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Morat: Un nuevo éxito de la fórmula pop.

Hay que ser ciego y sordomudo, como cantaba Shakira, para no saber que la actuación de Morat era una de las más esperadas en la Aste Nagusia donostiarra. Cuando no ha sonado en el coche de camino a la ikastola lo ha hecho a todo trapo desde el cuarto de una hija o en unas toallas de playa cercanas a las nuestras. Los niños han llegado a casa cantando la letra de “Cómo te atreves”, su canción más famosa. Y los que no tienen descendencia no han evitado el gozo de su escucha gracias a la radio del curro o la finura habitual de las paredes del vecindario.

Quizás el hecho de que su show se celebrara la Víspera de la Virgen – día de estreno de muchos chavales en el mundo de las fiestas de etiqueta- frenara el reventón en la zona. Pero el gentío era considerable. ¿Más que en LODVG, menos que cuando tocaron los donostiarras? La suma, complicada, pareció decantarse por el lado de los locales.

La muchedumbre estaba entregada en las primeras filas. Gentes que chillaron cual gol en final europea el apagón de las luces ambientales antes del comienzo del concierto. También había padres intentando controlar a sus rapaces de apenas 5 años de edad, los cuales pululaban entre una multitud que les sacaba varias cabezas. Pero lo que predominaba en la explanada era el humano adolescente. Aunque ellas fueran mayoría en esta categoría, ellos también tarareaban de lo lindo. Todos estaban encantados con el buen hacer de estos sudamericanos.

La banda colombiana integra varias de las fórmulas del pelotazo pop de toda la vida: Sus ejecuciones en Sagüés estuvieron repletas de búsquedas de interacción (gritos de “uooh” a mansalva, vídeos con las letras de las canciones, parones para que la gente cantara). Funcionan como una “boy band”, intentando apasionar a cada segundo -incontables las veces que dijeron “esta es una canción muy especial”-. Rapean en algunos momentos, se arriman al folk, defienden las baladas y potencian las creaciones que van subiendo de intensidad hasta explotar en el estribillo. Con unas melodías que podrían ser de Pablo Alborán o Manu Carrasco (“Sé Que Te Duele”, “Ahora que no puedo hablar”). Además, pícaros como somos, cantan tan bien que es imposible no pensar que esos coros vayan pregrabados. Pero atendamos al fervor popular. Porque el concierto estuvo “super super ondo”. Quedando bastante claro que “buah, ha sido increible” y que “son los mejores, tío”. El tiempo dirá si corren mejor suerte que otros “one hit wonders” pasados, pero su eclosión actual es innegable.

Publicado enCríticas de conciertos

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