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Mes: noviembre 2022

Ismael Serrano: Magacín cantor

Intérpretes: Ismael Serrano (voz), Jacob Sureda (piano), Irene Rouco (violonchelo, guitarra). Día: 26/11/2022. Lugar: Teatro Victoria Eugenia (Donostia). Asistencia: unas 750 personas.

Se lo monta bien Ismael Serrano (Madrid, 1974). Sigue siendo el cantautor de la melancolía, el rey de “lo que pudo ser” y lo bello del pasado, su tierra fértil. Esa etiqueta no se la quita ni el aguarrás. Pero es un cantante que sabe mutar y ponerle diferentes lazos a esa canción de protesta personal y a veces social. Y el envase del evento de ayer en Donostia fue bien curioso

Serrano y sus acompañantes se plantaron en una entrevista radiofónica llamada “La palabra dada” que le sirvió al madrileño para explicar las piezas, desmontar algunos tópicos sobre su persona, reírse un poco de sí mismo y “reencontrarse” con una antigua relación amorosa.

El comienzo se escoró hacia la suavidad de los años 70 (‘No soy’). Logrando las sílabas de un público (‘Vértigo’) que le sacó ‘Ana” de la mochila. Arrimándose al optimismo (la bella ‘Sucede que a veces’). Tirando la caña a los clásicos (‘Alfonsina y el mar’) y soltando sutilidades (Ese Nino Bravo en ‘Cállate y baila’). Recordando a Pablo Milanés y Gaza. Elevando penas y deseos (‘Pequeña criatura’) mientras denunciaba modernidades (‘Si se callase el ruido’) y dramas (‘La primera que despierta’). Modernizando las voces (‘Ven’) y los fondos de sus clásicos (‘Papa cuéntame otra vez’) que comandaron el fin de fiesta, con un bis que estiró el concierto más allá de las dos horas y media.

Silvia Pérez Cruz: Deslumbrante viaje

Intérpretes: Silvia Pérez Cruz (guitarra, voz). Lugar: Teatro Victoria Eugenia (Donostia). Día: 23/11/2022. Asistencia: lleno, unas 900 personas.

La catalana Silvia Pérez Cruz ha sido galardonada con el Premio Nacional de las Músicas Actuales 2022 por “la naturalidad, la versatilidad y la audacia de sus propuestas”. La cita de ayer en el Victoria Eugenia solo confirmó lo acertado de la definición. Porque fue una obra de arte.

O de distintas artes, si nos ponemos exquisitos. Hubo teatro, proyecciones y expresividad corporal. Con una escenografía de minipiso desde el que mostraba su pasmosa imaginación una autora que, rompiendo tradiciones, paseó por el escenario mientras la gente ocupaba su asiento.

En lo musical la oferta fue increíble. Una aventura en la que destacó esa voz fantástica que mandaba siempre sobre los acordes. Tonos que en ocasiones finalizaba como Juanito Valderrama (de quién improvisó un tema al final) y que lograron contagiar a un público que, más allá de las toses de la noche, llegó a emular al Orfeón.

El fondo, ese gran juego en sus manos, navegaba por el folklore latinoamericano o portugués, las tonadas mediterráneas, la calma japonesa, la fiereza del blues, la elevación de los coros religiosos y la expresividad de los musicales. Realzando poemas ajenos (Ana María Moix, Federico García Lorca). Construyendo esa “única canción”, como dijo ella, llena de etapas imprevisibles, arrebatadoras, emocionantes. Y, lo que es un lujo, cercanas como esa radio que lanzó versos. “Si no canto lo que siento voy a morir por dentro”, dijo en una de sus piezas. Si nos atenemos al deslumbrante viaje de ayer Silvia Pérez Cruz va a ser eterna.

Fito & Fitipaldis: 10 años no son nada

“Dos Kursaales, dos”, que dirían los cronistas toreros. El vizcaíno Adolfo «Fito» Cabrales Mato (Bilbao,1966) agotó todo el taquillaje de su par de fechas en el auditorio donostiarra con pasmosa facilidad y alegría. Y eso que los tickets más cercanos al escenario llegaban a costar 80 euros.

Todo montante pareció poco para los seguidores de este rockero que después de su gira de grandes espacios – cómo olvidar San Mamés…- anda estos días pateando lugares más coquetos. Nosotros asistimos a la primera de las dos citas guipuzcoanas, la celebrada ayer. Si van a ir hoy a verle mejor guarden este texto para el domingo, que igual matamos el efecto sorpresa. Que lo hubo, vaya si lo hubo.

No tanto en la música ambiental previa, con Black Keys y Alice Russell sonando por los altavoces. En un escenario donde estaba presente el cadavérico logo del grupo, ese que poblaba las camisetas del puesto de venta de recuerdos. Un suelo alfombrado y unas barras de luz verticales acogían la futura presencia de los intérpretes, los cuales salieron a escena con la trotona ‘Me acordé de ti’.

El tema lumínico supo adaptarse al espacio salvo en la retreta final, donde los éxitos del grupo trajeron guitarrazos más fuertes. En el resto acompañó a las melodías con suavidad. Será que ‘sobra la luz’, como dice el cantante en una de sus canciones. El sonido fue impoluto, con las guitarras y la voz protagonista un peldaño por encima del resto. Y fue en la adaptación sonora, la reinvención, donde estuvo el mayor valor de la noche.

A la vera del maestro se colocaron los buenos lugartenientes habituales comandados por el guitarrista Carlos Raya. Una pandilla de compinches a la que Cabrales saludó con besos en la boca y que cuenta con dos nuevos integrantes: Diego Galaz y Jorge Arribas, del combo Fetén Fetén. Su aportación destacó en temas como ‘Soldadito marinero’ mientras la banda devolvía el favor tocando el ‘Si me ves así’ del grupo castellano de estupendo nombre.

Echando un ojo a la lista de temas diremos que el bilbaíno aumentó su querencia blues, ofreció zonas acústicas tomadas como antónimo de lo relajado y disparó la fiereza de sus tonos famosos. En el arranque llevó el Misisipi al Nervión y lo plantó en la bocana del Urumea. A veces dolorido, en un cruce de caminos (‘Que me arrastre el viento’), otras canalla (‘Fantasmas’), con golpeos cavernícolas (‘A morir cantando’) y uniendo a Led Zeppelin con lo latino (‘A la luna se le ve el ombligo’).

Unió su amor por Bruce Springsteen (‘Si me ves así’) con la felicidad de una jam session (‘Como pollo sin cabeza’). Quedando claro que mencionará a Wilco en la charla de barra del bar (‘Cada vez cadaver’). La zona acústica fue afrancesada, cabaretera, festiva (‘Ojos de serpiente’), tanguera (‘Me quedo aquí’) y, vaya por dios, tranquila (‘Funeral’).

“10 años llevábamos sin venir. Lo echaba en falta”, dijo el protagonista de la noche lluviosa. Por eso guardó sus mejores balas para el final. Con piezas ya eternas (‘Soldadito marinero’) a veces adaptadas al lugar (‘Me equivocaría otra vez’) y otras desbocadas, como lo pide el cuerpo (‘La casa por el tejado’). La banda, ya a toda potencia, levantó los traseros del lugar en momentos como ‘Por la boca vive el pez’ mientras Carlos Raya corría por los pasillos y Fito se emocionaba en el cierre.

Imanol Oroituz: Recuerdo vivo

Intérpretes: Joxan Goikoetxea (acordeón), Txema Garcés (contrabajo), Iosune Marín (guitarra) y numerosos invitados -Beñat Mujika, María Amolategi, Olatz Salvador, Telmo Trenor, Olatz Prat, Amaia Zubiria-. Lugar: Sala Imanol Larzabal (Donostia). Día: 12/11/2022. Asistencia: lleno, unas 240 personas.

En la semana en la que Imanol Larzabal hubiera cumplido 75 años no podía faltar un concierto al uso. Y debía celebrarse, cómo no, en la sala que lleva su nombre. Allí se rememoraron ayer sus canciones de manera fresca y rejuvenecida en una sala abarrotada cuyo público cantó todo lo que pudo. Tonos originales que llegaron del pasado con un ojo en el presente y el futuro.

Lo dijo Maite Berzosa en la presentación del acto: “queremos defender su memoria, expandir sus creaciones y hacérselas llegar a los jóvenes”. Y vaya si lo hicieron. El joven bertsolari Beñat Mujika perfiló al autor y el concierto con arte y finura. El DJ Telmo Trenor despegó dos grandes momentos ambientales apoyados sobre el cantar de un Imanol filtrado. Gracias a él los asistentes pudieron unirse a capela al´Lau haizetara’ protagonizado por la voz del homenajeado.

Joxan Goikoetxea (acordeón), Txema Garcés (contrabajo) y Iosune Marín (guitarra) pusieron el fondo de las voces femeninas invitadas. Amaia Zubiria, tan libre como siempre, hizo suya la bossa ‘Heldu zaigu azaro’ y se explayó en la bella ‘Ezin zen eta ez ginen’. Olatz Salvador y su guitarra eléctrica refrescaron ‘Nire euskaltasuna’ con esa visita tan 50´s, destilando elegancia en la posterior ‘Mendian Gora’.

Olatz Prat acercó a Larzabal a la cueva de jazz, cercana e íntima, con su entonar vibrante y terso. ‘Poeta kaxkarra’ e ‘Izarapean’ fueron algunos de sus mejores momentos. La guitarrista Iosune Marín le insufló un aire folkie cantando en ‘Koplak’ y el torbellino Maria Amolategi fue todo fuerza y arrojo, muy del gusto televisivo actual. Destacó su protesta briosa en ‘Euskadin, Castillan bezala’ mientras ‘Ile adats’ fue uno de los varios afrancesamientos de la noche.

Al final todo el mundo acabó de pie cantando las canciones, quedando la sensación de que el evento rayó a gran altura y que las nuevas generaciones, a su manera, van a seguir con las partituras del autor guipuzcoano.

Dorian: oscuridad brillante

Intérpretes: Marc Gili (voz, guitarra), Belly Hernández (piano, voces), Lisandro Montes (sintetizadores), Bart Sanz (bajo), Robert Gibiaqui (batería). Lugar: Teatro Victoria Eugenia (Donostia). Día: 05/11/2022. Asistencia: unas 500 personas.

Tras superar unos problemas que retrasaron el inicio diez minutos, el quinteto catalán Dorian tomó el escenario del Victoria Eugenia con esas melodías oscuras que poco a poco van iluminándose estilística y físicamente: el juego de luces no desentonaría en uno de esos festivales en los que tantas veces tocan.

Se intuía, se sentía, el cariño por la dark wave de hace unas décadas. Se olía a Depeche Mode (‘Duele’), Joy Division (‘Verte Amanecer’) y Bauhaus (‘Mundo perdido’). Pero aquellas sombras ahora son latinas (‘Arrecife’), tórridas (‘Dual’) y cercanas al eurobeat (‘Vicios y defectos’). Guiñándole al R’n’B (‘No dejes que pase el tiempo’) y con un pie y medio en los eventos de estadio (el sonido de la batería, piezas como ‘Dos vidas’).

Las letras románticas de raíces poco profundas sumaron en unos asistentes que lo corearon todo y se levantaron de sus asientos a partir del segundo corte. Jalearon sus éxitos (‘La isla’, ‘Cualquier otra parte’), gozaron de las melodías en catalán (‘Universal’) y disfrutaron del enfoque festivo-bailongo del grupo.