Entre la euforia y el llanto. El homenaje a Rafael Berrio en el Victoria Eugenia

Los músicos, las músicas y el jefe, al finalizar el concierto

Los homenajes que Donostia le está ofreciendo a Rafael Berrio, compositor fallecido hace un año, se cerraban con este concierto, el primero de los dos pases, en el lujoso y elegante Teatro Victoria Eugenia. Nuestro Olympia, el Odeón del Urumea. Sobre un escenario dispuesto como una gran sala de ensayos. Y muchos amigos y amigas mostrando admiración y respeto ante sus letras y músicas.

Como banda de apoyo y combo capaz de llenar de vistosos y emocionantes arreglos las canciones originales se juntaron cuatro de los mejores hombres del ejército musical nacional. Creadores de lujos sonoros que produjeron discos de Rafael Berrio y/o tocaron en sus discos y giras. El equipo A haciendo las canciones de B(errio): Joserra Senperena, Fernando Neira, Karlos Aranzegi y Joseba Irazoki.

Este último arrancó la lista de colaboraciones insuflando nervio a su voz de “Como Cortés, quemando naves”, paseando entre Talking Heads y la plática de Make Up. Pablo “Bracco”, capitán de la gira tabernaria de estos recuerdos, supo darle su toque a un “Invisible” con los pies bien plantados en tierra, siguiendo el hilo “Rafaeliano” pero con ese particular ronroneo callejero de Pablo.

Virginia Pina llegó en tersa calma a “Ven a verme en sueños” para ponerle un sello más pop. Enfoque que estiró en la larga “Corazón al revés”, escapando de la afectación original para llevarla a una velada en un club de medianoche de grandes pianos y telones rojos.

Y llegó el rey. Abraham Boba. “Absolución” en mano, amen hermano, disparó todo “Niño futuro” con admiración, respeto y rabia por no haberla hecho él para sus León Benavente. La canción le fue como un guante. Guio a la banda, la levantó, dirigió, potenció, implosionó, frenó y dejo correr cuesta abajo mientras sudaba decibelios. Impresionante.

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