La muerte del indie a rayas.

Como estamos en agosto y en Valladolid amanece a las 6:34, paso a comentarles una teoría veraniega (es decir, sin rigor informativo alguno, para ir rellenando huecos de este blog) sobre la muerte del indie.

Digamos que cuando eres jóven e impetusoso, las artes te poseen cual poltergeist cultural, dejándote poco espacio para el resto. En mi caso fue el indie, en el de otro las pelis polacas en blanco y negro y aquel de allá le pegaba a la cerámica que tenías que ver qué ceniceros hacía.

En mi caso lo que se amontonaba  cual síndrome de diógenes eran posters, fotos, recortes de periódico sucio, canciones grabadas de la radio (eran otros años, colegas del tuenti),…

Mientras meter Pan sigue pegado a ti – he visto casos en el hogar del jubilado de gente que preguntaba por su campanilla-, pues te vas abriendo a otros placeres ilegales del mundo (el indie lo es, o casi): Drogas, bebidas, sexo, bebidas, drogas, ¿Que es eso de la bolsa? dame, comida,… lo cual hace que pierdas el énfasis en el primer – y excesivo- enamoramiento cultural, donde el mayor riesgo lo componía el sandwich de nocilla y chorizo junto.

En el indie el niqui «oficial» era uno a rayas. Herencia manchesteriana, como la portada de Los Planetas que aquí recuperamos.  Así que, lanzándome al barro de manera gratuita y uniendo con cirugía maxilofacial la edad, los gustos, los hábitos y la evolución del ser humano en su versión más negacionista, podríamos afirmar que el indie murió cuando las rayas de la camiseta pasaron a estar en la cartera.

¿En qué me baso?

  • Los indies más recalcitrantes que conozco no toman nada más ilegal que un curry comprado bajo manga.
  • Cuando empiezas a probar cosas raras, tu cuerpo – yo lo vi en muchos festis- te pide Chemical Brothers y no Heavenly.
  • Tu semana deja de estar ocupada en la escucha enfermiza de canciones para repartir su tiempo libre – sin resacas, I mean- entre diversas artes poco culturales. O neoculturales, como gusten.
  • Los festivales dejan de ser escucha para ser emisión. Adiós música, hola chachara. Adiós banda, hola ligue de verano.

Ala, a jugar a pala. El que tenga la verdad suprema (y no esté detenido en alguna carcel de Japón), que hable ahora o calle para casi siempre. 😀

8 comentarios en «La muerte del indie a rayas.»

  1. Esto que escribes, ¿es la versión loveof74 de aquello que dijo Loquillo sobre que los grupos indies duraban lo que duraban sus miembros en la Universidad? Pregunto desde la inocencia.

  2. No lo recuerdo exactamente, pero sería algo complementario a esto. O esto a aquello.
    En realidad, los grupos duran hasta que tienes curro fijo o te echas una yoko ono.

  3. Sí, o hasta que te da por acabar con el hambre en África… ¡Ah, no! Que ésos siguen bajo el nombre de U2.

  4. El punto cuatro es una verdad como un templo. Recuerdo cuando defendía, con candor juvenil, que yo no bebía en los conciertos porque, coño, yo quería enterarme del conci.
    Hoy entro a Mogambo y antes de que el grupo termine la prueba de sonido ya he ido a sacar dinero de nuevo.

  5. De acuerdo con lo esencial pero con un apunte. Afortunadamente mi vicio más peligroso es un gintonic cargado, lo que me permite mantener la cartera lisa, aunque no el estómago. Sin embargo, con la edad cada vez voy a menos conciertos a escuchar y a más por pura vocación social. Como aquel que va a misa los domingos, yo voy a ver tocar en sitios públicos.

    Eso sí, por lo menos evito los puntos 2 y 3.

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