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Etiqueta: The Good Time Rollers-Lindy Hop

Jazzaldia 2017: Un chaparrón de actividades para los más pequeños

El mal tiempo no deslució la última jornada del Txikijazz, la rama del Jazzaldia dedicada a los niños y niñas.

El “feel like a donostiarra” que ocupa toda la parte trasera del bus turístico de la ciudad mostró otras de sus posibles acepciones ayer: la de ir por nuestra capital plastificado cual profiláctico, sin alejarse de las zonas de la acera más cercanas a los portales. Disfrutando de esa lluvia horizontal, uno de los elementos que más ha hecho por la autoregulación del turismo de nuestra urbe. Así vimos, impermeables al desaliento y la lluvia, a los distintos “grupettos” de turistas. Mayoría de paseantes frente a unos lugareños que ya se conocen el percal y suelen esperar un rato antes de echarse a la calle.

“Segurolas” como somos atendimos a la cuenta de twitter del festival antes de intentar cruzar el puente que nos iba a llevar hasta las terrazas del Kursaal, espacio donde se celebraba el Txikijazz, la iniciativa pensada para que padres e hijos compartieran y aprendieran disfrutando de la música a través de diferentes conciertos y actividades. “Todo en orden. El programa sigue según lo previsto”, leímos entre sus mensajes oficiales. Diluviando como estaba, la teoría de que en el Jazzaldia son anfibios pareció tomar cuerpo con estas frases.

Actividades a cubierto

La organización tuvo a bien mover parte de la programación al foyer del cubo grande de Moneo, que tampoco es plan dejar a 500 niños en la cama con gripe como recuerdo “txikijazzero”. Así, los pasillos que rodean el auditorio cobijaron a centenares de niños. Buena parte de esos “clientes” eran integrantes de los distintos udalekus o “grupos de gestión de nenes mientras los padres que no tienen tantas vacaciones como ellos deben currelar”. Alcoyano el buen hacer de los monitores. No todo el mundo es capaz de gestionar semejante jauría de energía.

En unas mesas los niños se hacían chapas con los distintos motivos del cartel del Jazzaldia. Un poco más allá jugaban a pintar cartulinas sin salirse del borde. Y en la siguiente mesa lo que coloreaban eran camisetas. Cerca de ellos había un par de bancos para los padres que esperan, como cuando los chicos vamos a las tiendas de ropa.

Una de las actividades de mayor éxito era un pintacaras temático para amantes de la música en el que, y citamos textualmente las palabras de la presentadora del Txikijazz, “los niños se pueden convertir en estrellas de rock por unas horas, la que dura la pintura en su cara”. Sin comerlo ni beberlo la chica bien pudo haber dado la definición de más de un grupo musical adulto.