La rubia desconocida

Ahora que tengo la cabeza en cien sitios es buen momento para hacer justicia personal y llevar la mente hasta la parada 101. Esta historia es real, y si no lo es acabará siéndolo. Porque todas las fantasías y ensueños acaban convirtiéndose en hechos veraces.

Paseando por mi barrio solía toparme con una chica joven, rubia, y en eterna sonrisa. Nunca supe aclarar si la sonrisa se la dedicaba a mi persona o era fruto de un vitalismo personal. Aunque intuía en sus ojillos un gesto de coqueteo.

La chavala, y sé que no lo dije aún, tenía en su cuerpo las consecuencias de alguna enfermedad muscular, lo que hacía que anduviera coja y con cierta descoordinación. Pero nunca fue relevante para esos paseos en los que nos cruzábamos.

Yo le sonreía a la belleza externa y quien sabe si interna de una joven a la que la vida le habrá dado muchos palos en sus relaciones sociales. No era compasión, pero sí un apoyo a la persona y un guiño de atractivo.

Si el accidente o la enfermedad le sobrevino en preescolar los niños le hubieran dado bastante estopa verbal en patios y actividades extraescolares. A todo ello la chica había respondido de manera envidiable, porque ya rondaba los 20 y el gesto positivo seguía instalado en su faz.

Así fueron los paseos y los encuentros hasta que dejé de verla. De eso hace ya 2 años más o menos.

Hace dos domingos, redescubriendo ese momento en el que la gente sale a la calle más o menos de mañana, me volví a topar con ella. Aunque no me vio por el concurrido ambiente de la zona en la que nos encontrábamos, seguía feliz y sonriente. Ahora iba en una silla de ruedas. Sufrí un desasosiego que no he podido soltar hasta hoy, que lo pongo en palabras.

Deseo de verdad que fuera a causa de una lesión temporal, y no por un empeoramiento de su estado de salud. Que la vida pierda antes de tiempo una persona de una belleza tan vitalista sería algo horrible. Desde aquí un abrazo y todo el animo posible a la rubia desconocida.

4 comentarios en «La rubia desconocida»

  1. No se… puede parecer frívola cualquier cosa que digas en un tema como este, pero no lo es!.Me encanto la forma como contaste esta historia, cuando ves cada dia a esa chica (y es tu prima pequeña, por una lesión cerebral) te la comes a besos!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!.(ya he hablado más de la cuenta!), besitos Irune!!

  2. Si te sirve, la conozco y vive en Amara. Si fueras más asiduo a los aledaños del Txamarta, la verías con más frecuencia…
    Creo que se ha caido, no que tenga una enfermedad, lo cual es un consuelo para ti. La verdad es que la chica llama la atención, y se ve que sus limitaciones físicas no le impiden ser una chica de rompe y rasga, por que hay que ver con que gracia lleva las minifaldas, a pesar de sus ortopedias.
    Una pena no haber podido asistir a tu macroconcierto de Sto. Domingo. Buenísima la crónica en Basmatti. Nosotros estuvimos de documental en Zarauz sobre Joe Strummer, del que salí enamorada de su voz diciendo lo de London Calling…
    A ver para cuando un recital en la city, con tanto hit por minuto.
    Iremos. Of course.
    Salutti!!

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