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Autor: Juan Luis Etxeberria

Ponga un Rammstein en su vida

Donostia podría lanzar la campaña publicitaria con ese nombre. 37000 almas directas, unas cuantas más de forma indirecta y cercana, demostraron la tarde-noche del pasado miércoles que la marea de seguidores de la banda alemana es un ideal para cuestiones turístico-musicales.

– Consumen más que un coche viejo en un viaje de montaña. Siempre hay alguno que calcula mal los tiempos, el día es largo y el calor apretaba. Pero la inmensa mayoría de los miles de negros asistentes – a las ropas me refiero- que ocupaban el tapado césped municipal donostiarra llamó a los birraman o se paseo para refrescarse por los bares del estadio. Y aledaños. No habrá muchas quejas entre sus dueños, con cero revueltas recogidas en nuestro paseo por la zona. Otro día levantamos la veda de los vasos de plástico. Que no queman tanto como un paseo en avión de Taylor Swift, pero deja su huella salvable.

-En Rammstein se disfruta aunque no seas fan. Tres horas de Bruce Springsteen muy bien, pero si no controlas al de Nueva jersey llega un momento que vas a pedir voluntariamente al bar. Los seguidores del combo alemán entran a trapo desde el minuto uno. Jaleando la bajada de los músicos desde los cielos. Uniéndose en una voz cuando la apisonadora les deja hueco. Y si te ha tocado una invitación en la feria de turno no desesperes. Puedes echar dos horas largas viendo el montaje que se trae esta Fura del Baus de sonidos industriales.

Rammstein: El espectáculo no defraudó

El grupo alemán desplegó en Donostia su arsenal de sonidos contundentes y fuegos artificiales en una fiesta que se alargó hasta la medianoche.

En Rammstein todo está montado para impactar. En la zona exterior del Estadio de Anoeta un camión gigante vendía productos de la banda a los seguidores que hacían cola. Una vez dentro del recinto el escenario era imponente. Una gran torre a medio camino entre Metrópolis y Gotham City, por la que luego bajarían los músicos al inicio del show, comandaba el lugar. A su vera ventiladores gigantes, pantallas enormes y un gran montaje lumínico esperaba ser activado. Ya en el césped varias torres de luz y sonido amplificaban un volumen que, si bien se notaría en el cuerpo, no parecía llegar a esos límites que ponen nerviosos a los vecinos del Santiago Bernabéu.

Los altavoces se activaron con ‘Music for the Royal Fireworks’ de George Frideric Handel, el encargo de Jorge II de Gran Bretaña para la celebración del final de la Guerra de Sucesión Austriaca. Lo que vendría después no sería para oídos tan amables. El heavy, rock duro, techno y metal industrial se irían combinando la noche del miércoles en fusiones de gran pegada.

Tras bajar de las alturas y saludar al respetable, ataviados con vestimentas de corte futurista y neopunk, los músicos arrancaron con las guitarras cortantes de ‘Ramm4’ y la primera de las grandes explosiones de la cita. ‘Links 2-3-4’ llegó tenebrosa y ‘Keine Lust’ fue la primera gran arenga al público.

‘Sesnaucht’ unió fuegos de artificio y ritmos de corte marcial. ‘Asche du Asche’ viajó contundente entre voces de ópera y una nube que invadió el lugar. La esperada ‘Mein Herz Brerunt’ llegó con atractivos detalles arabescos para acabar entre llamaradas y un armazón pegador.

‘Puppe’ fue una gran fiesta escénica. Un carro gigante de niño que simularía arder en llamas y escupir confetis dio respiro a la contundencia de la noche. En la remezcla de ‘Deutchland’ evocarían a otros ilustres germanos, Kraftwerk. ‘Radio’ deslizó aires digitales en sus tonos más cercanos, dando pie a la fiesta de ‘Mein Tell’ y su gran caldero humeante en el que colocaron al teclista para intentar abrasarlo con un lanzallamas.

‘Du hast’ arribó entre detalles sintéticos y ritmos de inspiración épica. El público cantó a una sola voz el estribillo de la pieza mientras asistía al momento más increíble de la noche: el cantante Till Lindemann lanzando bengalas y las torres repeliendo el ataque mientras una explosión de fuego calentaba al más fresquito. Los destellos continuaron en ‘Sonne’ mientras los amplificadores expulsaban tonos de ultratumba enfadada. El piano de ‘Ohne Ditch’ sirvió de primera despedida.

El retorno mostró al combo subido al escenario pequeño presente en el lugar para interpretar ‘Engel’. El aire acústico de la pieza fue iluminado por los móviles de la gente que coreaba sin remisión mientras ellos volvían al gran tablado montados en zodiacs por encima de las cabezas del respetable. ‘Auslander’ se pondría traje techno para continuar con la abrasiva noche. ‘Du riechst so gut’ fue gutural y desmesurada, con las bengalas apoyándose en la espalda del cantante. Esta crónica de urgencia se cerró con otro martillazo llamado ‘Pussy’ y unos asistentes totalmente entregados al festejo de ritmos monumentales y efectos visuales que conforman la gira de Rammstein.

Robert Forster: El pop campeón

Intérpretes: Robert Forster (voz, guitarra). Lugar: Sala Dabadaba (Donostia). Día: 01-06-2024. Asistencia: lleno, unas 250 personas

No es baladí llenar una sala el día de la final de Champions futbolera. Ni habitual ver a un autor lustroso acercarse a la puerta para avisar que el concierto comienza con retraso. El mismo creador que, en su seria simpatía, le deja la guitarra a uno del público para que se la aguante un momento y después se sube a probar sonido con la sala repleta consiguiendo un silencio mayor que el logrado por el 95% de las formaciones en sus actuaciones.

A Robert Forster, antiguo miembro de Go Betweens y músico de brillante carrera solitaria, se le adora y se le respeta por algo. No por el sonido de su guitarra, mejorable. Ni por una voz que nota el paso del tiempo – 66 años- en su potencia. Es, como solía ser, como esperamos que sea, por sus canciones.

Piezas en las que hubo nostalgia y presente, como ‘She´s a fighter’ o la divertida ‘Life Has Turned a Page’, esa oda a los grandes viajes purificadores que se quedan en paseos cercanos. Una diversión emocional y emocionante en manos del señor que toma sus zapatos negros (‘Spring Rain’) en una pose magnética, hipnótica, atractiva en su sobriedad – café , agua y 0,0 en el maridaje escénico-.

Se disfrutó del hombre que surfeó las emociones del respetable (‘Surfing Magazines’) hasta incluirles en la canción. Retomando la parte más oscura (‘Tender Years’) y dura (‘He lives my life’) de su repertorio. A veces acelerado cual hermano del blues (‘Here comes a city’) y otras cercano al Lou Reed trotón (‘Was There Anything I Could Do?’). Desbordando virtudes narrativas (‘Darlinghurst Nights’). Sencillo como el pop kiwi en sus progresiones (‘Always’) y siempre palpitante (‘The House That Jack Kerouac Built’) en su repaso noventero.

El público salió feliz, apoyándose en el suelo por pura inercia. Como si hubiera visto pintar el Guernica en directo. O se hubiera colado en la habitación de Tanworth-in-Arden cuando Nick Drake tenía el bolígrafo en la mano. Porque Robert Forster está en la liga de los sencillos hombres extraordinarios, a la derecha de Billy Bragg y pegado a Jonathan Richman. El sábado volvió a demostrarlo en la lujosa cercanía de la sala donostiarra.

Mikel Izal: Festival a cubierto

Intérpretes: Mikel Izal (guitarra, voz), Marta Bautista (bajista), Ben Wirjo (batería), Toni Carrillo (guitarrista), Érika López (teclados), Javi Rubio (guitarras, teclados). Lugar:: Auditorio Kursaal (Donostia). Día: 26-05-2024. Asistencia: lleno, unas 1800 personas

Tras capitanear todos los festivales pop de la península, Mikel Izal finiquitó la banda que llevaba su apellido para lanzarse en solitario. Y es la gira de ese ‘El Miedo y El Paraiso’ la que llenó el Kursaal el pasado domingo en Donostia.

El navarro ha evolucionado hacia un concepto más digital, oscuro y a ratos íntimo. En una producción muy elaborada, con 4 bloques bien diferenciados y trabajados juegos de luces, las más de veinte canciones de la noche tuvieron mucho de presente (‘La gula’) y bastante de ese pasado tan exitoso (‘Copacabana’) que ni quiere ni debe olvidar.

Hubo minutaje con tendencia a la épica (‘Despedida’, ‘Pánico práctico’), rock estival (‘El baile’), lentas catarsis (‘Inercia’) y enfoques acústicos (‘La verdad’). Con mezclas sorprendentes (‘La huida’), extractos bailongos (‘El pozo’) y otros pasajes cercanos a Vetusta Morla (‘Pequeña Gran Revolución’, ‘La fe’) o León Benavente (‘Fotografías’).

Aunque la mayor virtud general fue la de encapsular la energía de los festivales veraniegos. Mikel Izal convirtió el auditorio costero en lo más parecido a un evento al aire libre. La gente estuvo entregada, sin apenas gastar asiento, cantando, botando. Abrazándole cuando paseó por los pasillos. Y feliz tras las dos horas de comunión total con el autor.

Laetitia Sadier & The Source Ensemble: Una joya sofisticada

Intérpretes: Laetitia Sadier (voz, guitarra), Nina Savary (teclado, voz), Emma Mario (batería), Xavi Muñoz (bajo). Lugar: Sala Dabadaba (Donostia). Día: 22-05-2024. Asistencia: unas 150 personas.

Con la bien ganada aureola de estrella del indie mundial llegaba a Donostia la autora Laetitia Sadier. Cantante de Stereolab, combo cuya rentista gira se posó en la ciudad hace un año y medio, la francesa venía el miércoles pasado a airear el notable disco propio ‘Rooting for Love’ por nuestro Dabadaba.

Y qué gozada ver a una creadora -y su banda- en tan buena forma. Tan inspirada, tan ágil, juguetona, mágica y cercana. Que se lo digan al espectador de primera fila (las salas tienen estas ventajas) al que miró a los ojos para cantarle unas estrofas y tocarle los hombros.

El resto de los mortales, entendidos y profanos, nos elevamos de otra manera. Gozamos con los momentos más vivos (Protéïformunité), disfrutamos del vapor popero con guitarras (‘Une Autre Attente’), nos adentramos en las capas oscuras de los Beach Boys con hilvanadas voces (‘Love’, ‘Dry Fruit’) y formas expresionistas (‘La Nageuse Nue’). Serpenteando por la música erótica afrancesada, la elegancia de los pasados años 70, el acorde brasileño o las bandas sonoras menos prosaicas.

Todo ello nos llegó bajo letras empoderadas (‘Don’t Forget You’re Mine’), vocales que sueñan con mundos mejores, líricas que levantan la voz para cantarle al universo nuestro poder (‘New Moon’). Confirmando que las alambicadas estructuras llegaban con la narrativa bien alimentada.

Tras los honrados setenta minutos de evento la creadora nos regaló un bis precioso. ‘The Swin’ nos llevó al folk perdido, maldito y a la vez refinado. Y guió nuestros pasos a la mesa de ventas, donde la gente adquiría discos, se sacaba fotos con Sadier y le pedía firmas buscando en el futuro recordar de forma visual y auditiva este maravilloso concierto.

Raphael: Una estrella en el cielo donostiarra

Un auditorio a rebosar disfrutó con las canciones eternas de Raphael. Digan lo que digan, un artista irrepetible que mantiene una forma envidiable.

La noche del sábado al domingo dos cuerpos luminosos surcaron el firmamento. Uno de ellas atravesó España y Portugal en forma de azulado meteoro. Y la otra paró en el Kursaal donostiarra para cascarse dos horas largas de concierto. Raphael, genio y figura, volvió a encandilar a sus seguidores con números de otra época: trece músicos en escena, el minutaje comentado, treinta canciones. Y sí, claro, 81 años a sus espaldas.

Es el hombre de la sonrisa eterna, el que reúne en las primeras filas a gente de diversa procedencia (¿‘Raphaelianos/as’?) que se saludan al llegar. Tras ellas, la gente inquieta, excitada. Asistentes que se pusieron de pie nada más verle salir por el lateral y que repetirían la jugada en varias ocasiones. 1800 personas que le aplaudieron 5 minutos al cierre. Mostrando así su felicidad ante el ídolo.

Toda definición se queda corta ante la carrera del jienense. Leyenda, mito, icono. Y lo que es más relevante, viva. No solo por su antigüedad en la tierra. También por su ímpetu actual. El mismo que, sin rasgarnos las vestiduras, nos llevó al Elvis Presley en su residencia de Las Vegas con 34 castañas. Durante más de un pasaje nos acordamos del Rey, y vimos que Miguel Rafael Martos Sánchez juega en esa liga. La de Frank Sinatra. Julio Iglesias. Y dos más.

Con la pequeña sección de viento elevando el vigor. Con los tres coristas que, lejos de tapar los huecos, sonaban de acompañamiento. Y un empaque sonoro trabajado y adecuado, ubicado tras del tono principal sin que pareciera una verbena. Así llegaron, con la fogosidad adaptada, ‘Mi gran noche’, ‘En carne viva’ y ‘Estar enamorado’. Con hechuras de orquesta de los años 70 (‘Ámame’). Como si la banda de acompañamiento fueran los Blues Brothers (‘Estuve enamorado’), un combo funk (‘La canción del trabajo’) o la Miami Sound Machine (‘Escándalo’). Sin hacerle ascos a experimentos discotequeros (‘Digan lo que digan’).

Pero el ruiseñor de Linares es el emperador de la canción melódica. El vocero de las joyas de Manuel Alejandro (‘Como yo te amo’). El cantor que entona letras de otro tiempo (‘A que no te vas’) y sabe modular la lista de canciones para tomar aire, haciendo que lo acústico predomine según avanza la cita. Tranquilas y con un tono vocal que iluminaba la sala llegaron ‘Que tal te va sin mí’ y ‘Se nos rompió el amor’. Mientras piezas como ‘Nostalgias’, ‘Llorona’ o ‘Gracias a la vida’ acercaron sus amores por al argentina tanguera, el México más romántico o los sones latinos. ¿Y saben qué melodía se llevo las mayores aclamaciones? ‘Qué sabe nadie’. Nada que añadir, señoría.

No fue un show parlanchín. Hasta la mitad del festejo apenas se dirigió al público. Casi mejor, fue su voz hablada la que más denotaba la edad del DNI. Porque cantando tiene más madera que Albaola. Entre trucos, conocimiento, preparación y sabiduría tapó la boca de quienes fueron a pillarle en ese renuncio. Todo fue construido y ofrecido ‘A mi manera’, corte que le regaló al respetable cuando la lista había tachado todos los títulos y la gente no paraba de pedirle otra. “El final se acerca ya / Lo esperaré serenamente/ Ya ves, yo he sido así / Te lo diré sinceramente/ Viví la inmensidad / Sin conocer jamás fronteras / Jugué sin descansar/ Y a mi manera”.

El día que nos deje, dentro de muchas lunas, soñamos con un funeral de Estado como los que hacen en el país vecino a estrellas como Johnny Hallyday. Porque los meteoritos surcan una vez el cielo. Pero Raphael, todo un planeta brillante, solo habrá uno.

Festival Inmaterial : La voz cantante

Intérpretes: IbonRG (voz), Chuquimamani-Condori (teclados, pregrabados). Lugar: Sala Dabadaba (Donostia). Día: 18-05-2024. Asistencia: unas 100 personas.

Dos de las bandas del festival Inmaterial actuaron el pasado viernes con distinta oferta y resultado. El vizcaíno Ibon RG acercó su precioso disco ‘iaquin vahu’, una suerte de palpitante pastoral amorosa defendida solo con la voz en un concierto que tuvo momentos más primigenios, libres y guturales.

Tras él llegó Chuquimamani-Condori, boliviano-norteamericano que ofertó un acto que fue de más a menos (cabreo creativo). Un inicio lleno de capas que se pegaban entre ellas fue disipando su tormenta para dar paso a unos sintetizadores que acabaron pulsando teclas mainstream en un viaje de corte conceptual.

Eñaut Elorrieta : Despedida tranquila

Intérpretes: Eñaut Elorrieta (voz, guitarra), Ander Ederra (guitarras), Joanes Ederra (bajo), Txus Aranburu (teclados), Ander Zulaika (batería, coros). Lugar: Teatro Victoria Eugenia (Donostia). Día: 12-05-2024. Asistencia: lleno, unas 900 personas

El domingo se cerraba en Gipuzkoa la gira que Eñaut Elorrieta ha montado para presentar su álbum ‘Fantasia’. La cita comenzó como la celebrada en idéntico lugar en febrero del 2023, con la proyección del corto documental ‘Esna Kanta’. La obra, con un montaje más moderno o fallos en la sincronización, volvió a retratar el proceso compositivo del disco con sus cambios, sus audios de whatsapp y sus emociones. Destacando también el gran trabajo de un productor – en este caso, Aitor Etxebarria-.

La despedida sonora llegaba con algunos cambios de cromos en la formación (los Ederra se encargaron de la guitarra y el bajo). Juntos ofrecieron un set reposado, con los dos pies en el folk norteamericano más actual. Tomando la belleza y la calma como guías (‘Geografia’, ‘Ezbeharra’), dibujando un amanecer precioso antes de ser cegado por el sol (‘Eguzki argitan’) y no siempre feliz (‘Zaldia Eta Behelainoa’). Elevando la intensidad (‘Fantasia’, ‘Hariak’) y picoteando en el lado vaquero de Townes Van Zandt (‘Inesa Gaxen’) mientras echaban la vista atrás (‘Nire Aitaren Etxea’).

Se acordaron de los migrantes con el invitado Amorante (‘Bidasoa’) y de la bombardeada Rafah (‘Mendigoxaliarena’). Xabier Zeberio se unió en la suave e íntima ‘Suzko Lili’. Disfrutamos con sus momentos acústicos (‘Maitatzeak’), se pegaron un baño de masas (‘Itsasoa gara’) y dejaron que la gente canturreara con educación (‘Hemen gaude’). El evento finalizó con el paso por la tienda de recuerdos, que CDs a 15 euros no se ven todos los días.