Nina Simone

Sureña, negra, bisexual y mujer. Al cóctel explosivo de Nina Simone no le faltaba ni el cardamomo. Y a pesar de todo eso, o quizás por toda esa pelea que su hermano describe como “las siete personalidades distintas de Nina”, ella fue “Amazing”, como recoge el título del film que el domingo vimos en el Dock Of The Bay.

Sobre esos cuatro pilares, sin apoyarse en exceso en ninguno de ellos, se asienta la película norteamericana que pueden pasar sin miedo por el canal ARTE – y no lo decimos solo por la rotulación de la misma-. Quienes solo la conocieran por la música del anuncio de Chanel Nº5 seguro que salieron retemblados con lo observado.

Extraña saber que la hija de la Sacerdotisa del Soul no quisiera participar en esta obra. No hay sal sobre ninguna herida, y apenas menciona los asuntos más turbios (drogas, relación con su padre, su ocaso). Pero poco importa que no ahonde en esas cuestiones Deluxe. La obra, la artista, se basta y se sobra para aturdirte, inspirarte y revolverte. Sensación que puede verse aumentada por la ingesta de un par de “1906”s en el ambigú del Teatro Principal. Una birra que deja la Voll Damm en Nenuco para traseros.

El asiento nos come cuando la vemos en escena. Dura, pétrea, terrorífica, parando los conciertos si alguien habla, con esa mirada penetrante. Y una voz rota y reconstruída para sonar directamente desde el alma. Suavidad envenenada. Dulzura que no quiso dejar de lado los problemas sociales de la época y que nos rompe un poco cuando escuchamos que “siempre está triste”. Ahora, cada vez que la volvamos a escuchar, seguro que nos encogemos un poco más.