Sidecar Arima

Decía Harkaitz Cano en uno de los interludios de la obra «Sidecar Arima» (alma de Sidecar), antes de arrancarse por la sección de citas – unas buenas, otras mejores, y las hay sublimes- , que la labor actual de los escritores ya no era escribir historias. Que todo ya está escrito ya, o casi. Y que la labor de los literatos, esos faros, es bucear entre los mares de autores magníficos y poco conocidos para presentarlos al mundo.

Claro, claro. Verdad verdadera. Pero a ratos. O los días impares.

Porque bien que puede confirmarse que hay mucho oro perdido en las minas de las baldas de las bibliotecas. Y que toda labor de little guru por parte de la gente de la que nos fiamos (por cómo escribe, canta o pinta) siempre será bienvenida.Pero hay que negar, o al menos apuntillar, la opción de que todas las historias ya estén contadas.

Cierto es que la vida juega en nuestra contra. En el piscolabis post show del jueves, por ejemplo, una de las asistentes contó una curiosa y divertida road-movie que Harkaitz y Bassmatti escuchaban pensando “Qué buena pinta, hay que amoldar o coger esa idea y…”. En un momento de la charla, otro contertulio indicó que ya había, o que le sonaba, un cortometraje con ese guión. ¿Historia ya contada? Sí. Pero no.

La maravilla de los creadores no es coger dos libros, o cuatro acordes, y construir. La sublimación del arte es coger esos 4 párrafos-acordes, y construir algo nuevo. Darle un nuevo enfoque. En definitiva, crear. Y ahí Harkaitz es la ostia.

Pausado pero dinámico. Divertido. Soltando las frases certeras. Enseñándonos con su especial gracia las cosas que tan cerca tenemos y no hemos visto hasta ahora. Tirando unas hojas al suelo que, muéranse de envídia señores rockeros, las fans  recogieron al final como si fuera el setlist de Ken Zazpi.

Un montaje que podría denominarse «spoken word«, pero de los que se te pasan volando, no las chapas aquellas de Burrouhgs. Con unas narraciones excelentes de las que destacaré, porque a mí me encantaron, la dedicada a la pareja, la que dibujaba el collage de Basquiat (así contado, casi me reconcilié con el caradura neoyorquino), muchas de las citas de las que hablaba al comienzo…

No puedo olvidar la compañía. Beñat Barandiaran, con guitarras enchufadas y de las otras, le ponía un –casi casi siempre- acertado fondo o complemento a la dicción de Cano. Qué arte y elegancia tiene el cabrón tocando las cuerdas. Hasta la herencia heavy que apareció en un momento de la noche sonó casi aflamencada.

El “casi casi” que decíamos se refiere al Hallelujah de Leonard Cohen que se puedo escuchar vocal y sonoramente. Porque es posible que si tocas los acordes del maravilloso tema del canadiense la cabeza se te vaya a canturrear el original, y se pierda el foco principal.

Y todo en perfecto euskera, oiga.

9 comentarios en «Sidecar Arima»

  1. ¿y qué va a decir un heredero de Auster? que todo está en los libros, que blanco sobre negro sobre blanco sobre negro…
    En parte estoy de acuerdo con Cano, pero es muy probable que los autores que ahora el recita, recicla, trasviste, homenajea o prostituye dijeran los mismo que él hace 40 años.
    No sé si detrás de esa frase se esconde un excusa…

  2. No creo que dé para una tesis el punto en cuestión. No fue más que un detalle que sirve un poco de hilo. Y sí creo que sea una frase generacional.

  3. es un poco heavy decir que todo está escrito.
    y aunque lo estuviera, siempre se puede relatar desde otro punto de vista, las posibilidades son infinitas.
    Tengo varios ejemplos de clientes que piden (sin exagerar) 20 versiones de una misma cosa. Y salen las 20 versiones. Eso si, una, quizás dos buenas, y el resto en decadencia progresiva.

  4. ¨y todo en perfecto euskera¨…
    esa frase…. no se…me ha tocado un poco los c…. muy condescendiente no?

    Kexa bat jarriko dut Eusko Jaurlaritzako Elebiden ;(

  5. tranqui, ciabogas…. Era una manera como cualquier otra (de mala) de mostrar a los impíos la calidad que no quieren ver en ese idioma

Los comentarios están cerrados.