fuera estupendo.

Mikel Erentxun: aires de clásico

Intérpretes: Mikel Erentxun (guitarra, voz) , Joseba Irazoki (guitarra), Fernando Macaya (bajo), Karlos Aranzegi (batería). Lugar: C.C. Intxaurrondo (Donostia). Día: 16 de mayo del 2015. Asistencia: unas 300 personas.

A grandes males, pequeñas alegrías. Tras un pequeño (gran) susto de salud el donostiarra Mikel Erentxun ha publicado uno de sus mejores discos, “Corazones”. No lo decimos sólo nosotros. Buena parte de los medios musicales más relevantes han aplaudido esta nueva colección de melodías, escritas de su puño y letra y que se adentran en el mundo de los creadores de canciones norteamericanos.

Siempre fue Mikel buen amigo de aquellos sonidos. No hay más que recordar su CD “Te dejas ver”. Pero ahora todo es distinto. Mejor, se entiende. El guipuzcoano entrega unas creaciones con cierto olor a clásico. Hay mucho de Neil Young y buena pizca de Wilco o Calexico. Pero sin dejar de ser uno mismo. Un ejemplo: “Vas a cansarte de mí”.

Pero en las dos hora de concierto hubo espacio para muchos momentos reseñables. En “Ojos de miel” se acercan a los Pulp del “Common People”. En “Corazón de huesos” todo se torna oscuro y atractivo. Recupera “Tu nombre en los labios” del local Rafael Berrio y la lleva al Nueva York de Lou Reed. Tira de oficio Beatle en “Quién se acuerda de ti”, se viste acústico en “Veneno”, enfada la clásica “A un minuto de ti” hasta hacerla irreconocible…

La banda, que suena más compacta que nunca, sigue siendo un alarde sonoro y visual. A la fiesta se unieron dos invitados especiales. Leire, hermana del artista principal, que subió a cantar “Ahora sé que estás”, y el productor Paco Loco. El asturiano “guitarreó” como un animal salvaje tirando de las cuerdas con rabia juvenil y añadiendo unos elegantes teclados allá donde convenía.

Duncan Dhu: Números redondos

Intérpretes: Mikel Erentxun (guitarra,voz), Diego Vasallo (bajo, voz, armónica), Joseba Irazoki (guitarra, banjo), Fernando Macaya (guitarra), Mikel Azpiroz (teclados), Karlos Aranzegi (batería). Con la aparición de Juanra Viles (Batería). Lugar: Auditorio Kursaal (Donostia). Día:16 de noviembre del 2013. Asistencia: lleno, unas 1800 personas.

Ciento cincuenta minutos de duración. Tres bises. Treinta y un canciones. Con el taquillaje prácticamente agotado, unas mil ochocientas entradas. Los fans de las estadísticas pueden colocar el concierto de Duncan Dhu celebrado el pasado sábado en el Auditorio Kursaal como una de las cimas donostiarras de los últimos tiempos.

Y si le quieren sumar datos subjetivos la cosa puede alcanzar, según el fanatismo del personal, tintes épicos: Buena parte de los asistentes estuvo de pie más de media velada. Y cientos de cámaras de móvil dispararon sus flashes en los instantes más aplaudidos. Una moda imparable que hace vacuo el aviso inicial que suele lanzar la megafonía sobre la imposibilidad de retratar el evento.

Nadie le podrá reprochar a la banda donostiarra el ser unos rácanos en este regreso prologado por un tema de Jonnhy Cash y finiquitado con uno de Elvis Presley. Los dos pilares sonoros básicos de esta vuelta a los escenarios, sin olvidar el peso de los tremendos Wilco, también norteamericanos.

Porque Mikel Erentxun, en solitario o de la mano de Vasallo, ha encontrado en Joseba Irazoki su Nels Cline particular. El músico de Bera, un ídolo del underground, enrabieta y complementa las tonadas de los Duncan con tanto cariño como mala baba, usando para ello la guitarra acústica, la electrica, el slide o el banjo. Dejando la sensación de que si le dieran una cafetera seguro que le sacaba un par de punteos gloriosos. El resto de la banda, de marcado carácter guipuzcoano, no le va a la zaga. Con esos compinches hasta una tuna llenaría el Estadio de Anoeta.

Y las canciones, claro. Que viven instaladas en nuestro cerebro aunque nos hagamos los despistados. Porque es increíble darse cuenta de que, a lo tonto, has silbado de parranda o con los cascos por la calle más de la mitad del repertorio ejecutado. Y que, y esto es mejor noticia aún, las melodías más novedosas, las publicadas en el CD “El Duelo”, son de lo mejorcito que podía entregar una formación que en 2014 cumplirá treinta años de vida. Otro aplauso a las actualizaciones y experimentos varios, como los realizados en “Los días buenos” o “Entre salitre y sudor”. A “La barra de este hotel” le vino bien el toque Elvis, pero es que ya era un tema perfecto en su origen.

Sonaron todas las que debían sonar (solo faltaba…). En un orden que, como mandan los cánones, empezó bien y acabó por los cielos del aplauso y la locura. Duncan Dhu tuvo el detalle de dejar cantar al respetable buena parte del tema “Jardín de rosas”. También podrian haberles cedido el micro entero en “Esos ojos negros”, porque la canturrearon casi entera en uno de los descansos.

Erentxun sigue siendo el foco principal de la banda, el punto al que dirigir la mirada. Diego Vasallo continúa un paso atrás en el escenario. Espacio que abandona con suma elegancia y aire canalla cuando llega el turno de interpretar sus muy aplaudidas tonadas bajo esa voz voluntariamente castigada. Ambos enfoques, cada vez más divergentes en su concepción, casan bastante bien en este retorno. Una vuelta que tuvo el bonito detalle de invitar a Juanra Viles, el que fuera miembro de la banda en sus inicios. La interpretación de “Casablanca” en formato más acústico fue una catarata de emociones. Y El saludo del trío la foto de una noche que el público recordará como inolvidable.