La nostalgia y el erotismo

Foto de Verano

El hombre del peaje

Es el peaje que tenéis que pagar”, dijo de forma ocurrente Dean Wareham cuando su concierto se zambullía en las canciones de los últimos discos. Y yo casí pensé que debería ser al revés. Sobre todo cuando tienes esos soberanos discos frescos, nuevos, radiantes, fabulosos.

La nostalgia y el erotismo cambian con los años. Yo llevo tiempo aborreciendo el primero y cogiéndole cariño al segundo. Nunca le he pillado el punto a eso de tocar discos enteros. O hacer conciertos dedicados a tu primera banda.

Todo eso y más ha hecho Dean Wareham en sus visitas a la península. Y por muy chulas y emocionantes que sean aquellas tonadas – sublime su repaso vocal en las everésticas melodías de Galaxie 500- no me pueden negar que están preciosas allí donde están, donde estábamos.

Las primas de Lee Hazlewood

Yo vivía encantado en el Dabadaba, con un sonido pulcro e impecable, casi con un pie en el estudio de grabación, como en las piezas de Luna. Ese ride, esa caja acolchada, ese vuelo del resto de elementos. Melodías preciosas primas hermanas de Lee Hazlewood, la Velvet y otras joyas ya gastadas. Agradeciendo los viajes ocasionales a sus canciones pretéritas más afamadas.

Hasta que como diría la chica de la curva, “en ese punteo me maté yo”, en el de la ralentizada 23 minutes in Brussels, tras otro tema que haría las delicias de los fans de Santana. Iban sin ganas de revisionismo, flipé con el concierto y me atacó el tedio en las revisiones. Pero no volví a casa corriendo a ponerme aquellos discos antiguos.

Daga y Daba

Porque el pasado es como la IA, no da pie a crear cosas nuevas. No tiene nervio, no inyecta emoción, no crea pulsiones ni necesidades urgentes. Cosa que no ocurre con Daga Voladora, la primera del doble cartel donostiarra. Autora de un río de belleza y sencillez, uno de mis discos favoritos del 2024 y probablemente del 2028. Una colección de mínimos elementos, finuras, letras fabulosas que generan la envidia del resto de creadores. Piezas sugerentes que llegaron a la desnudez en el Daba, con Daga y una guitarra eléctrica como únicos elementos sonoros.

La aburrida perfección

Y como en toda relación íntima entre oyente y obra uno se siente confiado, acogido y emocionado. Convierte los pequeños despistes y ocasionales golpeos libres (¿no era eso lo que nos flipaba también de Galaxie 500? O Beat Happening) en momentos generadores de amables sonrisas. Por más que te rodee la gente solo ves un camino unidireccional entre las partes (el escenario y tú, en este caso). Esta noche Daga canta para ti, que decía La Casa Azul. O debería.

En el fondo es muy sencillo, y muy complicado: Ella transmite. Un mensaje divertido, personal, evocador (el precioso homenaje a Berrio), elaborado (la posterior “Quise ser”), ingenioso, pop, dulce sin empalagar. Imperfecto, porque la perfección es un puto rollo aburrido que solo genera frustraciones. Directo, que te convence en un trish 😉 Y que te deja con ganas de más. No veo forma de mejorar eso, al menos hasta que salga su siguiente disco o pueda asistir a la próxima cita.

Y sí, claro, por supuesto, al día siguiente escuchamos los Manantiales una y diez veces.

1 comentario en «La nostalgia y el erotismo»

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