Robyn de los bosques

“Cuando pase el tiempo, y la gente recuerde el concierto de hoy, esto será lo que primero saldrá de sus bocas”. Mi compañero de tumulto adulto llevaba razón. Ese momento espontáneo de Robyn Hitchcock con su acústica tocando versiones a la entrada de la sala, una vez acabada su actuación, fue lo más bonito y especial de un correcto concierto. Los 200 asistentes, bien adultos, que conocieron al anterior presentador de Saber Y Ganar, coreaban por lo bajini o algo más altini los homenajes a Beatles, Pink Floyd y The Kinks.

Unos fans -entre los que no me incluyo, pero a los que escucho con atención- que se me echarán al cuello. Porque más allá de la tersa y elegante voz del británico (si el pelo blanco hace que cantes como este zagal o Nick Lowe, ya me estáis echando agua oxigenada en toneladas), y un par de bonitas melodías, el resto fue una revisita a Ron Wood en clave popera. A saber, amiguetes de gira ejecutando canciones que no frenarán el mundo (hubo hasta dos blues, el horror)  y con cierto aire estajanovista, categoría comandada por un Peter Buck al que al acabar el concierto, le tuvieron que decir que había llegado a su fin, haciendo un gesto de “ah, ya?”. Bueno, tampoco es que se le escuchara mucho desde la mitad de la sala.

Todo esto referido a la forma de tocarlas, no al fondo, que fue bello. Y sin pasarse, que tampoco fue el maniqueismo de OCS. Pero nos lo pasamos mejor en la primera parte, la más gamberra, a cargo del guitarrista de REM y sus colegas, con su “vaso loco” y el castellano de sangría en la Plaza Real.