«Ttakun Ttan Ttakun». Juan Mari Beltrán.

Ttakun, ttakun, ttakun ttan ttakun. Como una metáfora de la vida, Beltrán padre e hijo se encuentran sentados en la penumbra, alrededor de una mesa de madera que antes poblaban todas las tascas. Comienzan a realizar de manera onomatopéyica la progresión de ritmos que caracteriza a las txalapartas. mientras la luz ilumina la escena sin grandes urgencias. Esos ritmos que juegan a ser fijos en su mitad, y discontinuos o detallistas en el contrapunto. Variando la estructura a los pocos compases.

Compases. La agitación manual (y percusiva) de palos y elementos laborales de los viejos caserios no parará en toda la velada, y encontrará distintos timbres tras chocar contra sólidos de todo tipo. Desde el casi afinado metal empleado en la musicación del aurresku pasando por momentos que harían las delicias de los más mansos autores electrónicos nórdicos. Sin olvidar el repicar de las campanas de Elorrio, mostrado en imagen sobre el telón de fondo y que compone uno de los elementos más novedosos de la nueva obra muda (entendiendo como tal la ausencia de palabra, que no de comunicación) protagonizada por el ilustre Juan Mari Beltrán y sus compañeros.

Ilustre. El adjetivo no está puesto a la brava. Beltrán es un delicioso entusiasta, ejemplo de trabahobby. Persona envidiable que ha convertido su labor en afición, y viceversa. Que disfruta de manera e ilusión casi infantil con la Txalaparta ya sea en formato disco (¿un ejemplo? El exquisito “Arditurri”) como en esos conciertos didácticos que ofrece. Espectáculos en los que intercala ejecuciones con entretenidas explicaciones del origen de los ritmos y su evolución.

Evolución, Así sentimos a Beltran en Lugaritz. En cuestiones de sonoridades no fue una novedad. Siempre fue persona abierta, aunque sus instrumentos fueran antiquísimos. Pero en su actuación donostiarra la transformación fue tan visual como conceptual. Lejos de interpretar únicamente ritmos con diferentes soportes, lo más sorprendente fue la novedosa “teatralización” del evento. Ya no es un concierto, ahora es casi una obra de teatro sacudida, bailada, proyectada. Una especie de “arte y ensayo” de la tradición vasca. Espacio en el que se integran los bailes de escena, y la aparición vocal de la profunda y sentida palabra de JoxAnton Artze, uno de los impulsores del colectivo Ez Dok Amairu. Grupo del que ETB ofrece estas semanas un precioso paseo documental.

Paseo documental, el txalapartero, que se encuentra recogido, ampliado, en papel de calidad y fotos artísticas, en el lujoso libro «Txalaparta«. En él rememoraremos el paseo de ritmos de vasos contra mesas, con tablas humedecidas y elementos de labranza sacudiendo las maderas.  Aquella velada  que ahuyentó los pocos temores que teníamos ante la aparente monotonía de las “canciones” de txalaparta. Y en la que casi maldecimos el “bis”, tan musical, tan standard, tan normal, después de tantos momentos atractivos y teatrales.

1 comentario en ««Ttakun Ttan Ttakun». Juan Mari Beltrán.»

  1. uno de mis compañeros de grupo baila en esa actuacion, Jon Maya.

    segun me han dicho algunos de ellos, el Beltran es lo peor que te puede pasar en un viaje en avion… pura verborrea 😆

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