¿Por qué, Lamari, por qué?

Los grupos de música y sus oyentes son como las manzanas. Hay gente que gusta de morderlas antes aún de que toquen la cabeza de Newton, recién caídas, en el aire. Un sabor normalmente ácido y poco cómodo.

A la inmensa mayoría le gustan las doraditas, en el expositor, con funda de plástico. Y a casi nadie le gustan las manzanas podridas. Pero…¿cómo saber, antes de hincarle el diente a una manzana (banda), si por dentro va a ser desagradable o ya ha dado lo mejor de sí?

Chambao están en ese punto. Bueno, lo han sobrepasado. Hay señales claras a nada que se mire y escuche un poco. Y mira que era fácil seguir con la fórmula que tanto éxito les ha dado. Pues nada. Agua.

Su lista de canciones no tiene ni pies ni cabeza, y demuestra que la banda está ya en los estertores tal y como la conocemos si siguen por este camino. Han llegado a un punto en el que, ya de vuelta de todo y a modo de gancho relevante para quien quiera tocar con ellos, el setlist se inunda de temas de los grupos paralelos de sus integrantes. Una especie de pago en especias para los ejecutantes -¿lucha de egos en la caja de cerillas famosa?- cuyos proyectos paralelos no pasarían ni una ronda de un concurso de maquetas patrocinado por una tabaquera nacional.

Y eso hunde la noche. La torpedea. La hace inaccesible y discontinua. ¡Una noche de Chambao discontinua! ¿Qué será lo próximo? ¿Ana Torroja colaborando con Manos de Topo?

De la cita de Donostia destacaremos dos momentos absolutamente deleznables. Uno, el solo de batería, ejecutado con el gusto de un cocinero de Macdonalds. Parecía que estaba vendiendo los diferentes elementos de su batería. Series discontinuas, sin orden, aporreos fuertes que buscan y encuentran el jaleo de la gente. Parecía una Yamaha Demo. Por no hablar de ese arranque hiphop, aprobado raspado en el cursillo de la casa de cultura.

El último fue aún mejor. En la recta final, a tope con los bises, la gente de pie, dando palmas. Y se cuela un tema de una banda a olvidar: Fuel Fandango. Buena parte de culpa la tuvo el orden de aparición. Otra buena parte la calidad de la oferta. Sus novias y amigos del alma, plenos de educación, sólo la podrían definir como «mediocre».

Al final, aquello parecía un expositor de FITUR con tanta variación y diferencia poco positiva. Y mira que lo tenía fácil Chambao. La gente estaba encantada, bailando con sus canciones tan bien ejecutadas, tan amables, tan buenrollistas. Porque LaMari es la Amparanoia del after de Ibiza.

Nadie le va a negar calidad a la formación, sobre todo en su lado más flamenquito. Y esas canciones tan del gusto de la gente: Oda «voy a pasar el aspirador», Sonata «que buena música para enseñar mi modelito en el bar haciendo como que bailo», Fuga «BSO viaje a La Alcarria», Tocata «Adoro las músicas del mundo y los problemas de los inmigrantes» o «fondo para reportaje de Viajar sobre Martinica o Costa de Marfil».

Si se hubiera quedao en eso, sólo en eso, pues ni tan mal.Pero con esos añadidos, esos pegotes, la manzana está podrida. «Con otro aire» se llama la gira. Ni que lo digas. Pero avisa que viene de una central nuclear, guapa.

Una pena. Momentaneamente

5 comentarios en «¿Por qué, Lamari, por qué?»

  1. Love, sabes si pasarás por el musical de Mecano?

    hey, pues el cantante de Manos de Topo le sentaría muy bien al musical de Ana Torroja, no?

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