Saltar al contenido

Mes: septiembre 2016

Los siete magníficos

Fue el día soñado para muchos. Al menos, para las 600 personas que llenaron la donostiarra sala Gasteszena. Y como todos los días soñados, estuvo a punto de no serlo. “El de hoy sería un buen capítulo del libro de anécdotas en esto de montar conciertos”, nos contaba uno de los gestores de la Sala Dabadaba, promotores del evento.

La narración podía haber empezado explicando cómo se gestó este show, hace dos años, cuando dicho organizador se quedó fuera de un concierto de Brian Jonestown Massacre porque la cola para acceder al recinto era de cientos, miles, de personas. “Yo te montaré un concierto en Euskadi”, dijo el muchacho. “Hazlo”, le respondió la banda en twitter. Y hasta el miércoles pasado. Día en el que la fila parea retirar entradas era larga, mas no tanto. Nuestros vecinos franceses aprovecharon la cercanía, y la ausencia de “massacres” por Iparralde, para acercarse a nuestra capital. No exageramos si afirmamos que media sala se expresaba en el idioma de Gainsbourg. Aquello parecía un domingo de pintxos por nuestra turística Parte Vieja.

Y como buenos guionistas nos dejamos la mejor pieza para el final, el mensaje que Anton Newcome, cabeza pensante de estos BJM, publicó en su twitter el miércoles a la tarde unas horas antes de tocar. “Un día interesante” decía el norteamericano afincado en Berlín, mientras se veía un montaje de fotos del cantante con batas bastante conocidas para los locales, las del Hospital Donostia.

Kutxa Kultur Festibala: Al nivel del mar y con entrada gratuita

Atento a la ciudad que lo alberga y cobija, el Kutxa Kultur Festibala siempre deja un espacio de su extenso cartel para esos conciertos al nivel del mar, sin tener que subirse a la montaña. Actos que se celebran a una hora más diurna y con entrada gratuíta. Este año la rama “urbanita” del programa “OFF-Festival” cuenta con dos citas. La segunda de ellas une en común armonía a Ann Leux y Charlie Atkey, dos de los grupos seleccionados por la propuesta musiquera “Kutxa Kultur Zirkuitua”.

La cita con este dúo será entre las 14 y las 16 horas, en Convent Garden. No es una errata, Convent con N. No es el barrio de Londres, es una terraza del Gastropub situado sobre el antiguo convento-iglesia de la Compañía de María (Calle Easo, Donostia). Un edificio ahora empleado para usos hosteleros: Es un Albergue, o “hostel” como lo llaman ahora.

El aforo de este evento íntimo está limitado a 50 personas, y no está de más que si tienen interés en acudir se pongan en contacto con los organizadores en las redes sociales, el método más rápido para saber si hay reservas, plazas libres, retrasos o cambios de última hora en este “concierto petit comité” con picoteos, bebidas y dulces y conmovedoras músicas de fondo.

Y “Petit” en público objetivo, pero gigante en concepto y ejecución es la otra parada de estas actuaciones gratuitas: Petit Pop, insigne banda asturiana, aterriza por fin en la ciudad para encandilar a niños y padres de herencia popera. ¿Acaso no es universal el “No Nos Gustan Los Lunes“ con el que titularon su segundo CD?

Quienes gustasen del pop independiente nacional de los años 90 verán que sus filas se nutren de señoritas y señoritos que formaban parte de grupos tan refrescantes como Nosotrash, Pauline en La Playa o Penelope Trip. Músicos que ahora se hacen llamar Mar, Señor Gafotas, Niña Pirata y Lara (Gonzalez, teclista y persona que responde a la entrevista).”No nos retires tan pronto, Nosoträsh, Pauline en la Playa y La Villana son propuestas que siguen activas y funcionando. Nos gusta decir que Petit Pop no es un proyecto, es un resultado. Con 20 años hablábamos de lo que nos pasaba con esa edad y ahora seguimos haciéndolo. Aunque, por suerte, no seguimos hablando de lo mismo”.

Su nueva fórmula no conoce límites (de edad). Lara nos confirma que la etiqueta “música pop/molona para toda la familia” que encabeza su web se confirma en todas y cada una de sus actuaciones. ”En los conciertos no nos queda nada claro si los mayores traen a los peques o es al revés. Se nota muchísimo en los estribillos coreados por voces sospechosamente graves. Por otro lado, muchos de esos adultos llevan años viniendo a nuestros conciertos; ahora siguen haciéndolo pero con sus peques”. Señal de que la música, bastante maltratada en este campo infantil, merece muy mucho la pena.

Menores y mayores suelen agotar las tiradas de sus discos. Van por el cuarto, lo que dificulta la selección de canciones. “Nuestros conciertos son interactivos. Procuramos pasarlo bien y eso se nota”. Los pequeños son, como ya sabíamos, los mejores jueces.”Entre ellos no hay postureo. Son muy sinceros. A ellos les da igual si lo que están viendo está de moda o que queda bien: si no les gusta, se van. Y sus familias con ellos”.

Kutxa Kultur Festibala: El festival global en el que manda lo local

Uno se siente un conquistador a primera hora en el Kutxa Kultur. No hablo de Lorenzo Lamas, me refiero a Sir Edmund Hillary. Mira a la derecha, mira a la izquierda, y se ve solo en estos primeros autobuses gratuitos que nos suben desde la ciudad al monte Igeldo. Hay siete personas en nuestro trayecto. Una de ellas, Ane González, tiene claras sus prioridades. “Vengo sobre todo a Berri Txarrak”. Es una alegría que los dos grupos con más tirón sean de aquí. A saber, los mencionados “Malas noticias” y, ya mañana, Belako.

Pero volvamos a lo que nos sube al lugar, un servicio lanzadera que funciona de rechupete. La frecuencia es de seis minutos a esta hora, y dos o tres al cierre del día. Recuerden que el Funicular queda para uso exclusivo del público que acude a la zona del Parque que no ocupa el festival.

La calma de esta primera hora permite observar el emplazamiento con calma. La colocación de los elementos no ha sufrido grandes cambios. La zona de gastronomía ha ampliado sus puestos. Hay cosas para veganos y para sus antagonistas: Sushi, comida vegetariana, hamburguesas, talos, empanada argentina, kebab. A su vera puestos de merchandising oficial, tiendas de ropa ecológica, y hasta un txoko de realidad virtual. También vino y un stand de aceite que vende macarrones y hamburguesas para quien quiera degustarlos.

Nos adentramos en el parque. Parece que la gratuidad de las atracciones no anima a la gente a correr como locos a los autos de choque (¿Sabían que en Latinoamérica se llaman “autos chocones”? No me digan que no es maravilloso), el laberinto, las barcas, el kosmikar y la caseta de pesca. Tan solo la mítica Montaña Suiza tuvo tirón desde primera hora.

Nos acercamos a cargar nuestra pulsera “cashless”, el nuevo pasito (eso dicen) en la sostenibilidad de estos eventos. La pulsera es el único modo de pago en el Kutxa Kultur. Los más espabilados (muchos de ellos nacidos este siglo) ya han hecho sus deberes desde casa. Nosotros probamos el sistema físico, al cual no le vemos fisuras. Se cobra rápido, y se paga más rápido aún. Solo una pega, menor, que el tiempo nos curará: Hay que llevar el dinero en el bolsillo para cargar la tarjeta que te va a permitir no usar dinero en el festival.

Al uso sostenible le intuímos otro de mejora del manejo interno del parné. Además del riesgo de no gestionar de manera adecuada nuestro saldo a última hora de la noche. Pero eso ya es cosa del usuario, no del promotor de la idea. Los que lo utilizaron en otros festivales hablan maravillas de su comodidad. Sobre los precios que divague otro sabio (cervezas 4 euros, agua 2,50).

Subimos hacia los escenarios de la zona superior. Los clientes del hotel otean los conciertos desde la piscina del hotel, elevada sobre nuestras cabezas. El antiguo escenario Red Bull ha desaparecido para felicidad de ejecutantes, espectadores y pena de fisioterapeutas que arreglaban las lesiones de cuello por tener que mirar tan alto. En su lugar han montado un tablado que acabó acogiendo los conciertos más populosos del Escenario Pato.

Con el paso de las horas la zona se fue animando, cogiendo color y usos festivaleros: saludar a conocidos, brindar con colegas, sacar fotos del maravilloso atardecer desde esta especial atalaya para luego colgarlas en las redes sociales, ver conciertos a lo Spotify (escuchar un tema dos minutos e irse a otro). Esas cosas están implícitas en todos los eventos de este tipo en la actualidad. Está asimilado, integrado, es parte del ADN. Otra parte, y eso nos distingue, es ofrecer actuaciones fuera de toda crítica. Una variable excelente en lo local (Luma, Ane Leux, Señores), lo cercano (Aries) y lo potente (Berri Txarrak).

Kutxa Kultur Festibala: ¡Que empiece la fiesta!

La jornada del Kutxa Kultur Festibala en Tabakalera permitió conocer la nueva sala de conciertos de la ciudad.

“Apertura oficiosa”,“Fiesta de bienvenida”, “Prólogo”, “Jueves universitario” (en boca de un padre de familia con dos nenes, ahí es nada), “Calentamiento”, “Off-Festival”. No me negarán que somos buenos a la hora de ponerle etiquetas a las parrandas que rodean un evento relevante como el festival Kutxa Kultur.

Todas esa definiciones se las escuchamos a los asistentes a la hora de presentar la fiesta que ayer ocupó Tabakalera bajo el nombre de “Fiesta Bienvenida Donostia Kutxa Kultur Festibala”, un cartel de músicos y DJs que sirvió para entrar en calor con lo que nos viene encima este fin de semana y, de paso, conocer la nueva joya escénica de la ciudad, el Kutxa Kultur Plaza.

No fue la primera cita de este trote festivo. Esta semana se paseó por la capital la exposición de las ilustraciones del festival, una muestra en la que 12+1 autores (Iker Spozio, Mikel Casal, Amaia Arrazola, Mercedes Ballard,….) dibujan lo que les han sugerido otros tantos nombres relevantes del Kutxa Kultur Festibala (Berri Txarrak, Young Fathers, Cat Power,….). Un repaso -con copias a la venta- que pueden ver quienes estos días se acerquen a Tabakalera. Su compra tendrá poso solidario: parte de la recaudación se destina a la Fundación Zaporeak que trabaja en las costas de la isla Chios ayudando a los refugiados que llegan por mar.

El guateque de ayer comenzaba lejos del Centro Internacional de Cultura Contemporánea. La mallabiatarra Izaro, una de las promesas más exportables que ha dado la región este último año, cortaba la cinta inaugural en la nueva oficina que el “requetenombrado” banco tiene en la donostiarra Calle Arrasate. En Tabakalera los honores preliminares le correspondieron a DJ Mato, con una selección de melodías impepinables que incluyó selecciones modernas a rabiar (Car Seat Headrest) con otros grupos como Stone Roses, Morrissey o The Pains Of Being Pure At Heart.

En la cercana azotea Iñigo Serrulla, otra perla de nuestros imberbes constructores de canciones, acercaba sus portentosas melodías a los asistentes. Curiosa estampa del moderneo presente, con jubilados echando tragos de Keler y portando la bolsa playera (tote bag) que regalaban. La “nueva” juventud, a tope con el festival.
Ambos conformaron un perfecto entrante de las actuaciones que vendrían a continuación en el Kutxa Kultur Plaza, un espacio que ya conocen quienes se acercaron a las jam sessions del Jazzaldia. La nota técnica habla de “un nuevo espacio situado junto a la sala de cine de Tabakalera que va a ofrecer una programación moderna dirigida al público amante de nuevas propuestas. Con aforo para 300 espectadores de pie y 100 sentados, preparada para recibir espectáculos escénicos de pequeño-medio formato y todo tipo de música.

Un lugar diseñado adecuado para la música electroacústica”. No se asusten por el “palabro”, se refiere a la música eléctrica y acústica. ¿Acaso esperaban una explicación completamente comprensible de algo que se haga en este edificio modernete? Seguimos. “El escenario es desmontable y permite variaciones, lo que dota al espacio de mayor versatilidad a la hora de acoger espectáculos de diferentes formatos”.

Y traducimos: La nueva sala de la ciudad suena de maravilla y nos dará muchas alegrías. El algodón de la “electroacústica” del jueves no engaña, y el concierto de Ane Leux fue una gozada. La donostiarra, recién llegada de Colombia para realizar una residencia artística, presentaba su segundo disco “Sense” publicado hace apenas tres semanas. Un CD de raíces norteamericanas, cierta oscuridad y tonos cercanos a Norah Jones que supo elevarse en concierto, el primero que daba en su ciudad natal. No sufran si se lo perdieron. Tendrán más ocasiones de verle este fin de semana en el festival.

La parranda continuó con Dan Wilson & The Counterfactuals, un combo temporal que se estrenaba ayer. El líder de la banda inglesa Cubical ha sacado un disco intimista, y ha llamado al varios músicos locales para presentarlo estos días en la ciudad. El arranque festivalero se cerró con momentos más digitales. La culpable fue la canadiense Jessy Lanza y sus sintetizadores flotantes, la música disco y el rock de los ochenta. Ella es una de las sensaciones internacionales con su disco “Oh no”, trabajo alabado en medios de tendencias como Pitchfork.